El 'gusano de las narices' reduce hasta un 85% la población de corzos en Bizkaia
Los ejemplares cazados pasan de 300 a medio centenar al año en Bizkaia porque la enfermedad diezma las poblaciones
Apenas había corzos en Bizkaia hasta los años noventa, cuando unos pocos habitaban en Las Encartaciones. La Diputación introdujo ejemplares en Urdaibai y en el ... monte Oiz. Fueron penetrando también procedentes de otras comunidades. Hallaron refugio en los parques naturales, en los pinares y campos abandonados y se produjo una expansión desenfrenada. Pero desde hace una década un parásito diezma los corzos en Bizkaia, en Euskadi y en todo el norte de España.
Se trata del denominado 'gusano de las narices', (cephenemyia stimulator). Floren Markina, presidente de la Asociación del Corzo Español y doctor en Biología, cifra en un 84% el descenso de ejemplares en el territorio. En 2012, se extraían unos 300 al año en Bizkaia, mientras que ahora la cifra ronda los 50. Aproximadamente la mitad de los corzos en el norte de España están afectados. La culpa es de una mosca tipo tábano, de tamaño similar a un abejorro. Ésta deposita sus huevos en las fosas nasales de los corzos. Las larvas anidan en la nariz y la faringe de los animales, donde van creciendo. Esto les produce problemas respiratorios, les dificulta comer y les hace mucho más vulnerables frente a los depredadores por su debilidad, apatía y poca vitalidad.
Además, en ocasiones, aspiran las larvas y mueren de neumonía. Tras pasar meses en el interior de los animales, vuelven a salir por los orificios, caen al suelo y se convierten en 'pupas' de las que vuelven a emerger moscas. Y el ciclo se repite. Los inviernos suaves del norte propician que éstas vuelen todo el año. Tras la cópula, las hembras se alejan en busca de los corzos a gran velocidad, a los que localizan por atracción olfativa y estímulos visuales. En alguna rara ocasión también han depositado larvas en ciervos.
Desde 2001
El primer ejemplar infectado se detectó en 2001 en Ciudad Real, y era un corzo procedente de Francia. Diez años después, el parásito ya se había extendido por Galicia y Asturias. En Cantabria ya no se puede cazar en la reserva del Saja. Los corzos europeos llevan décadas conviviendo con esta enfermedad, pero aquí «les quedan años para lograr cierta inmunidad», explica Markina. La incidencia es mayor en las zonas más pobladas de corzos, por lo que insiste en que hay que seguir cazándoles y reduciendo la población. Las moscas colocan sus larvas en más de un huésped. Su carne sigue siendo comestible. La asociación, que estudia el fenómeno, pide a cazadores o aficionados que comuniquen a la página web ace.gusano.corzo@gmail.com si hallan larvas en corzos.
Según la Diputación, en los últimos 10 años se ha frenado en seco la fuerte expansión del corzo en los parques naturales. En el de Gorbea «sufre un claro retroceso, siendo actualmente una especie mucho menos común que el ciervo». Aquí, la caza de corzos machos se hace a rececho (buscando al animal en silencio en un paraje) entre mediados de abril y finales de junio, toda la semana y con guía en Las Encartaciones. También se puede cazar a la espera. En este caso, los cazadores están obligados a entregar el maxilar inferior, indicando donde se ha abatido y aportando fotografías del animal, entre otros datos, para realizar estudios.
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