Ellos también escribían a los Reyes
Antonio Banderas aún espera el megayate que les pidió de niño, a Carme Chaparro sí le trajeron el pupitre y el padre Ángel todavía conserva una peonza de sus Majestades de Oriente
ester requena
Miércoles, 6 de enero 2016, 02:01
Esta mañana, al despertar, los Reyes Magos ya han debido dejar sus regalos al lado de los zapatos. ¿Habrán acertado? En el caso del actor ... Antonio Banderas (Málaga, 55 años), la periodista Carme Chaparro (Salamanca, 42 años), el escritor Javier Sierra (Teruel, 44 años), la atleta Ruth Beitia (Santander, 36 años), el cómico Miki Nadal (Zaragoza, 48 años) o el padre Ángel (Mieres, 76 años) sí lo hicieron... aunque hace ya mucho tiempo. Todos recuerdan como si fuera ayer esos regalos que esperaban con tanta ilusión y que les marcaron para siempre. Tampoco se olvidan de lo que nunca llegó a sus hogares. Las cosas de los Reyes Magos, que no entienden de famosos...
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Antonio Banderas
«Con el Zorro volví a jugar con la espada»
«La noche de Reyes el ritual siempre era el mismo: Chico (como Antonio llama a su hermano pequeño Javier) y yo nos acostábamos nerviosos en el cuarto que compartíamos esperando la llegada de sus Majestades de Oriente. Apenas dormíamos en toda la noche pensando en si nos traerían lo que les habíamos pedido en esas largas cartas que entregábamos al cartero real. Un año incluso me pareció escuchar a los Reyes Magos entrando en mi casa... ¡pero en realidad eran mis padres hablando en la cocina!
Recuerdo con especial ilusión un coche de bomberos antiguo de hierro que me trajeron y con el que me pasé horas y horas jugando en la calle. Pero también un año me cayó una batería porque parecía que los Reyes ya vislumbraban la pasión por la música que luego he desarrollado; aunque ahora las baquetas las haya cambiado por el piano. Tampoco faltó una espada para esos combates en plena calle emulando las películas de espadachines. ¡Quién me iba a decir a mí que años después volvería a jugar con ellas para interpretar al Zorro en la gran pantalla!
Y nos debíamos portar bastante bien dentro de las chiquilladas propias de niños, porque los Reyes no se olvidaron de ponernos un Scalextric, el regalo estrella para gran parte de nuestra generación y que durante años años compartí con mi hermano. Eso sí, siempre recuerdo que nunca me trajeron el megayate que pedíamos... ¡y aún lo sigo esperando!».
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Carme Chaparro
«Fui paje real y a mis hijas les digo que tengo hilo directo»
«Como era un poco empollona y muy responsable (para eso soy la mayor de cuatro hermanos), a los Reyes siempre les pedía cosas para escribir y dibujar. Por eso mi regalo preferido de pequeña consistió en un pupitre antiguo con un banco adosado que me trajeron cuando tenía seis años. Aunque por más que lo repetía año tras año en la carta, nunca me trajeron un Trivial. La pandilla de amigos del pueblo solíamos jugar mucho a este juego en verano y yo sospechaba que alguno por la noche se estudiaba las preguntas... ¡y yo quería saberme también las respuestas por eso siempre lo incluía en mis peticiones! Pero me da que los Reyes pensaron que no lo necesitaba si el resto de mi pandilla ya tenía uno con el que poder jugar todos.
También me encantaban los clicks y precisamente mi madre sacó el día de Navidad una bolsa llena de muñecos que guardaba de cuando éramos pequeños. Aluciné viéndolos de nuevo y no solo porque a algunos les faltaban brazos o las cabezas. Curiosamente había una enfermera a la que se le veían las enaguas porque es que no llevaba ni minifalda. Madre mía. El caso es que mis hijas jugaron como locas con todos como yo hice en mi tiempo, montándose unas historias graciosísimas.
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A mis peques les he contado estos días que tengo hilo directo con los Reyes Magos, ya que durante unos años hice de paje real en el colegio donde estudié EGB. ¡Me lo pasaba bomba alquilando el disfraz e interpretando mi papel de paje! Ahora ya no escribo carta; lo único que pido es quedarme como estoy».
Javier Sierra
«Mis cartas a los Reyes eran largas y amables»
«En casa siempre fuimos de Reyes. Supongo que era porque en la oficina de mi madre siempre se detenían y entregaban los regalos a los niños en persona. Era muy emocionante esperarles en un salón de actos y que los pajes te llamaran por tu nombre. Siempre fui un niño fascinado con el espacio. Quizás porque nací en 1971, tres semanas después de que el Apolo 15 pusiera un rover sobre la Luna, lo que más me atraían eran los cohetes y las figuritas de astronautas. Cuando los Reyes me trajeron la base espacial de Playmobil (entonces «clicks») me hicieron el niño más feliz de la galaxia.
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Mis cartas a los Reyes eran largas y amables, les contaba lo bueno que había sido y les daba una larga lista de opciones. Había juguetes y libros. Los primeros tenían un gran porcentaje de fallos. Nunca me trajeron el barco pirata de los clicks, que anhelaba con todas mis fuerzas. Pero siempre me trajeron los libros que pedía. ¡En eso no fallaban jamás!
Recuerdo con 6 ó 7 años que los Reyes Magos me trajeron algo que, envuelto, parecía un jamón. Durante un buen rato mis padres estuvieron bromeando con aquello... Por suerte, al desempaquetarlo era una cartuchera con pistolas del Oeste. De aquella época conservo un perro de peluche de color naranja que ahora ha heredado mi hijo Martín con 8 años. El ciclo se completa. Por cierto, que a los niños de hoy los envidio porque ahora tienen máscaras de Darth Vader y sables láser. Yo nunca tuve nada así ni por asomo, y eso que La Guerra de las Galaxias fue la primera película que vi en un cine. En eso tuve suerte».
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Ruth Beitia
«Venía de entrenar y acostaba a mis muñecas»
«Soy la pequeña de cinco hermanos, con lo que siempre hemos compartido los juguetes. Mis padres me educaron que no había para mucho y que había que limitarse a la hora de escribir mis peticiones. Heredaba cosas de mis hermanos, pero los Reyes siempre fueron muy generosos conmigo, sobre todo con las muñecas. Me encantaban, en especial los Nenucos, aunque también me trajeron Barbies, Nancys... Y no faltaban sus vestiditos y complementos. Ejercía como una madrecita total de ellas. Recuerdo cuando con 7 años venía de entrenar y antes de irme a la cama les ponía el pijama y las acostaba a ellas primero. Un año debajo del árbol me encontré la cabeza de maniquí con una gran melena a la que peinaba, hacía trenzas, le ponía mechas rosas... Me desfogaba haciéndole recogidos de todo tipo porque jugaba a ser peluquera. No sé dónde terminaría la cabeza y eso que de mis regalos de Reyes aún conservo enmi casa a Pedrucho, un muñeco que me hizo mucha ilusión y que no podía faltar en mi maleta cuando me mudé».
Miki Nadal
«No me libré de que me trajeran carbón... del dulce»
«Los Reyes Magos hacían poco caso a la carta que les escribía. Daba igual lo que les pidiese, ya que me traían lo que ellos querían, aunque me acostumbré a esperar con ilusión qué sorpresa me deparaban esa noche. Y no, no me libré de que me trajesen carbón... pero del dulce.
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Cochecitos de todo tipo, una excavadora y un fuerte con vaqueros llenaron mis tardes de juegos tras encontrarlos bajo el árbol. Y nada del Scalextric y el Cinexin que en este tiempo eran los preferidos por todos los niños. Menos mal que no era envidioso y me conformaba con jugar con los de mis amigos (risas).
Ahora, sin embargo, ya no sabes qué regalar a los pequeños con tantas cosas raras y tan tecnológicas que han surgido. Los Reyes deben de volverse locos. Pero yo se lo pongo fácil: tengo lo que necesito, así que no pido nada para mí, estoy conforme. Aunque siempre suele caerme algo de ropa porque ya se sabe que lo luzco...».
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Padre Ángel
«El día antes de Reyes rebuscaba por toda la casa»
«Los niños de mi generación éramos muy sencillos a la hora de escribirle la carta a los Reyes Magos. Todos pedíamos un caballo de madera y, a lo sumo, un trenecito de los que tenía que arrastrar. Fui afortunado y me lo dejaron todo la mañana del 6 de enero de hace muchísimos años. Entonces nuestros padres nos educaban para que no pidiésemos muchas cosas y en Asturias en aquella época nos encontrábamos muy concienciados de lo que podíamos tener. Y sí, a mí también me trajeron carbón dulce (risas). Las navidades eran muy felices y no recuerdo el disgusto de que no me trajesen lo que había pedido. Otra cosa es cuando te vas haciendo mayor...
De pequeño se disfruta mucho de la ilusión de estos días, donde mi hermana y yo varios días antes rebuscábamos por toda la casa, incluidos armarios, por si los Reyes Magos se habían despistados y habían llegado antes. Ese día lo disfrutábamos mucho con todos los tíos y primos que teníamos. Tengo recuerdos preciosos e incluso conservo una peonza que me regalaron. Para este año he pedido paz y alegría... y si me dejan algo espero que no sea una corbata o un frasco de colonia (risas)».
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