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En 2019, ese año tan normal y que por ello nos parece tan remoto, el funicular de Artxanda batió un récord histórico. Culminando una curva ... de crecimiento continuado en el número de usuarios que arrancó en 2002, superó el millón de viajeros. Todo apuntaba a que la tendencia se iba a mantener en 2020, pero entonces llegó el coronavirus y el consiguiente confinamiento. Los números se vinieron abajo, hasta los 482.707 usuarios, menos de la mitad del ejercicio anterior. Ahora, en el año de las vacunas, las zonas rojas, los confinamientos perimetrales y la incertidumbre, el funicular de Artxanda recupera su pulso y, sobre todo, a los usuarios que sus creadores tenían en mente cuando lo pusieron en marcha en 1915: los propios bilbaínos, que lo han recuperado como elemento lúdico.
Si se comparan los tres meses de abril de 2019, 2020 y 2021, con sus respectivas semanas santas, se comprueba la evolución. En abril de 2019 el 'funi' transportó a 93.494 viajeros. Los días de Semana Santa fueron especialmente potentes, sobre todo el Viernes Santo, con 6.534 personas. El Domingo de Resurrección subieron y bajaron de Artxanda en este medio 4.355 usuarios. El mismo día del año pasado, en pleno confinamiento, solo fueron 6.
Este año, con la movilidad abierta entre los tres territorios y antes del cierre perimetral que se estableció el día 12 de abril para Bilbao, 2.440 personas usaron el funi el Viernes Santo y 1.515 el Domingo de Resurrección.
El funicular de Artxanda tiene tres tipos de viajeros. Los vecinos del propio barrio, los usuarios del resto de la ciudad y los turistas. Obviamente, «los primeros, para los que es un medio de transporte básico, son los que no han desaparecido en ningún momento», explica Alfonso Gil, teniente de alcalde y concejal de Movilidad y Sostenibilidad. «De hecho, son usuarios muy activos en el sentido de que tienen mucha relación con el funicular por el tipo de uso que hacen: sugieren mejoras, apuntan ideas y, naturalmente, quejas cuando lo ven necesario».
43.972 personas usaron el funicular en abril. El mismo mes del año pasado fueron solo 1.264.
Récord. Batió la marca del millón en 2019 con 1.032.745 usuarios por primera vez en su etapa actual, que empezó en 1983.
Pandemia. En 2020 hubo 482.707 usuarios.
Remontada. Este año, hasta el 30 de abril, 152.055 han usado el funicular.
«Los visitantes foráneos son los que han desaparecido, por razones obvias». El 'funi' funciona como un atractivo turístico en sí mismo, «no es solo el medio que sirve para subir a Artxanda y contemplar Bilbao desde allí», razona Gil. «Muchos turistas vienen a verlo y a disfrutar del viaje en él». Y no solo se trata de los aficionados a los ferrocarriles, que suelen ser visitantes devotos de este tipo de medios de transporte, «sino de turistas en general, que incluyen el funicular en su lista de cosas a visitar», como puedan ser la Plaza Nueva, el Zubi Zuri «o el propio Guggenheim. De hecho, en las valoraciones y en las encuestas, el 'funi' de Artxanda aparece como lo mejor valorado después del museo Guggenheim», destaca el edil.
Pero mientras la pandemia ha dejado 'fuera de juego' a los visitantes foráneos, «lo interesante es como los bilbaínos han optado por el funicular como una opción de ocio» estos días en los que no se ha podido salir de la ciudad, «usándolo en cierto modo como turistas internos para subir a Artxanda y disfrutar de la zona». Su presencia ha sido notable los días de Semana Santa y los fines de semana. El sábado 24 de abril, 2.863 personas viajaron en el 'funi'. Muy por encima de las 17 que lo hicieron el sábado 25 de abril del año pasado. Pero también por encima de las 2.499 del sábado 27 de abril de 2019, el año del millón.
Los promotores originales del funicular de Artxanda, inaugurado en 1915, lo plantearon como un elemento recreativo para los bilbaínos que se iba a completar, arriba, con un casino, una pista de tenis, zonas de esparcimiento... «En cierto modo, al recuperar esa función recreativa y de ocio estos días, se cierra un círculo», observa Gil. De hecho, «esta faceta se va a potenciar con el Plan de activación de Artxanda», presentado recientemente por el Ayuntamiento, cuyo objetivo es crear un «gran espacio de encuentro», con un nuevo parque y un gran paseo, «que reforzará el atractivo que ya tiene la zona», tanto para los locales como para los turistas.
Así que las perspectivas son buenas «y esperamos volver a recuperar los números del año 2019 y volver a superar el millón de usuarios, quizá no este año, pero sí a partir del que viene», cuando regrese la normalidad.
El descenso de viajeros por la pandemia no es la primera adversidad que supera el funicular de Artxanda, ni mucho menos. En su algo más de un siglo de historia, ha superado todo tipo de problemas e incluso años de inactividad que estuvieron a punto de acabar con él. Además de las dificultades económicas que arrastró en sus primeros años de vida, fue víctima de los bombardeos y combates durante la Guerra Civil, que convirtieron su estación superior en una ruina. Tras vivir una buena segunda etapa, sobre todo durante los años 60, sufrió un accidente con heridos en 1976 -la caída de uno de los coches por la rotura del cable- que lo dejó inactivo hasta 1983, cuando empezó su etapa actual, renovado gracias a las movilizaciones vecinales.
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