Fenómenos paranormales en el monasterio de Derio: «Una hermana entró a limpiar y decía que estaba el demonio»
En la segunda entrega de una serie de vídeos, la abadesa de las monjas de Belorado sigue relatando los supuestos fenómenos paranormales en el convento vizcaíno: «Mario Iceta nos ayudó con bendiciones y exorcismos»
Las monjas de Belorado siguen relatando por entregas, en una serie de tres vídeos, los sucesos paranormales que dicen haber experimentado en su convento de ... Derio y que les llevaron a adquirir el monasterio de Orduña, en una operación que desencadenó de alguna manera su enconado conflicto con la Iglesia Católica. El responsable de prensa de la comunidad ha difundido hoy el segundo capítulo del serial, en el que la abadesa –o exabadesa, según desde qué parte enfoquemos en enfrentamiento– relata que el obispo Mario Iceta hizo o mandó hacer dos exorcismos en el recinto, pero quizá convenga empezar con un resumen de lo publicado, según la tradición de los seriales. En la primera entrega, sor Isabel de la Trinidad explicó que notaron un ambiente raro desde el momento en el que parte de la comunidad se estableció en Derio, con ruidos extraños, visiones del demonio, presencias inquietantes, el tacto de manos frías en la espalda... En 2019, cuando sor Israel -la más joven de la comunidad cismática- visitó Derio, «se abrió el infierno» y la religiosa madrileña pasó una noche entera sintiendo cómo Satanás intentaba abrir por la fuerza la puerta de su celda. Ahí, en un pico de acción, nos dejó el primer vídeo.
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En el segundo, sor Isabel continúa el relato: «Ella resistió haciendo jaculatorias, rezando, y al final la presencia desapareció, pero la dejó muy afectada. Cuando volvió para hacer la profesión, notamos en toda la casa que discutíamos mucho, que por cualquier cosa teníamos un malestar, un desafecto. Antes teníamos discusiones, pero no esa tensión que se sostiene en el tiempo. La comunidad estaba completamente dividida en dos y era muy agresiva esa relación». La propia abadesa de entonces solía decir «que no soportaba el sitio, que era imposible para ella vivir aquí», y pasaba mucho tiempo fuera. Poco a poco, se superó la reserva y se comenzó a hablar del asunto en el discretorio, el órgano de gobierno de la comunidad. «Había que decir 'se ha aparecido el demonio', o 'hay pasos por la noche, hay golpes en los techos, se arrastran cosas'», afirma sor Isabel.
El miedo, siempre según su relato, hizo presa en las monjas, que sentían «una desprotección muy fuerte, sobre todo al atardecer», y evitaban quedarse solas en algunas partes del convento. «La zona de sótanos era la más dura. Intentamos hacer allí un pequeño obrador, lo llamábamos Obraderio, y allí se hacían trabajos, pero cada vez menos: si no había dos o tres hermanas, nadie iba, ni a buscar cosas. Era una sensación de todas. Te venían con tal pavor... Quizá lo más significativo sea el pavor, el miedo, la angustia, la sensación de horror. Una hermana entró al caserío (un edificio adjunto al convento) a limpiar y me decía que estaba el demonio en la zona de los niños y había sido horrible, se quedó paralizada, no se podía mover».
Un ataque permanente
Las monjas de Belorado y Derio encontraban difícil desvelar todo esto a la federación de clarisas –«no se lo puedes contar a cualquiera sin que te diga que estás mal de la cabeza y que te cuides», dice la abadesa–, pero sí acudieron al obispado de Bilbao, encabezado en aquel momento por Mario Iceta, el mismo que, ahora como arzobispo de Burgos y comisario pontificio para resolver el conflicto, centra las iras actuales de las monjas. «Ya desde el año 16-17, pedimos a don Mario que hiciera bendiciones, por los ruidos, el malestar, las tensiones... Cuando llegamos al año 20, que estaban aquí Sor Sion y sor Israel, yo decía 'a ver qué pasa con las jóvenes'. Con las que eran profesas había un ataque permanente, era agotador: no teníamos vida. Se lo íbamos contando a don Mario y nos decía que era normal la presencia del demonio en casas religiosas. Le pedimos que nos ayudara con bendiciones y exorcismos y él se mostró favorable y vino en dos ocasiones a hacer el exorcismo en toda la casa, bendiciones para expulsar el demonio... Le pedimos también que viniera algún exorcista y nos puso un confesor ordinario que era exorcista de la diócesis y venía cada quince días».
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Pero, y así concluye el segundo vídeo, aquello no funcionó: «No conseguimos salir adelante. En algún momento decías 'qué bien, nos hemos quedado tranquilas', pero volvía otra vez todo». El desenlace queda para la tercera entrega, próximamente en sus pantallas.
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