«Nuestra experiencia fue maravillosa»

Salaberri reconoce que ellos fueron «un poco rara avis en el mundo de la adopción», porque su experiencia fue «maravillosa a todos lo niveles, incluso de velocidad». Tardaron en torno a un año, aunque conocen parejas que «han desistido porque han estado esperando cinco o seis y ya no tenían más energía».

Acudieron a la Diputación y formaron parte de «la primera remesa de padres que hizo el curso» de preparación. La formación fue dura, porque «hablaban de todas las cosas malas, de los miles de problemas que pueden surgir». Analizaron además su situación, su salud, aspectos psicológicos... El país de origen -ellos eligieron Etiopía- también debía darles el visto bueno, porque las condiciones «son diferentes» en unos y otros.

Viajaron a Adis Abeba a recoger a su hijo, pero primero permanecieron una semana allí realizando «una adaptación». «Te dicen que vas a tener una entrevista con el director del orfanato, que es la única media hora que vas a estar con él, y que lo que quieras saber lo tienes que preguntar ya», recuerda. Les dijo que el pequeño, de algo más de un año, «no hablaba, no andaba, no sonreía, apenas comía... solo lloraba». Pero Joanes «se adaptó muy rápido» a su nueva vida.

Cuenta Salaberri sin esconder su alegría que «con el hermano enseguida conectó; se dio cuenta de que eran diferentes, pero de que había una conexión». Y habla de su hijo con un marcado orgullo. «Acaba de terminar la ESO, tiene su cuadrilla de amigos. Ha habido un camino más largo, pero ha llegado al mismo lugar que cualquier otra persona».