Vuelven los versos sueltos a Bilbao
Cientos de personas acuden todos los martes a recitar y escuchar poesía en un encuentro único en toda España
Luis GÓMEZ
Viernes, 23 de octubre 2020, 00:29
Son versos sueltos en plena pandemia. Y, sinceramente, da gusto verles oír y recitar poesía. Desde el 18 de febrero de 1992, que se dice pronto, miles de personas han reservado las tardes de los martes de sus vidas –ya van 1.024– para entregarse a su afición más apasionada: las Tertulias Poéticas. No pueden vivir sin ellas. Lo de Bilbao, todo hay que decirlo, no tiene parangón en el mundo. Es de las pocas ciudades, junto a Santiago de Cuba y la mexicana Morelia, donde los versos y rimas siguen atrayendo a un público fiel. Por supuesto, es la única ciudad española que mantiene una tradición que arrancó en el antiguo Café Boulevard.
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Ahora se reúnen en el Centro Cívico La Bolsa, en el corazón del Casco Viejo. El pasado martes tocaba familiarizarse con los sonetos de Pablo Bilbao Arístegui. Volvían a reunirse siete meses después del último encuentro –el pasado 10 de marzo–, que coincidió con el 104 aniversario del nacimiento de Blas de Otero. Regresaron con un aforo limitado, ya que sólo se permitió el acceso a 35 personas, que «cumplieron escrupulosamente las normas de protección higiénico sanitarias», incidió Marino Montero, relaciones públicas de la Asociación Artística Vizcaína e impulsor de esta iniciativa junto a Zenón García.
Poesía con mascarillas rojas
Pero el primer paso de esta nueva etapa ya estaba dado. A los anfitriones, que están de celebración por su 75 aniversario, se les veía entusiasmados. Rogaron que todos los asistentes acudieran con mascarillas y el público respondió poniéndose los elegantes protectores corporativos, de color rojo.
«¡Qué bien lees, Fernando!», se oyó entre el público.
Pero Fernando Zamora, expresidente de la Asociación Artística Vizcaína, no las tenía todas consigo. «Con las mascarillas no se oyen tan bien las palabras porque se escapan», se lamentaba.
Nadie pareció incomodarse por ello.
–«¿Falta alguien de leer?», sugirió Seve Calleja, que ejerció de maestro de ceremonias y aprovechó el acto para presentar su último libro, 'Memorias impublicables-Semblanza de Pablo Bilbao Arístegui'.
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En estas tertulias lo mismo se leen obras de poetas consagrados que de autores que buscan la gloria. O de escritores sin demasiado nombre, pero que suscitan un enorme interés. Lo mismo se recurre a Blas de Otero y Juan Ramón Jiménez que se tira de poetas totalmente desconocidos.
Todo vale para una parroquia bastante reducida por la pandemia. «Hoy estamos entre amigos y somos pocos, ¡pero cómo disfrutamos!», se felicitaron, mientras Fernando cuidaba la pronunciación en la lectura de un poema que Arístegui dedicó a Blas de Otero.
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'Drama sin par, sin ganga ni mampara
el tuyo: alma al frío del relente
en viva carne; olas en fervente
quebraron el cristal de la alquitara'.
«Queremos que sigáis leyendo más poemas», se escucharon a algunos asistentes. Normal. Les sabía a poco tras una larga travesía que les hizo sentirse en familia. «Si no hay pasión, no hay poesía porque la poesía es pasión», recordaba Mon tero. «Cada uno la puede interpretar de una manera. Decía Dylan Thomas (poeta, escritor de cuentos y dramaturgo británico) que él empezó a escribir porque se enamoró de las palabras. La poesía es, sobre todo, la belleza de la palabra. Luego cada uno puede expresarla en tono reivindicativo o romántico. Ya no está Bécquer, pero no importa, está Mario Benedetti», aseguraba Zamora.
¿Qué tiene Bilbao para que la gente alucine con la poesía y estas tertulias sigan más vivas que nunca en tiempos tan complejos como los actuales? «Las tertulias se han mantenido con ganas e interés. Arrancaron un 18 de febrero, festividad de Santa Constancia, y, casualmente o no, esta es una labor de constancia. Se suceden un martes, y otro, y otro...», subraya Montero. «Es el triunfo de la perseverancia».
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Para que nadie se quede al margen, la asociación organiza cursos de recitación y creación. «Me gustaría que la poesía se tratara como algo natural y no como si fuera una cosa de cuatro cursis, aunque a los poetas sólo les leen los poetas», recordaba hace años Zamora. «El recitador no sólo debe poseer voz, sino expresar matices», insistía. «Hacer poesía es facilísimo. Hacerla bien, muy difícil. Sostenía Cervantes que los poetas buenos son intérpretes de los dioses y que los malos representan la idiotez e ignorancia del mundo. Poesía es comunicación», esgrimía.
En este Bilbao que alucina con la poesía, los acólitos de las rimas reivindican que lo bien hecho siempre vale. Zamora recordaba que una mujer le comentó un día que lo más bonito que había recibido el día de su cumpleaños fueron unos versos que le dedicó su marido. Son este tipo de cosas las que tanto fascinan a los versos sueltos que pueblan Bilbao, una ciudad a la que ponen rima todas las semanas en las Tertulias Poéticas de los Martes.
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No lo leyeron, pero lo anunciaron: «Seguiremos dando pasos con este singular periplo poético sin parangón en este confuso 2020». Palabra de Montero y de todos estos hombres y mujeres con alma de poetas.
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