¿Para qué sirven los servicios públicos de empleo?
El SEPE apenas logra recolocar a un 2% de los parados de larga duración, un colectivo donde 1,8 millones de personas llevan más de dos años sin encontrar un empleo
a. botija
Sábado, 18 de marzo 2017, 11:25
Urge reforma. Razón: servicios de empleo, y de forma más acusada los de carácter público. A la luz de los últimos datos publicados respecto a su eficacia, este cartel habría de colocarse mañana mismo a las puertas del Ministerio de Empleo y de las respectivas consejerías de los gobiernos autonómicos. Y es que nueve de cada 10 parados no tiene acceso a las políticas activas que se desarrollan desde lo que antiguamente se conocía como el INEM y ahora se conoce por sus siglas de SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal).
No hay que olvidar que, pese a las sólidas señales de recuperación del mercado laboral, todavía hay más de 2,4 millones de personas que llevan más de un año en el desempleo y, a su vez, tres de cada cuatro de ellas (1,8 millones) superan los dos años de búsqueda activa de trabajo sin obtener éxito alguno. Y lo que es incluso peor, uno de cada cuatro parados en España lleva más de cuatro años en esta situación y tiene que esperar de media dos años y medio para encontrar un empleo remunerado.
Son claramente unos «niveles insostenibles», afirman los autores de un amplio estudio presentado esta semana por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) sobre los principales servicios que presta el SEPE, elaborado tras consultar con más de 250.000 desempleados. Y sus respuestas no dejan precisamente en buen lugar a la Administración por su evidente falta de eficacia puesto que el 91,4% de ellos no recibió colaboración alguna desde el antiguo INEM para encontrar un trabajo, y lo que es peor más aún (92%) entre los parados de larga duración.
Los técnicos de Fedea han analizado cómo funcionan los cuatro principales asesoramientos que ofrece el SEPE: técnicas de búsqueda de empleo, orientación profesional, itinerario personalizado y tutoría individual. El resultado ha sido tan revelador como decepcionante. Los que más han aumentado su oferta son los dos primeros y, aún así, apenas alcanzan a dar servicio a uno de cada 10 parados: el 10,7% en el caso de las técnicas de búsqueda y el 10,6% para la orientación.
Para poder hacer un análisis exhaustivo, la Fundación ha tomado el trienio más reciente posible (2013-2015, dado que las cifras del año pasado no estaban cerradas cuando se elaboró el estudio), aunque los expertos subrayan que sus datos son «perfectamente extrapolables». Por colectivos concretos, precisamente quienes llevan más de un año sin encontrar un trabajo son quienes menos pueden acceder a ese tipo de políticas activas (casi el 93% no lo consigue, casi cuatro puntos más que en 2012, en lo peor de la última crisis económica que sufrió el país). Algo parecido pasa por los parados que han agotado ya sus prestaciones (el 92,6% no disponen de esos servicios de ayuda frente al 91% en el resto), mientras que quienes más se benefician son aquellas personas que están en una franja de entre 35 y 54 años de edad.
El nivel más bajo de la OCDE
Otro estudio reciente de Fedea apunta conclusiones en la misma dirección pues los servicios públicos de empleo apenas lo logran en un 2% de los casos, el nivel más bajo entre las llamadas economías desarrolladas, el territorio de la OCDE (en la vecina Francia, por ejemplo, se eleva hasta el 20%). De hecho, un parado tiene que esperar de media nueve meses y medio para recibir su primer servicio oficial por parte del SEPE e incluso prácticamente uno de cada tres ha de esperar un año antes de recibir algún tipo de ayuda.
«Es evidente que hace falta un cambio en la orientación de las políticas de empleo para los parados de larga duración», señala Marcel Jansen, investigador de Fedea y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. A su juicio, «la clave está en la atención individualizada de cada parado por un tutor y en establecer unas políticas de empleo bien diseñadas». En definitiva, se trata de establecer un «traje a medida» que «esté perfectamente adaptado a las necesidades laborales de las personas», apostilló Ángel de la Fuente, director de Fedea.
Los números recopilados por el INE, sin embargo, no animan precisamente al optimismo, al menos no a corto plazo puesto solo el 6% de quienes encontraron una colocación remunerada en los últimos cinco años lo hicieron gracias a las gestiones hechas por una de las oficinas del antiguo INEM, o bien a través de una empresa de trabajo temporal (ETT). Así lo estimó en el último módulo especial sobre el mercado laboral que ha elaborado con datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), cuya conclusión en lenguaje llano bien podría ser que para encontrar un puesto de trabajo hay que «buscarse la vida» literalmente.
Eso es lo que hicieron casi el 90% de los parados durante el último lustro, puesto que sólo el 2,5% lo consiguió a través de una oficina de los servicios públicos de empleo, el 3,6% en una ETT y casi el 5% tuvo más fortuna y se lo ofreció su empleador sin tener que recurrir a intermediarios. La mayoría, no obstante, logró trabajo fruto de sus propios medios. De un lado, casi la mitad (46,7%) lo consiguió recurriendo a familiares, amigos o conocidos, mientras que algo más de una cuarta parte (22,2%) utilizó métodos tradicionales como ir directamente al posible empleador (empresa o particular) o presentando un currículum.
A su vez, el 6,9% pudo acceder a un puesto de trabajo respondiendo a anuncios en los medios de comunicación, incluyendo internet. Y un 3,7% lo hizo a través de alguna institución de enseñanza o de formación laboral, mientras el 7,1% recurrió a algún otro método con más o menos maña que no se especifica. Si distinguimos por el sexo de la persona que estaba en el paro, no existe una variación apreciable. Sin embargo, sí la hay según la nacionalidad. Así, mientras el 42,5% de los españoles accedió a una colocación gracias a su entorno más cercano, hasta el 61,4% de los extranjeros tuvo fortuna recurriendo a este método.