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Pros y contras del internet de las cosas

Tres de cada cuatro empresas lo ven «clave» para su éxito futuro y ya supone una cuarta parte de su presupuesto de tecnologías de la información. Para el resto, la seguridad es aún una «incógnita»

José Antonio Bravo

Viernes, 11 de noviembre 2016, 16:29

Será el próximo gran campo de batalla en la poderosa industria mundial de las telecomunicaciones -en realidad, ya ha empezado a serlo aunque todavía de forma reducida-, al área donde se vivirá la nueva revolución tecnológica, la industrial 4.0. Hablamos del internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés), que aunque ya ha dado sus primeros pasos prácticamente todavía está en mantillas según los expertos porque la digitalización del sector industrial, a día de hoy, sigue siendo más un proyecto ambicioso sobre el papel que una realidad tangible. No obstante, ya hay unos 6.000 millones dispositivos conectados a ese IoT en todo el mundo y se prevé que para 2020 esa cifra se multiplique por 3,2 veces hasta alcanzar los 20.000 millones.

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Las cosas ya están avanzando, como se desprende de los resultados del cuarto barómetro anual sobre este asunto que elabora Vodafone tras entrevistar a más de un millar de compañías de distintos sectores en 17 países de cuatro continentes diferentes, incluidas las primeras economías del mundo y la propia España. Hablamos de empresas de todo tipo de tamaños, desde pequeñas y medianas (pymes de apenas 10 empleados) hasta corporaciones con una plantilla de más 10.000 personas y, además, con presupuestos variados en tecnologías de la información (TI), desde solo 10.000 euros hasta más de 50 millones. Esto es, un universo lo suficientemente variopinto como para conceder una gran representatividad a sus respuestas.

Lo primero que tienen claro las empresas es la importancia del internet de las cosas, un tema «clave» para tres de cada cuatro (el 76%) si se quiere tener éxito en el futuro con independencia del sector donde se opere. Claro que una cosa es decirlo y otra bien distinta hacerlo; por eso, apenas tres de cada 10 organizaciones consultadas (el 28%) ya han adoptado el llamado IoT, aunque algo más de un tercio (35%) tiene previsto lanzar sus proyectos de este tipo en menos de un año. La evolución en este sentido es manifiesta: en el barómetro de 2013 solo el 12% de las compañías consultadas había lanzado proyectos de comunicación máquina a maquina (M2M), el antecedente del internet de las cosas pero sin agotar las opciones que esta tecnología puede ofrecer.

Al año siguiente un 22% de las empresas se habían unido al M2M y empezado también con el IoT; en 2015 ese nivel llegó al 27% y hoy va camino de llegar a un tercio aunque con lentitud. Eso sí, de entre quienes ya están conectadas a esta digitalización nueve de cada 10 (el 89%) han aumentado su uso en los últimos 12 meses, mientras casi dos tercios (63%) han logrado «importantes» retornos de la inversión realizada, fundamentalmente en el sector industrial (allí el 86 ha visto mejoras «significativas»). Y ese buen rendimiento también se ha traducido en un aumento de la dotación económica destinada al internet de las cosas. Así, representa casi una cuarta parte (24%) de su presupuesto para tecnologías de la información, por encima ya de lo que destinan (23%) para el almacenamiento de archivos y la denominada nube digital; además, cuatro de cada 10 (el 41%) ha elevado esa partida en los últimos 12 meses.

Distintas aplicaciones

Pero, ¿qué cosas han hecho las empresas gracias al llamado internet de las cosas? Pues la mitad de ellas (el 51%) ha aprovechado este tipo de proyectos para optimizar el uso de sus activos y vehículos, por ejemplo, para gestionar flotas o monitorizar de forma remota su maquinaria. Un porcentaje similar (el 48%) lo ha utilizado para reducir los gastos de explotación en sus instalaciones, por ejemplo, automatizando sus edificios. Otro 46% ha recurrido a ello para mejorar la seguridad (cámaras, localización de trabajadores, monitorización de lugares de riesgo), un 42% para automatizar el suministro (máquinas expendedoras, letreros digitales), y otro 41% para desarrollar nuevas categorías de productos y/o servicios.

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Para cerrar el capítulo de los beneficios del IoT habría que acudir a las cifras de ingresos de las compañías. Dos de cada 10 (el 21%) dicen que su negocio ha crecido más de un 10% en el último año gracias a él y prácticamente cuatro (el 38%) señala que ese incremento ha sido superior al 5%. Incluso en Estados Unidos, más avanzado en ese terreno, más de la mitad de las empresas (55%) afirma que ha podido elevar su facturación un 20%. Por el lado de los costes, el 19% los ha reducido gracias a esa automatización de su empresa, prácticamente los mismos (20%) que señalan que han acortado su tiempo de inactividad gracias a este tipo de iniciativas digitales.

Los principales riesgos, por el contrario, llegan por la parte de la seguridad. Para una de cada tres empresas (33%) ese aspecto respecto al IoT resulta todavía toda «una incógnita», mientras que dos de cada 10 (el 18%) afirma que esa «preocupación» podría «ser un obstáculo» para ampliar el desarrollo del internet de las cosas en sus organizaciones. Uno de los problemas que observan sus responsables es que «la creciente complejidad» de este tipo de conexiones «dificulta la gestión de riesgos». Así lo piensa, al menos, el 28%, mientras que solo la mitad de ellos (14%) mira más a la reputación, es decir, teme «la reacción negativa de algún cliente o de los medios» con respecto a los datos que recopilan -protección de la privacidad puesto que revelan hábitos de sus usuarios que luego pueden ser explotados con fines comerciales-.

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Hasta ahora el internet de las cosas ha consistido, fundamentalmente, en ir sumando distintos tipos de dispositivos conectados a la Red más allá de los habituales 'smarphones', 'tablets' y ordenadores personales. Hablamos desde cámaras de vigilancia y grabadores digitales hasta 'routers' domésticos pasando por impresoras, altavoces y diferentes electrodomésticos (frigoríficos, cocinas, lavadoras, etcétera) Es lo que trae la denominada 'casa inteligente' pero el problema, según el experto en tecnologías de la información Enrique Dans, es que son «muy fácilmente vulnerables» porque las actualizaciones de los 'software' con los que trabajan son poco habituales.

Eso les hace terreno abonado para las piratas informáticos y, aunque hasta ahora no se había reparado mucho en ello por no ver claro el interés de los ciberdelincuentes -más interesados hasta ahora en otro tipo de ofensivas directas contra empresas y particulares-, el ciberataque masivo realizado el pasado 21 de octubre a los servidores de EE. UU. y Brasil -el mayor de la historia en denegación de servicios (las máquinas conectadas a ellos quedaron inutilizadas durante horas), según los especialistas- demuestra a las claras que el problema puede terminar siendo mayúsculo.

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