La crisis se ceba con los trabajadores foráneos en el País Vasco
En los últimos cinco años expulsa del mercado laboral a 42,000 personas, casi una quinta parte del total
José Luis Galende
Lunes, 3 de octubre 2016, 01:16
La crisis de la que comienza a recuperarse la economía vasca ha sido inmisericorde con los colectivos de trabajadores con mayor movilidad. Casi una de ... cada cinco personas de todas las procedentes de fuera del País Vasco que tenían trabajo hace cinco años lo han perdido. En concreto, 42.300 de 217.900. Por contra, entre los trabajadores autóctonos la pérdida de empleo solo ha afectado a un 5% (37.200 de 731.800). Además, la mayor parte de las personas que vinieron de fuera y que han perdido su trabajo han abandonado Euskadi, un contrasentido cuando todas las estimaciones apuntan a que pronto la comunidad autónoma será importadora neta de mano de obra.
La estadística del INE sobre movilidad laboral, que se inicia en 2010, intenta medir la disposición de los trabajadores a moverse por la geografía nacional y autonómica en busca de empleo, sobre la base de la ubicación del municipio de su residencia anterior. Los datos del País Vasco revelan que el 44,9% de los trabajadores ocupados en el primer trimestre de 2015 (el más reciente de esta estadística) habían cambiado de municipio de residencia en algún momento de su vida, mientras que el 35% residían en el mismo en que habían nacido; en total, casi el 80%. El resto, los procedentes de otras comunidades y de otros países sumaban el 15% y el 5,2% respectivamente de la fuerza laboral ocupada; algo más del 20%. La situación era algo diferente hace cinco años, con mayor presencia de los trabajadores foráneos (23%).
La expulsión del puesto de trabajo de las personas procedentes de fuera de Euskadi fue aún más allá, porque en la mayor parte de los casos se tradujo en su salida del territorio vasco. Así lo indican las cifras de paro y de ocupados. Y es que mientras se destruían 42.300 puestos de trabajo desempeñados por ese segmento de personas, el paro entre ellas solo crecía en menos de 10.000 en los cinco años de referencia. Es decir, ha habido una significativa caída de la población activa procedente del exterior: ha pasado del 23,5% al 20,9% del total.
Por contra, entre el resto de trabajadores no se produjo el fenómeno de expulsión geográfica, porque la pérdida de 37.200 ocupaciones fue acompañada de un aumento del paro de 52.700 personas. En este caso, y a diferencia de lo sucedido con los foráneozs, la población activa ha crecido ligeramente, en 5.600 personas, lo que se ha traducido en pasar del 76,5% al 79,2%.
La protección que el mercado laboral ha brindado a los trabajadores autóctonos en perjuicio de los llegados de fuera se produce en un escenario que causa extraordinaria preocupación en los poderes públicos y que será uno de los retos del Gobierno de Urkullu paras estos próximos cuatro años: la evolución de la población activa, lastrada por una de las tasas de natalidad más bajas de Occidente, que no garantiza el relevo generacional como demuestran ya los datos demográficos de los últimos años, y por el envejecimiento de la población, especialmente acusado en Euskadi.
Con una de las tasas de actividad más bajas de España, solo por encima de las de Asturias, Extremadura, Castilla y León y Galicia, el País Vasco tiene una de las sociedades más envejecidas, lo que convierte en un desafío colosal sostener en el futuro las coberturas sociales.
El Gobierno vasco destina este año más de 25 millones de euros a ayudas directas por nacimientos e hijos a cargo, y además existe toda una panoplia de medidas para facilitar la maternidad/paternidad, que deberían redundar a medio plazo en una subida de la natalidad. Pero por el momento, esta variable se mantiene en la comunidad por debajo de la media nacional y en la parte de abajo del ránking de comunidades autónomas.
En concreto, la tasa vasca de natalidad está en el 8,7 nacimientos por mil mujeres (media nacional del 9 por mil), cuando la tasa de remplazo se sitúa en 21 según los expertos. Es decir, la sociedad vasca y la española están en menos de la mitad de lo deseable, lo que solo deja la vía de las migraciones para mantener el nivel de la población vasca.
Lo curioso del caso es que Euskadi tendrá que recurrir en el futuro a importar la mano de obra que en tiempos de crisis le ha abandonado. En momentos como el actual cabe pensar que no tendrá grandes problemas en una sociedad pacificada y cuyas condiciones laborales se encuentran en los puestos de cabeza de España. Sin embargo, hay que recordar que hace una década mucha empresas vascas vieron frenado su desarrollo por falta de mano de obra cualificada.
Cada año se jubilan en la comunidad autónoma vasca cerca de 20.000 trabajadores y en torno a otros 4.000 abandonan el mercado laboral por invalidez. La primera de estas cifras evoluciona al alza, y se acelerará en los próximos años. Pues bien, para reponer estas bajas cada año nacen en Euskadi menos de 19.000 niños.
Estas cifras de los organismos oficiales nacionales y vascos se completan con unas 20.000 defunciones al año, para arrojar un balance final muy preocupante, que como primera consecuencia tiene un paulatino descenso de la población, que va camino de caer por debajo de los 2,1 millones de personas. A falta de políticas de natalidad más efectivas, solo una fuerte creación de empleo y la llegada de trabajadores de fuera de Euskadi puede remediar el declive a largo plazo, como ya sucedió en alguna medida en los años previos a la crisis.
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