La caída de las nuevas pensiones de jubilación se asienta en Euskadi tras seis meses a la baja
Las reformas en marcha dejan sentir sus efectos y las concedidas en junio son ya 37 euros más bajas que las del mismo mes de 2015
José Luis Galende
Viernes, 26 de agosto 2016, 02:05
La pensión media ha subido en agosto el 2% en la comunidad autónoma vasca, hasta 1.110 euros (un 1,9% en España, hasta 889) ... con respecto al mismo mes del año pasado, con lo que se cumple una vez más el guión no escrito del sistema de crecimientos continuos de las prestaciones. Sin embargo, esa situación tiene fecha de caducidad, como demuestra el hecho de que las nuevas pensiones de jubilación que se han concedido desde enero sean ya inferiores a las de un año antes. La causa no es otra que las duras reformas incorporadas al sistema en 2013 para garantizar su viabilidad y, en parte, la consecuencia de la larga crisis económica. La prestación media de jubilación -que condiciona a medio y largo plazo la tendencia del resto de pensiones-, fue el pasado junio 37 euros inferior a la del mismo mes de 2015 (19 euros menos en el conjunto de España). Y sucede por sexto mes consectivo.
No ha sido una sorpresa para nadie, porque ya desde hace un año esta situación de descenso venía produciéndose de una manera ocasional. Pero desde enero pasado, la evolución se ha consolidado e incluso agudizado a medida que dejan sentir su influencia las diferentes modificaciones introducidas por la ley 27/2011 de reforma de la Seguridad Social, que entraron en vigor en 2013. Una tendencia en la que ya no es posible la marcha atrás y que llevará en unos pocos años a que la pensión media del conjunto del sistema comience a bajar. Así lo adelanta la tendencia de los últimos años, que ha pasado de subidas anuales del entorno del 5% en la prestación media al 2% de este agosto.
La situación de descenso no es aún generalizada en todas las comunidades autónomas, pero la evolución del conjunto del sistema no deja lugar a dudas sobre lo que va a suceder en el futuro, y que previsiblemente se agravará a partir de 2019, cuando entre en vigor el último cambio previsto, que incorporará al cálculo de la pensión la evolución de la esperanza de vida de los últimos cincos años.
Desde 2019, a más esperanza de vida, menor pensión
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Si a alguien se le ocurre pensar que no se va a ver afectado por la tendencia a la baja de las pensiones o cree que la situación va a mejorar, que lo vaya borrando de su disco duro. Todo lo contrario. No solo las reformas en marcha van a agudizar sus efectos sobre la prestación final que reciban las personas a su jubilación, sino que ya está previsto un nuevo tijeretazo para el 1 de enero de 2019.
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Tal como está ahora mismo la regulación, en esa fecha entrará en vigor el factor de sostenibilidad, que aplicará a las nuevas prestaciones recortes equivalentes al aumento de la esperanza de vida de los últimos cinco años. Como ese dato lo proporciona el Instituto Nacional de Estadística con un año de retraso, será el que corresponda de 2012 a 2017.
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En 2012 esa esperanza de vida era de 82,27 años y en 2015, de 82,70 años. Es decir, casi medio año más, lo que supone, en solo tres ejercicios, un incremento de más del 2% de lo que va a vivir un trabajador después de jubilarse. Además, no son previsibles revalorizaciones anuales superiores al 0,25% anual mientras el sistema tenga déficit.
Por debajo de 1.700
La tendencia a la baja de las prestaciones es tan clara en Euskadi que se puede asegurar sin riesgo de equivocación que los 1.707,5 euros alcanzados por la prestación media de jubilación en septiembre del año pasado -la más alta jamás abonada- no va a volver a repetirse en muchos años, probablemente en décadas, si es que alguna vez sucede. En junio pasado fue de 1.586,20.
En cuestión de pensiones, las reformas del sistema tardan toda una generación en dar plenamente sus frutos, ya que no solo la introducción de los cambios es paulatina -los actuales finalizan en 2027-, sino que demoran su extensión a todos los beneficiarios del sistema al aplicarse solo a los nuevos pensionistas. Ello explica que, pese a los duros ajustes introducidos, el gasto siga creciendo a un ritmo del 3,20%, como indican los datos de la nómina de este mes, que destinó 8.535 millones de euros a pagar más de 9,4 millones de prestaciones contributivas. El 3,2% de subida es fruto de un alza del 1,3% de la cifra de beneficiarios y del 1,9% de la pensión media. En Euskadi, el crecimiento del gasto es similar, ya que la prestación media ha subido el 2% y la cifra de pensiones, el 1,3%. La Seguridad Social pagó a comienzos de agosto en la comunidad casi 604 millones de euros.
Son varios los factores que están contribuyendo a la reducción paulatina de las nuevas pensiones de jubilación. La primera, y probablemente la más importante, la ampliación del periodo que se computa para calcular su cuantía, que ha pasado de 15 a 19 años desde 2013, y que está previsto que llegue a los 25 en el 2022. Aunque la crisis ha causado estragos en las retribuciones de los trabajadores, el tomar las de años más antiguos sigue influyendo de forma negativa en el cálculo final, ya que en la mayoría de los casos son más bajas.
Penalizaciones
El aumento de los años cotizados para tener derecho a una pensión completa, que será de 38,5 años en 2027 y que este año es ya de 36, está ajustando también lo que perciben los nuevos pensionistas con carreras de cotización cortas, ya que no alcanzar el periodo exigido conlleva penalizaciones.
Y otro tanto sucede con el aumento de la edad de retiro, que será de 67 años en 2027 y que en el presente ejercicio es de 65 y cuatro meses, salvo para las personas que han cotizado más de 36 años.
Por otro lado, también contribuye a la caída de las nuevas prestaciones de jubilación la pérdida de empleo de muchos trabajadores en el tramo final de su vida laboral, lo que les obliga a retirarse de manera anticipada con fuertes descuentos. De hecho, la edad media de retiro no ha crecido estos años pese al aumento de la edad oficial.
También influyen las numerosas incertidumbres sobre el propio sistema -con un elevado déficit, que se resiste a bajar a pesar del aumento de trabajadores afiliados-, lo que lleva a muchas personas a jubilarse a la primera oportunidad que tienen, lo que se traduce en las citadas penalizaciones.
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