«Hay piratas en la obra pública que exigen jornadas de doce horas a cinco euros»
El líder del primer sindicato vasco critica el incumplimiento de los convenios y culpa a la patronal del bloqueo de las negociaciones
José Luis Galende
Sábado, 28 de noviembre 2015, 22:17
Condiciones laborales «miserables»; arreglo de habitaciones de hotel a tres euros, prolongaciones de jornada que no se pagan, exigencia de doce horas de trabajo al ... día... El gran problema de las relaciones laborales en Euskadi es que no se cumplen ni siquiera los pocos convenios vigentes, denuncia el secretario general de ELA, el primer sindicato vasco. Una situación que es más sangrante, critica, cuando se da en la obra pública, donde la inacción de los poderes institucionales permite que se subcontrate a cinco euros la hora de trabajo. Es imposible llegar a acuerdos con los empresarios, argumenta, porque los políticos les han dado tanto poder que ELA no encuentra un punto de coincidencia con ellos.
- ¿Tienen capacidad los sindicatos para mejorar la situación ante la pérdida de derechos laborales en esta salida de la crisis?
- ¿Y quién si no? Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer? La crisis ha supuesto una catarsis en pérdida de derechos y la consolidación de una realidad muy precaria con mucha miseria laboral. Si no logramos reconstruir el poder sindical, el sistema capitalista va a acabar con el sindicalismo vía vegetativa.
- ¿Cuál es la vía para recuperar la influencia, en especial entre los jóvenes?
- El sindicato tiene que crear conciencia social y en los centros de trabajo para ser un instrumento útil para la gente que más sufre. Tiene que explicar la miseria laboral; quién está ganando con esta situación; que detrás de la caída salarial hay un empobrecimiento general de la sociedad (pensiones, educación, sanidad). Si no consigues una base militante, el sistema acaba contigo, con la identidad colectiva que es el sindicato.
- Con un Gobierno diferente después del 20 de diciembre, ¿la situación puede cambiar o empeorar?
- Hace poco leía una entrevista de un autor italiano que decía: «La mafia que yo conocí tenía reglas». Pues bien, este sistema capitalista no tiene reglas; ha creado una estructura en Europa para hacer irrelevante el voto del ciudadano. Eso se ha visto en Grecia con Siriza, donde el Gobierno tuvo que aceptar condiciones peores de las que pretendía la Troika pese a ganar las elecciones y un referéndum. La regeneración de la izquierda, imprescindible, se tiene que hacer sobre la base de discutir ese hecho; de lo contrario, los cambios en voto no van a cambiar la política. Es significativo que la primera vez que Europa flexibiliza el déficit lo haga para que los franceses compren armas. Sin embargo, no lo ha hecho con la crisis humanitaria tremenda, que le es indiferente. La izquierda europea está traumatizada después de Grecia y, o despierta o se la comen.
«Cataluña no se supedita al Estado, como está sucediendo aquí»
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Adolfo Muñoz subraya que desde el sindicato ELA se ve con mucha satisfacción el proceso soberanista de Cataluña, aunque señala que para legitimarlo será necesaria finalmente una mayoría por referéndum. También precisa que la situación en Euskadi no se parece ni a la de Escocia ni a la de Cataluña.
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- ¿Cómo ve ELA el proceso soberanista de Cataluña? ¿Cree que es trasplantable a Euskadi?
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- Lo vemos con mucha satisfacción, porque han decidido que van a un proceso no supeditado al Estado. Tiene de parecido con nosotros que ellos intentaron avanzar con un nuevo Estatut y nosotros con el Estatuto Político. Pero este se metió en un cajón y estamos reeditando legislaturas en las que ni siquiera hay estrategia para un sano autonomismo. A los catalanes se les cepilló dos veces el Estatut, no se les dejó hacer una consulta ni un referéndum y han llegado a la conclusión de que tienen que confrontar democráticamente con un Estado que es involutivo en términos de soberanía nacional. Hoy, ni el PNV ni el Gobierno vasco están ahí. No vemos bilateralidad por ningún lado, salvo para gestionar la involución del Estado.
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- ¿Esa situación puede cambiar tras las elecciones del 20-D?
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- Hasta ahora los resultados electorales en el Estado español han dado dos fuerzas que gestionan el status quo, que defiende que no hay más soberanía nacional que la estatal. A partir de diciembre, serán tres fuerzas las que defiendan lo mismo. No veo cambios sustanciales en este sentido.
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- ¿Considera que se da legitimidad democrática en esta operación de desvinculación del Estado?
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- Yo sí la veo para trabajar en esa dirección, aunque para que termine siendo lo que pretenden tiene que haber una mayoría lograda con elementos de referendo. Los datos en Cataluña dicen una cosa muy importante desde nuestro punto de vista el 5% de los que votan sí a la independencia lo hacen por razones identitarias; el 45% de los que votan no, lo hacen también por razones identitarias, porque son españoles. Pero en Euskadi no somos ni Escocia ni Cataluña; no somos Cataluña porque no se quiere confrontar democráticamente con el Estado -se defiende que es mejor cualquier acuerdo malo que esa opción-; y no somos Escocia porque allí el liderazgo del partido nacionalista escocés no se puede entender sin la referencia que han marcado en el espacio social.
- Más de la mitad de los asalariados vascos no ha renovado su convenio; hay quien sostiene que a ELA le falta cintura para adaptarse a la actual situación y negociarlos.
- Confebask nos propuso hace cuatro años un acuerdo interconfederal, antes de las reformas de Rajoy, que fue parado por las territoriales (Cebek, Adegi y SEA), que querían más, una negociación sectorial donde la empresa pudiera hacer lo que quisiera. Por otro lado, ELA no está, en absoluto, en contra de los convenios sectoriales, pero ponemos dos condiciones: subida de salarios y garantías de aplicación. El problema es que no se aplican los convenios, y en muchos casos las condiciones de trabajo son miserables. Y ante esto te preguntas, ¿dónde está el punto de encuentro con la patronal? Estamos haciendo esfuerzos, pero no encontramos nada de nada. Les han dado mucho poder, y ante las reformas laborales y el bloqueo de los convenios, nosotros buscamos otros ámbitos de juego, como la empresa.
Iniciativa legislativa
- Para intentar frenar ese incumplimiento de convenios en la obra pública ustedes presentaron una iniciativa legislativa popular en el Parlamento. ¿Qué sucedió?
- Nuestra iniciativa buscaba que en ese ámbito se cumplieran unos requisitos mínimos para frenar a una banda de piratas que hay en el sector, que exigen jornadas de doce horas diarias a cinco euros la hora. Piratas alimentados por las grandes empresas. Confebask tachó de disparate la propuesta; el Gobierno y el PNV nos dijeron que quieren licitar las obras a la baja. ¿Qué suelo ponemos, entonces, cuando no se cumple el convenio en ningún sitio, y ni siquiera en las subcontratas del presidente de la patronal? Aquí no hay reglas. No hay voluntad del Gobierno vasco d hablar de nada; ni Urkullu, ni Arantxa Tapia, ni Estefanía Beltrán de Heredia han querido reunirse con nosotros. Solo lo hace Ángel Toña.
- ELA no ha firmado convenios en algunos sectores en muchos años, pero ¿no es mejor un acuerdo con pequeñas mejoras que estar diez años sin ninguno?
- Eso hay que preguntárselo a la patronal. ¿Es acaso un estrambote pedir mejoras salariales cuando hay margen para ellas, o plantear garantías de que los convenios se van a aplicar realmente? Creo que no. Ahí es donde están los escollos la negociación. Sucede en la construcción -a cinco euros la hora de trabajo-; la banca -con trabajo por las tardes sin retribuir-; grandes almacenes -con prolongaciones de jornada-; hoteles -a tres euros la habitación-, telemarketing -con sueldo de 800 euros al mes, etc.- Por otro lado, los convenios del Estado que se están firmando son miserables y no son una alternativa. Al Gobierno vasco y la patronal cada vez les importa menos la dignidad en el trabajo.
- Pero, tal como dibuja el panorama, cabe reflexionar si los sindicatos pintan algo en las relaciones laborales; si tienen alguna influencia...
- No estoy convencido en absoluto de eso. No hay otro instrumento hoy que la capacidad del movimiento sindical para cambiar esa situación. Lo que sí es cierto es que hacerlo es mucho más difícil, y lo es -y esto lo digo con rabia- por la complicidad de la clase política gobernante.
«Una desgracia»
- Cuando los sindicatos van juntos, su influencia es mayor (Lanbide, horarios comerciales...). ¿Sigue sin ser posible la unidad pese a la que está cayendo sobre los derechos laborales?
- ELA lamenta profundamente que no sea posible una alianza sindical y social para frenar el envite que tenemos delante. Es una desgracia. Nos parece una equivocación en la actual coyuntura decir que existe diálogo social cuando las desigualdades sociales aumentan. Nada justifica desde el punto de vista sindical estar en esa mesa.
«Los políticos no van a frenar a la patronal, porque son de plastilina»
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- ¿Qué opina de la propuesta de Confebask sobre el nuevo modelo de relaciones laborales?
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- Que la patronal diga que las relaciones laborales competen a sindicatos y a empresarios, después de que las dos reformas laborales han sido fruto de la presión política que ejerce, es de un gran cinismo. Ni en sueños pensaban que iban a obtener tanto. Nosotros estuvimos dispuestos a negociar, pero la patronal quiere hoy libertad absoluta en la empresa para subordinar el derecho laboral y el salario digno a su concepción de competitividad. Nosotros no vamos a gestionar eso.
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- ¿Pero cree que puede aportar algo?
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- En negativo veo la subordinación de los derechos a eufemismos como competitividad y adaptación de la empresa, que no es otra cosa que el beneficio del accionista. En lo positivo veo que el documento muestra a la patronal tal cual es, y que coincide en muchas partes con el de los expertos del Gobierno que se hizo antes de diálogo social.
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- ¿Y cuál es la respuesta de ELA?
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- A los deseos patronales solo hay dos cosas que los pueden frenar. La política, y eso no va a pasar porque los políticos son de plastilina; y el poder sindical. Si no reconstruimos el poder sindical, nada puede poner freno a lo que está sucediendo. En EE UU, los trabajadores de una empresa sindicalizada ganan un 18% más que las otras, y además tienen Seguridad Social. Aquí estamos viendo a una Europa sin reglas. Esta gente está defendiendo unas relaciones laborales basadas en el miedo, a lo que solo puede hacer frente el poder sindical; y sin el mismo, no hay democracia.
- ¿Ni siquiera es posible la unidad de acción con LAB?
- LAB va a correr la suerte política del partido, EH-Bildu. Y lo digo tras la experiencia guipuzcoana y viendo lo que está pasando en Navarra. Todos los modelos del mundo partido-sindicato han apartado al sindicato cuando llegan al Gobierno. ELA y LAB juntos podrían lograr resultados distintos en lo sindical, social y político.
- ¿Teme ELA el avance de LAB, el único sindicato al alza, que se acerca al 20% de cuota?
- Ya le gustaría a LAB estar estancado en nuestro nivel. En esta coyuntura tiene un gran mérito, un éxito indiscutible, mantenerse en el 40%.
- La última campaña de denuncia de ELA, con fotos de grandes empresarios, que está levantando ampollas, ¿habría sido posible cuando había terrorismo?
- Nosotros ya hicimos algo similar antes del fin del terrorismo. La patronal, en este sentido, ya nos conoce y sabe dónde estamos. Y a partir de ahí, la denuncia es meramente descriptiva. Nuestra gente está encantada con la campaña. Las personas que sufren no son anónimas y quienes deciden las condiciones en que trabajan, tampoco. Que conozcan a los responsables es un elemento pedagógico. Y es que si yo pincho en internet Ignacio Galán + salario y me sale la página web de EL CORREO que dice que gana 42.000 euros al día, está claro por qué está su foto en la nueva campaña que hemos emprendido.
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