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Lázaro Milikua trabaja desde su localidad natal, a las faldas del Oiz,por recuperar al perro vasco por antonomasia, en peligro de extinción. PANKRA NIETO

El hombre que susurra al perro pastor vasco

Desde su caserío en Garai lleva medio siglo luchando por recuperar esta especie, en peligro de extinción. «Mi padre nos inculcó el amor por el caserío y la defensa de la tierra», advierte Lázaro Milikua

MANUELA DÍAZ

Garai

Lunes, 12 de octubre 2020

Cuenta Lázaro Milikua que cuando RTVE eligió su caserío en Garai para mostrar la riqueza de las tradiciones vascas a principios de los 80, ... su padre Gabriel ni se inmutó. Para un hombre de campo, sin estudios, pero gozoso de la sabiduría que da la tierra, capaz de reproducir un yugo con un solo vistazo, de tejer, hacer pan, arar la tierra y sentarse a contar historias junto a las ascuas, el hecho de salir en un programa de la televisión como fue 'Vivir cada día', era algo superfluo. Lo más importante, solía decirle al joven Lázaro, son las raíces.

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Y aunque la vida de Lázaro le conduciría por otros derroteros ligado a los libros –estudió Magisterio-, se mantuvo pegado a Garai como si su figura hubiera sido pintada en uno de esos cuadros de los hermanos Zubiaurre, incapaz ya de borrarle de aquel paisaje con vistas a la cordillera de Urkiola. Sacó las oposiciones de Secretario municipal y, aunque podría haber elegido cualquier otro destino, decidió seguir contemplando el valle del Duranguesado desde la posición aventajada de las calles de su anteiglesia.

El mundo rural y el pastoreo que respiró desde niño, se convirtió en su estandarte. Y todo por un campeonato. Recuerda que con 15 años asistió a su primer concurso canino. «En casa vivíamos con animales y trabajábamos con perros, pero al ver lo que eran capaces de hacer en un concurso, me fascinó». Observar cómo obedecían al pastor con apenas un silbido o un golpe de voz, comprobar la destreza del can con las ovejas, su inteligencia y serenidad marcaron un antes y un después.

Pero no fue hasta diez años después cuando entró en Gerediaga, asociación que organiza cada año la Azoka, y empezó a encargarse de organizar el campeonato de perros de pastor de Euskal Herria, además de ocuparse durante 26 años de la secretaría. Corría el año 1978 y el mundo del pastoreo y de las tradiciones estaba en pleno apogeo. Tras ese primer certamen, también se asoció a Euskal Artzain Txakurraren Elkartea (EATE). Su vínculo con estos canes se había intensificado.

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Por aquel entonces, pastores como el navarro Patxi Etxebarria eran auténticos ídolos. «Venía la víspera y todos querían estar junto a ellos, eran uno, no se separaban ni para comer o dormir», recuerda. No había dinero en los campeonatos, pero se fraguaba amistades y se vivía el mundo del pastoreo con pasión y orgullo. Pero los tiempos cambian y la decadencia del mundo de ese trabajo ligado a los rebaños, al monte y a los canes hizo acto de presencia.

El pastor vasco, cuya presencia era mayoritaria en los caseríos, pasó a estar en peligro de extinción. Hace dos décadas su presencia se tambaleó. Coincidió con la entrada del border collie en Euskadi. No solo se dejó de apostar por la raza autóctona, sino que comenzaron a mezclarse razas. El iletsua, la variedad más vista en Gipuzkoa y Arratia, «casi se extingue», afirma Milikua, y el gorbea iba por el mismo camino. Este hecho, unido a que los pastores se cuentan con los dedos de la mano, provocaron el declive de la raza.

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Solo 80 ejemplares

El retroceso del perro pastor, empujó a EATE a prohibir la participación de los border collie en un certamen que estaba hecho a su medida. Banderines, obediencia. Pero flojeaban a la hora del trabajo duro, de llevar las ovejas al redil, de guiarlas para ponerlas a salvo de alimañas. «Los propios pastores reconocen que el vasco está mejor preparado para el trabajo», admite Milikua.

Lazaro Milikua fue agasajado en el último certamen que organizaba Gerediafa el pasado año. M. DíAZ

Y a pesar de todo, apenas existen en torno a los 80 ejemplares dedicados al trabajo en el caserío. Su cría está alejada de las modas pasajeras que hoy se decanta por el braco de Weimar y mañana por el caniche color canela. Y aunque si que hubo cierto 'boom' hace dos décadas, verlos correr en el campo se está convirtiendo en algo inusual.

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La visibilización de estos canes en los campeonatos es, a juicio de Milikua, fundamental para su supervivencia. En ellos se puede apreciar «su obediencia, inteligencia y su porte». Sin embargo, han empezado a trabajar en darle un nuevo giro que permita sacar las mejores cualidades de perro vasco por antonomasia.

«Desde pequeño mi padre nos inculcó el amor por el caserío y la defensa de la tierra y yo he querido aportar mi granito de arena», ha señalado. El pasado año fue homenajeado en el último certamen que organizaba Gerediaga en las campas de Axpe en Atxondo, por sus más de cuatro décadas de trabajo en favor de la recuperación del perro pastor.

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El homenaje que llegaba junto a la decisión de la asociación que organiza la Azoka de no seguir coordinado el campeonato. Este hecho no iba a significar el fin del concurso, ya que Milikua logró la vinculación de varios ayuntamientos del Duranguesado para mantener esta cita en la comarca. El pasado 20 de septiembre se hubiera celebrado en Garai, pero la pandemia ha impedido su puesta en escena por primera vez en los 53 años de historia del campeonato de perros pastor de Euskal Herria. Y a pesar tanto trabajo por impulsar a este animal, Lázaro confiesa que no tiene can. «No he tenido tiempo por mi trabajo, pero quizás ahora que me he jubilado…», comenta este vecino de Garai.

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