La Diputación pone coto a las carreras masivas en espacios protegidos
Prohíbe las competiciones de bicis eléctricas y limita las pruebas a 150 ciclistas, 300 atletas y 500 marchadores en diez reservas y en 45.000 hectáreas de monte público
La Diputación quiere blindar los espacios protegidos y los montes de utilidad pública frente a los eventos deportivos que resultan masivos, al concitar a ... cientos (en ocasiones miles) de personas entre corredores, espectadores y miembros de la organización. La institución foral ha aprobado una nueva normativa que entrará en vigor el próximo 1 de febrero y que quiere «cumplir con el deber legal de preservar los ecosistemas y la fauna y la flora que habitan en ellos». El nuevo marco prohíbe las competiciones de vehículos a motor (incluidas las bicicletas eléctricas) y limita considerablemente la participación en pruebas de mountain bike (un máximo de 150 dorsales), trail (300) y marchas pedestres (500), entre el 1 de febrero y el 15 de septiembre, que es cuando se considera que puede haber un mayor impacto en los animales. Si una carrera combina alguna de estas disciplinas, tampoco se podrá super el medio millar de inscritos. El resto del año, el máximo permitido queda fijado en un millar.
Las restricciones afectan sólo a aquellas citas que atraviesen total o parcialmente diez espacios naturales declarados. Se trata de los parques de Urkiola, Gorbea y Armañón; los biotopos protegidos de Itxina, Montes de Triano y San Juan de Gaztelugatxe; así como la sierra de Ordunte, las marismas de Urdaibai, sus encinares cantábricos y la sierra Salvada. Además, la obligación de cumplir la nueva normativa se extiende a 45.000 hectáreas de montes de utilidad pública y patrimoniales de la Diputación, parcelas que se hallan dispersas por un buen número de municipios rurales de Bizkaia. En definitiva y en la práctica, la necesidad de cumplir con el decreto engloba a la mayoría del territorio.
La aprobación de este decreto ha cogido a contrapié a un buen número de asociaciones y empresas que organizan eventos deportivos de todo tipo en el medio natural. No sólo hay campeonatos de ciclismo o trail, también tienen lugar habitualmente pruebas hípicas, duatlones cross o competiciones atléticas con perros. Todas estas actividades tendrán que cumplir con la nueva ley y es ahora cuando sus impulsores se están empezando a percatar de ello, porque el decreto salió adelante en agosto, en plenas vacaciones estivales. «Hay muchos clubs que aún no saben que las reglas del juego han cambiado y vamos a ver qué pasa, pero están en peligro decenas de citas», asegura Víctor Vivar, presidente de la Federación Vizcaína de Montaña, que tiene listado en el territorio medio centenar de competiciones y casi otros 60 eventos montañeros de menor eco y repercusión.
Y hay una dificultad añadida. En el decreto se señala que la web foral pondrá a disposición de la ciudadanía un mapa con los lugares vedados. Pero esta cartografía no está aún disponible en los servidores forales. Sí está en los del Gobierno vasco, aunque su consulta es tremendamente compleja, se quejan los organizadores. Muchos desconocen ahora mismo si sus pruebas pasan o no por alguna parcela pública sujeta a la regulación. La Diputación pide a los interesados que realicen una consulta previa. «Pero esto retrasa los trámites y los preparativos, al igual que nos preocupa el silencio administrativo negativo que estipula la norma y que puede hacer que no llegues a saber hasta el mismo día si puedes o no celebrar tu evento», lamenta Vivar.
Esta semana, los promotores de Mello Saria, que el año pasado contó con más de 1.200 atletas, anunciaron que van a cambiar forzosamente su fecha de celebración «por el decreto de la Diputación». Trasladarán la cita a septiembre u octubre para soslayar las prohibiciones (aunque, en teoría, tendrán que reducir las vacantes a un millar). «No queremos que ni tú, ni nadie se quede fuera de la fiesta mendizale de Muskiz», aseguraron en una misiva dirigida a los participantes de 2018.
Otro ejemplo, la Pedales de Hierro, que en mayo pasado reunió en Trapagaran a 650 ciclistas de 20 provincias distintas, va a intentar adaptarse. «Vamos a llevar el proyecto a los meses finales del año», asegura Rubén Sanz, organizador de esta prueba y de otra que también es una referencia: Pulmón de Acero, en Barakaldo, con 550 corredores. El calendario biker en Bizkaia cuenta con una decena de pruebas federadas y competitivas y con otros 70 eventos amateurs. Todos ellos registran un seguimiento muy notable.
En este contexto, hay promotores que están pensando en tirar la toalla. Hay quien opina que limitar las inscripciones (cada corredor paga entre 15 y 35 euros, incluyendo seguros, avituallamientos y regalos) hará que las cuentas no cuadren y que los mecenas se marchen. «Los amantes de este deporte son legión y establecer un cupo de 150 implicaría la desaparición de muchas carreras porque no se pueden sostener económicamente, ya que para los patrocinadores resulta difícil implicarse en eventos pequeños», asegura Calixto García, delegado en Euskadi de Imba, una entidad que promueve el ciclismo de montaña y el cuidado de los senderos.
La primera baja importante ya se ha producido. Es el caso de la Galarleiz, probablemente la cita más emblemática y querida por los aficionados a la montaña. El maratón alpino más antiguo de España (creado en 1995) reunía a más de un millar de atletas y ciclistas cada julio desde hace dos décadas en Zalla. La carrera se despide definitivamente. Ya faltó a su cita en 2017 y 2018 por las dificultades para obtener el visto bueno de las autoridades a la hora de atravesar la sierra de Ordunte. Ahora, su alma máter lo ve inviable porque muchas de las exigencias se han plasmado sobre el papel y se han endurecido. «No habrá más ediciones. Es imposible desarrollar nuestro proyecto con esos condicionantes», afirma rotundo Pedro Galarza, que está «muy triste» y que no entiende el decreto, porque pruebas como el Galarleiz «nunca han generado daños ambientales». «Nosotros somos los primeros que amamos nuestros montes». Galarza lamenta que «en otros lugares, como Cantabria», el apoyo por parte de las instituciones sea «total».
Los entendidos creen que la posible merma en el calendario atlético y ciclista hará que un buen número de practicantes se desplace a las provincias vecinas, donde las normas no son tan estrictas. «En Burgos, Cantabria o Álava se están frotando las manos». Lo que también está por ver es qué sucederá en otoño, cuando se moderen las prohibiciones. «Es una incógnita», advierte Rubén Sanz, pero es posible que citas muy importantes se solapen. Y un deportista no puede estar al mismo tiempo en dos sitios diferentes. «Tendrá que optar y esto restará participantes». En ciclismo hay un buen número de eventos ya clásicos para el otoño: Bilbao Extreme, Pulmón de Acero, Dima BTT, Vulcana del Argalario, Mendibike de Gorliz, el circuito BKT, la Raúl Gurekin... El encaje es «muy difícil». Y en el trail, también hay muchas pruebas destacadas que copan desde hace unos años esa parte del año, como la Gorbea Suzien o la Hiru Handiak. A todo ello hay que sumar la competencia de las provincias del entorno.
El traslado de pruebas más allá del verano añade la incertidumbre de la meteorología. El frío, la nieve, la lluvia o el viento retraen a los atletas. Y de octubre a febrero se abre la puerta a otra serie de conflictos. «Veremos qué pasa, por ejemplo, con la caza», apunta el presidente de la federación vizcaína. «Y también hay que tener en cuenta a los seteros», añade Sanz. La Diputación afirma que se estudiará cada caso y se evitarán coincidencias, porque las batidas «también están sujetas a permiso». Otro interrogante: ¿hay recursos como servicios médicos o Protección Civil para un aluvión de pruebas en un mismo fin de semana? «Esa es otra incógnita», advierte Rubén Sanz.
Lá nueva normativa añade incertidumbre a una industria que celebra más de 200 eventos a lo largo del año (120 pasaron el filtro foral en 2018 y otros tantos se desarrollaron sin consultar a esta institución, según los expertos). Hay muchas empresas que dependen de esto: fabricantes de dorsales, cronometradores, tiendas de material, establecimientos de regalos, supermercados que surten los avituallamientos, mediadores de seguros, equipos de sonido, profesionales del mundo audiovisual que sacan fotografías y vídeos a los participantes, montadores de escenarios y carpas, equipos sanitarios... La organización de una prueba de unos 500 ciclistas, por ejemplo, puede llegar a gastar 50.000 euros. Y el impacto indirecto es grande. «En Zalla, con la Galarleiz, llenábamos hoteles y restaurantes. Vale, sólo era una vez al año, pero era nuestro fin de semana, nuestra fiesta y la Diputación nos la ha hurtado», se queja el alcalde de la localidad encartada, Javier Portillo.
«Lo que más duele de esto es que ponen mil trabas a pruebas que promueven unos valores positivos y luego auspician romerías como la del Kolitza, en el mismo entorno, y con txosnas, cohetes, altavoces y otros desmanes», añade. En caso de incumplimiento del nuevo decreto se prevén multas de hasta 300.000 euros para los casos más graves.
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