Detectan los dos primeros casos de lengua azul en Bizkaia

La enfermedad, que no tiene impacto en los seres humanos, reaparece en el territorio tras varios años. De hecho, no se había producido ningún caso desde 2020. Existía la sospecha de que podía ocurrir, así que la Diputación adquirió la pasada primavera 100.000 dosis para inmunizar a todos los animales que podían verse afectados. Durante el periodo de vacunación voluntario se ha aplicado a 19.000 ejemplares ovinos y bovinos. Desde ahora esta medida pasa a ser obligatoria para los otros 80.000 animales.

Este virus, transmitido por mosquitos, afecta sobre todo al ganado ovino. Según fuentes del sector, «no tiene una elevada mortalidad» entre animales sanos, aunque deja «a la cuadra debilitada» y reduce «la producción» de las granjas. El serotipo detectado, además, es el 8, el más habitual junto con el 4 y para los que sirven las vacunas suministradas por la Diputación, que en mayo inició la contratación urgente de otros 1.990 frascos de 200 mililitros ante la previsión de que, en la recta final del otoño, pudiera darse algún caso. Desde el área foral de Medio Natural y Agricultura que lidera Arantza Atutxa aseguran que ejercerán una «estrecha vigilancia» de todas las variantes de este virus. La que más preocupa, en cualquier caso, es la número 3, que tiene una mortalidad «de un 15%» entre la cabaña bovina.

La lengua azul reapareció el pasado septiembre en Andalucía y Extremadura procedente de Marruecos, así que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación adquirió 655.000 dosis de la vacuna, y la Junta andaluza compró otros 2,5 millones. En este tiempo se tiene constancia de 995 animales contagiados.

El Gobierno vizcaíno también dio a conocer ayer el inicio de una experiencia piloto por la que durante el invierno y la primavera van a limpiarse con métodos manuales cuatro playas del territorio: Laida, Laga, La Arena y Gorliz. El objetivo será retirar todos los desechos generados por la actividad humana -plásticos, textiles, escombros...- que el oleaje y las mareas arrastran hasta la costa, especialmente en estos meses en los que se producen más temporales.

Además de mejorar el estado de los arenales en una época en la que reciben menos visitas, el plan tiene un importante componente medioambiental. Sobre la arena solo va a dejarse el material orgánico que el mar deposite -algas, ramas, troncos...- con la excepción de aquello que pueda suponer un peligro para la salud humana, por ejemplo los animales muertos. «Aliviaremos el impacto que provocamos en las playas y contribuiremos al desarrollo de los ecosistemas», dijo Atutxa.