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Thiago Braz da Silva saluda al público.
Tres héroes brasileños
opinión

Tres héroes brasileños

Jon agiriano

Sábado, 20 de agosto 2016, 16:58

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Brasil es el país del fútbol y, básicamente, de los deportes de equipo, los más propicios para animar desde las gradas. Que es lo que verdaderamente gusta a los brasileños. Torcer, como dicen ellos, agitar banderas, animar a sus jugadores y pitar al rival. Esto último lo hacen incluso en la pista de atletismo, una costumbre insólita que a algunos periodistas locales, los más serenos, les ha hecho pedir disculpas y lamentar la falta de cultura deportiva de sus compatriotas. Los grandes campeones individuales son una excepción en el país organizador de los Juegos. Los hay, por supuesto. Cómo olvidar a Fittipaldi, Nelson Piquet o a Ayrton Senna. O a Gustavo Kuerten o al nadador César Cielo, recordman mundial de 100 metros. Pero son muy pocos.

En esta lista de escogidos es obligado incluir a Adhemar Ferreira da Silva, el mejor atleta brasileño de todos los tiempos, plusmarquista mundial y medalla de oro en triple salto en los Juegos de Helsinki de 1952 y de Melbourne en 1956. Y la obligación no se debe a un simple acto de justicia deportiva sino a que Ferreira da Silva representó en su día lo que, salvando el tiempo y las distancias, tres compatriotas suyos, Rafaela Silva, Thiago Braz da Silva y Robson Concençiao, los tres únicos campeones olímpicos que ha tenido Brasil en deportes individuales en estos Juegos, han representado en Río. Hablamos de ejemplos extraordinarios de superación que uno no se resiste a recordar en esta hora cercana de la despedida.

La judoka Rafaela Silva obtuvo la primera medalla de oro de su país en estos Juegos. Sus declaraciones después del triunfo fueron de una exquisita incorrección."La mona que debía estar enjaulada es hoy campeona olímpica en casa", dijo a la agencia Associated Press. Rafaela, que creció en la favela Ciudad de Dios, famosa en su día por la que película que rodó Fernando Meirelles, se sacaba así una vieja espina. Cuatro años antes, en Londres, fue descalificada en el segundo combate por un golpe ilegal y no pudo resistir la pena. Comenzó a llorar sin consuelo y a gritar, desesperada, sobre el tatami. Recibió muchas críticas y en las redes sociales, cómo no, la masacraron llamándola macaco, pidiéndole que volviera a la jaula y diciendo que era la vergüenza de su familia y de toda la nación. Rafaela estuvo a punto de abandonar el judo, pero decidió resistir.

Thiago Braz da Silva, cuya victoria sobre Renaud Lavellinie y su salto de 6,03 fue tan sorprendente que el periódico Le Monde la consideró producto del candomblé (un ritual fetichista de los negros brasileños), nunca hará las declaraciones de Rafaela Silva. Pertenece a la iglesia evangélica y es un chaval modoso y educado. Siempre he intentado seguir el camino recto y ayudar a las personas para que vayan por el buen camino, aseguró en una entrevista. Pero antes de poder hacer esas buenas obras, el pertiguista de Marilia necesitó luchar. Nacido en un barriada muy humilde, su madre lo abandonó cuando era niño y tuvo que criarse con sus abuelos. Durante un tiempo, solía esperarla, con la mochila al hombro, para que la acompañara al colegio. Pero ella nunca volvió.

El tercer héroe brasileño es Robson Conceiçao, un boxeador criado en Boa Vista de Sao Caetano. Se trata de un suburbio de Salvador de Bahía donde las noticias de tiroteos y asesinatos del narcotráfico son constantes. Para escapar de la violencia y la miseria, Robson se alistó en la Marina y se volcó en el boxeo. Sus vecinos no le olvidan y, durante su combate contra el francés Sofiane Oumilha, se reunieron horas antes junto a su casa familiar para compartir cervezas, pollo asado y parrilladas de casquería. Recibieron al rival de Robson coreando a gritos de vas a morir y, cuando su paisano obtuvo la victoria, lanzaron fuegos artificiales y salieron en alegre comitiva con tambores. Los periódicos de Bahía aseguran que fue todo un espectáculo. Se me ocurre que podrían llamarlos para la ceremonia de clausura de mañana. Sería un detalle.

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