'Big Ban Theory': el triunfo de los frikis
La superioridad intelectual y la incapacidad para las relaciones sociales definen a Sheldon Cooper, el alma de una ficción que ha puesto de relieve la grandeza de ser diferente en esta vida
MIKEL LABASTIDA
Domingo, 26 de marzo 2017, 00:20
«He encontrado mi neutrino perdido». ¿Cómo alguien capaz de pronunciar esta frase puede tener tal cantidad de fans y ser la estrella de una de las series de humor de más éxito de los últimos años? Seguramente tenga algo que ver con el friki que todos llevamos en nuestro interior que nos hace sentirnos identificados con este personaje, alma central de 'Big Bang Theory'.
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Aunque en realidad pocos serán los que de verdad se parezcan a él. Y es que Sheldon es un inteligentísimo físico teórico, que trabaja en el Instituto de Tecnología de California, y atesora no pocos títulos, algunos, como uno de sus doctorados, logrados con apenas 15 años. Presume de un cociente intelectual extraordinario y una memoria fotográfica. Esta superioridad intelectual le conducen a minusvalorar a la mayoría de personas de su alrededor y a creer que nadie puede hacerle sombra. Es narcisista, soberbio, déspota a veces... y pese a todo lo queremos. Aunque nadie lo quiere más que él a sí mismo. «¡Claro que no soy Newton! ¡Yo habría descubierto la gravedad, aun sin la manzana!», dice sin ningún rubor.
Al protagonista de 'Big Bang Theory' interpretado de manera sobresaliente por Jim Parsons lo conocimos en septiembre de 2007, cuando la serie se estrenó en ABC. Nos lo presentaron como uno de los vecinos de Penny, una joven que se había trasladado de edificio y que pretendía ser actriz. En el bloque conoce a Sheldon Cooper y a su compañero, Leonard, que enseguida se prenda de ella. Ambos comparten oficio y aficiones, al igual que sus amigos Howard y Raj. Inadaptados sociales, se vuelcan en los cómics, en los videojuegos, en las series de ciencia ficción (como 'Doctor Who' o 'Firefly'), en sagas como 'Star Trek' (Sheldon incluso habla el idioma Klingon) y en los juegos de mesa.
Con más de 20 millones de espectadores la producción creada por Chuck Lorre es una de las más célebres de la historia de la televisión. Aunque a medida que van pasando las temporadas (lleva 10) pierde frescura y seguimiento, todavía hoy logra atraer a alrededor de 15 millones de seguidores. Hace unos días se anunció que este título había sido renovado por dos tandas de capítulos más, por lo que su continuidad está garantizada al menos hasta 2019. Lo que suceda a partir de entonces habría que preguntárselo a adivinos. «Yo no adivino. Como científico, sólo llego a conclusiones basándome en la observación y en la experiencia», exclamaría Cooper.
Los salarios
Para mantenerse tanto tiempo en antena la ficción ha sacrificado parte de su esencia, los personajes han ido cambiando y evolucionando hacia terrenos no siempre mejores y se ha hecho repetitiva. Es inevitable, teniendo en cuenta que se han grabado más de 225 capítulos. En este tiempo el caché de los protagonistas ha ido aumentando a cifras desorbitadas, aunque los medios estadounidenses aclararon en informaciones recientes que para que se renovase la serie habrían aceptado bajar su salario. Todo para que los espectadores puedan seguir jugando a 'Piedra, papel, tijera, lagarto, Spock'. Sí, dije bien. Tijeras cortan papel, papel cubre a piedra, piedra aplasta lagarto, lagarto envenena a Spock.
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Un análisis del comportamiento del protagonista arroja una serie de características peculiares: le cuesta entablar relaciones sociales más allá de su entorno habitual, no sabe mentir ni ser políticamente correcto, es extremadamente metódico y maniático y le suelen dar alergia los cambios. Muchos son los que han visto detrás de estos rasgos una descripción del síndrome de Asperger, aunque nunca se ha confirmado que efectivamente el personaje padezca este trastorno del espectro autista. El cocreador de la serie no está de acuerdo con asignarle esa etiqueta porque cree que «eso limitaría las posibilidades creativas y cabría el riesgo de que las mofas del resto de personajes hacia Sheldon se interpretase como burlas hacia una persona con el trastorno».
Lo cierto es que de manera premeditada o no esta serie ha conseguido que mucha gente conozca esta alteración, que también se les ha adjudicado a integrantes de títulos como 'Bron/Broen' (Saga) o de 'Sherlock' (el propio detective). «El tratamiento en cada una de ellas es muy diferente, porque lo que se pretende no es presentar a un personaje que se ajuste a cierto diagnóstico, sino uno que resulte interesante, o gracioso, o que provoquen algún tipo de empatía o curiosidad», señala Ramón Cererols, en su aportación a la publicación 'La medicina en las series de televisión'.
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