«Yo he querido serlo todo»
«Sólo temo al alzhéimer», confiesa la artista, que se sube sola al escenario del Teatro Arriaga para contar la última noche de la reina Juana la Loca
Luis Gómez
Lunes, 10 de octubre 2016, 02:38
A sus 76 años, la misma edad que tenía la reina cuando murió, Concha Velasco se felicita de que la vida comienza todos los ... días.
¿Es la reina más republicana?
No, hijo mío. Como dice Pedro Olea, «mi patria es el cine».
¿El hábito no hace a su majestad?
No. En estos momentos de peste y rapiña, como le recuerda Juana a su hijo Carlos, lo más responsable es mantenerse inmóvil y no participar en ninguna tarea de gobierno.
¿Miente muy bien para hacer de reina?
No miento nada cuando interpreto. ¡Estaría bueno! De lo único que se arrepintió Juana en el último momento de su vida fue de haber traicionado a los comuneros. Se justificó diciendo que el poder corrompe y que ellos también se hubiesen convertido en despiadados cuervos.
¿El poder corrompe a Concha?
A mí no me ha corrompido nadie, querido. No me he dejado. Y, a diferencia de Juana, yo soy más bien creyente, primero porque lo necesito y después porque me da la gana.
No tiene pinta de acabar sola.
Mis dos hijos y mi nieto me protegen y quieren. No me siento encerrada. Naturalmente, soy consciente de ser una persona mayor que se pone a veces muy pesada.
A todos nos llegará.
Mis hijos me dicen: «Calla, madre, ¿no tienes bastante con las entrevistas que te hacen y salir al escenario todos los días y que te aplaudan? ¡Déjanos hablar un poco a nosotros! ¡Escucha a tu nieto, que te va a contar lo que ha hecho en el colegio!». No puedo abrir la boca en casa.
¿Cómo rinde cuentas con los hombres de su vida?
Como todo es pasado, les recuerdo con respeto y cariño. Y, como han formado parte de mi vida, «no tengo nada que decir al respecto», que diría Forrest Gump. Ja, ja.
¿Cuando amaba aguantaba lo que no estaba en los escritos?
¡Por Dios, esto no se lo voy a decir ahora porque sería un titular! Yo he vivido cada momento con pasión. Decía don José Tamayo, un grandísimo director mal recordado: «Conchita, no tiene que contar lo que piensa. Aunque se lo pregunten, no lo cuente. Son cosas suyas». Pues eso.
¿Ha sabido controlar los celos?
Antonio Gala decía algo precioso: «Los celos son enfermedad cuando no existen y cuernos cuando ya no son locura, sino realidad». (Prorrumpe en una carcajada estruendosa).
¿El rencor y la venganza nos mantienen vivos?
Últimamente me mantiene viva el amor. Ya no tengo sentimiento de venganza por nadie. Si he llegado hasta aquí, figúrese si voy a tener resentimiento.
«Soy muy cuadriculada»
¿Para quién se reserva la pasión?
Para mis hijos y, sobre todo, para mi nieto. Hace años cuando me preguntaban: «¿Qué quieres ser de mayor?». Respondía: «Abuela». Yo he querido serlo todo. He querido vivir, amar, sufrir y, sobre todo, tener hijos. ¡Ojalá hubiese tenido más! Los tuve cuando quise, ¿eh? El primero con 36 años y el segundo con 39. Ya no me daba tiempo a más. Ojalá me dieran más nietos. Soy de las que se levanta y le da tiempo a todo porque soy muy cuadriculada. Soy muy de Valladolid y muy comunera, hijo.
¿Es falso o leyenda que todos los actores le querían «meter mano de lo buenísima» que estaba?
No es leyenda. Es realidad. Al ver fotos mías de cuando empezaba digo: «¡Vaya culo. Ya lo quisiera Beyoncé!». Sólo me he dejado meter mano por los que he querido que me metieran mano. Nadie más. Nunca nadie ha hecho cosas conmigo que no quisiera que se produjeran. Desde niña he sabido muy bien lo que tenía que hacer. ¿Qué quiere que le diga?
Si alguna vez le ha podido el miedo escénico.
No sé lo que es eso. Sé que le ha pasado a mucha gente, y qué horror. Yo voy con el texto muy bien aprendido, sin pinganillo ni apuntador.
¿Lamenta haber pasado más tiempos en los camerinos que en su casa?
No. Manuel nació y a los 15 días yo ya estaba ensayando 'Las arrecogías del beaterio...' con el niño en un cestito. Paquito nació en abril y en septiembre estrené 'Filomena Marturano'. Pero, claro, el nieto tiene padres. Y padres muy pesados y muy de ahora. Mi hijo me dice: «Es que yo no solo me preocupo, sino que me ocupo». ¡Ohhh! Y le digo: «¿Quieres decir que yo no lo hice contigo?».
¿Cómo le gustaría que fuese su última noche?
Como religiosa que soy me gustaría que mi última noche fuese en casa, dándoles la mano a mis hijos y a mi nieto. No me gustaría dejarles una caricatura de dolor enorme. Me gustaría morirme suavemente como el sol quita el agua de los charcos. ¡Fíjate qué frase tan bonita!
¿Tiene miedo a perder lo que tiene?
¿A qué se refiere? ¿A lo material?
No.
¡Porque lo he perdido todo! (Risas). He montado espectáculos tan costosos que me los he ido dejando por el camino. No me importa. Yo he dedicado mi vida al teatro y todo lo que he ganado en esta profesión lo he perdido invirtiendo en ella. Ya está. ¿A qué pérdidas se refería?
Ha sufrido enfermedades y caídas, pero mantiene una memoria prodigiosa.
Ah, eso sí. Y es maravilloso. Me da mucha pena pensar en compañeras con alzhéimer. Me preocupa una barbaridad. Mi tía Conchita también lo sufre. No le podemos poner espejos delante porque si se refleja en uno lo traspasa. Yo no quiero eso. Sólo temo al alzhéimer.
¿Es fácil encarnar a otras personas y un reto mostrarse como es?
Claro. Se empeñan en hacer programas contando cosas mías. Lo agradezco, pero no quiero recordar, ni con nostalgia ni sin ella. No soy de las de 'yo fui, yo hice'. Soy puro presente y el futuro... ¡Yo qué sé si tengo futuro! Yo soy muy realista.
A su edad, ¿la vida puede comenzar?
Afortunadamente, comienza todos los días.
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