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Los buques estám amarrados en el puerto de Dakar (Senegal) desde hace seis meses. E. C.

El Gobierno vasco negocia caladeros nuevos para los atuneros atrapados en Senegal

La situación de los cuatro barcos cañeros con sede en Bermeo recala en la Cámara vasca, que revela contactos para faenar en Panamá y Costa Rica

Mirari Artime

Bermeo

Viernes, 23 de mayo 2025, 18:38

La consejera de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca del Gobierno vasco, Amaia Barredo, ha anunciado que se han abierto relaciones diplomáticas internacionales a través del departamento de Acción Exterior con Panamá y Costa Rica para facilitar la búsqueda de nuevos caladeros a los atuneros cañeros con sede en Bermeo que están amarrados en Senegal desde hace más de medio año.

«Dentro del escaso marco competencial del que disponemos, hemos mantenido reuniones con esos países, hemos creado mesas y comisiones de trabajo para avanzar en los acuerdos internacionales y facilitar así al Ministerio las negociaciones previas», ha manifestado. Barredo ha detallado además que «personalmente he estado con cancilleres y comisarios sudamericanos con el objetivo de modificar la normativa para que se abra la posibilidad de pescar en aguas de Costa Rica y Panamá a barcos de otros orígenes».

El Ejecutivo autónomo responde así a la interpelación parlamentaria presentada por EH Bildu en el transcurso de la sesión de control celebrada en la Cámara vasca. La representante de la coalición abertzale, Naiara Fernández, ha reclamado la adopción de medidas urgentes porque «detrás de este problema hay arrantzales vascos que necesitan una solución digna y vemos que les hace falta ya».

La situación actual es el último episodio de una crisis que arrancó en 2020, cuando las autoridades senegalesas comenzaron a impedir el acceso de estos buques a la Bahía de Hann, lugar clave para proveerse de anchoa viva, indispensable para la pesca de caña con cebo vivo.

Esta restricción, mantenida durante años, supuso en la práctica la imposibilidad de faenar, a pesar de que los armadores seguían cumpliendo sus obligaciones administrativas y económicas bajo el acuerdo de pesca vigente con la UE. A ello se sumó, en enero de 2022, la decisión unilateral de Senegal de dejar de expedir nuevas licencias, y finalmente, la no renovación del acuerdo, «dejando a la flota en un callejón sin salida».

200 familias afectadas

Tras recordar esa situación, la parlamentaria de la formación soberanista, ha recalcado que «estos barcos están amarrados sin actividad, pero siguen asumiendo todos sus gastos diarios y la situación se les está haciendo insostenible». Asimismo, ha indicado que el amarre afecta directamente a unas 200 familias, entre tripulantes –una media de 17 por barco– y trabajadores indirectos.

«Seguimos trabajando, pero dentro de lo complicado que representa las diplomacias y las relaciones internacionales», ha afirmado la consejera Amaia Barredo, quién ha comunicado además que en el marco de las ayudas al sector esta misma semana se ha firmado las partidas conocidas como 'minimis'. «No les va a resolver el problema, porque son 40.000 euros por barco lo que pueden percibir como máximo». Barredo ha insistido en que «lo que les solucionaría la situación es buscar un nuevo caladero alternativo y en ello estamos trabajando».

Una salida que parece ser del agrado del 'Iribar Zulaika', 'Berriz San Francisco', además del 'Pilar Torre' y el 'Corona del Mar', los cuatro cañeros vascos que integran Dakartuna, por su parte, se muestran partidarios de cambiar de caladeros. En el caso de Costa Rica, mantienen un interés real por incorporar buques de esta modalidad a su pesquería, mientras que Panamá se muestra más reacio sobre todo en lo relativo al aprovisionamiento de carnada para la captura de patudo.

Por su parte, los armadores y tripulantes de los atuneros cañeros amarrados en Senegal aseguran encontrarse al límite. «Estamos con el agua al cuello y ya no podemos aguantar mucho más tiempo en esta situación», han señalado desde la asociación Dakartuna donde se integran y de la que dependen unas 200 familias vascas y senegalesas, entre tripulantes y trabajadores indirectos.

«Va llegar un momento en el que las autoridades senegalesas nos exigirán los costes portuarios y no podremos pagarlos», lamentan. «Nos relevamos para cuidar y garantizar la seguridad de los barcos, pero necesitamos retomar la actividad, que es lo que queremos, es decir, seguir pescando», han añadido.

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