«Cuando cogió al niño, dejé de grabar y bajé corriendo a por él»
Un vecino de Iturribide, que trabajó como vigilante en el metro, reduce a un individuo que, desnudo y ensangrentado, atemorizó al barrio
Jagoba ha trabajado como vigilante de seguridad en el metro de Madrid, y especialmente en el de Bilbao, desde 2008 hasta hace apenas dos meses. « ... Llevo muchos años viendo armas y a mucha gente pelearse. Estoy acostumbrado, pero tengo cuidado, no me lo tomo como si voy al parque de atracciones», advierte. El pasado lunes, día 18 de agosto, se encontraba con su novia en casa a media tarde. Y decidió bajar «a comprar algo para la cena» cuando su «chica», que había escuchado alboroto procedente de la calle y miró por la ventana, le advirtió: «Ten cuidado que hay un tío chillando y liándola abajo». Él se asomó y al ver la escena, empezó a grabarlo con el teléfono móvil.
Un hombre, de unos 40 años, desnudo de cintura para arriba, y que parecía estar fuera de sí, se arrodillaba y hacía como si rezara. Después, se levantó y empezó a gritar mientras deambulaba por la calle Iturribide, a la altura del número 88. Eran aproximadamente las seis y cuarto de la tarde. En ese momento, se despojó del pantalón del pijama que llevaba puesto y lo tiró a la carretera, quedándose completamente desnudo. Jagoba le pidió a su compañera que llamara a la Ertzaintza «porque igual se complica». Entonces, aquel individuo descontrolado vio a unas familias en la acera de enfrente y cruzó la carretera corriendo hacia ellas.
Mientras gritaba, agarró por el brazo a un niño. Su padre arrastró al pequeño hacia él muy asustado y el grupo huyó despavorido. «Cuando vi que cogía al crío, dejé de grabar y bajé las escaleras corriendo. Lo que más me remueve son los abusos y ver en peligro a un niño fue lo que me determinó a actuar. Si no, me hubiera quedado esperando a que llegara la Policía».
Guantes anticorte y spray
El vecino pasó por la habitación en la que guarda el material técnico de cuando trabajaba como empleado de seguridad, cogió «unos guantes anticorte y un spray de pimienta» y descendió las escaleras desde un sexto piso a toda velocidad. Cuando salió a la calle, las familias con los pequeños ya no estaban. «Me quedé observándole y le dejé hacer». Tenía la cara y las manos ensangrentadas y cortes por los brazos. Después, supieron que había roto el cristal de un portal cercano de la calle Iturribide, donde vive. Un residente limpió los vidrios rotos tirados sobre la acera para que nadie se hiciera daño. Chillaba, intercambiaba gritos con los vecinos y viandantes que le llamaban la atención y golpeaba las persianas. «La gente estaba muy alterada».
En ese momento apareció por la calle una chica de unos 25 años y él «se fijó en ella». Empezó a correr en su dirección y Jagoba también para interceptarle. Mientras ejercía de vigilante del metro, se había formado como instructor de una marca homologada de sprays de defensa. Cuando llegó a su altura, justo antes de que alcanzara a la joven, apretó el aerosol y le roció la cara, lo que le hizo girar la cabeza y cambiar la trayectoria. «Le cogí por el cuello y le hice una maniobra de contención física para reducirle».
«En diez segundos apareció el padre del niño al que había intentado coger». «¿Te ayudo en algo?», se ofreció. Jagoba, que sujetaba al individuo tras colocarle boca abajo, le pidió que se pusiera sobre sus piernas para inmovilizarle mientras le colocaba una especie de grilletes de plástico en las muñecas. Para entonces, ya estaban en camino varias patrullas de la Policía Municipal de Bilbao, entre ellas algunas motos, que cortaron la calle, y una ambulancia. «Los sanitarios tuvieron que sedarle porque empezó a golpearles y a chillar cuando los municipales le cortaron las bridas e intentaron levantarle para que se sentara».
Con la sensación del deber cumplido, Jagoba intercambió algunas palabras con los policías locales, que le tomaron los datos y le dieron las gracias, y subió a casa a ducharse. «Acabé lleno de sangre, la camiseta, la bandolera, el calzado... y con raspones en las rodillas y arañazos».
Justo en ese momento pasaba por la zona una ambulancia de las que realizan transporte de pacientes a hospitales y les ofrecieron una sábana para que cubrieran al individuo. Éste fue detenido bajo la acusación de un delito de daños, según confirmó ayer una portavoz del área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Bilbao. Los sanitarios le trasladaron hasta el hospital de Basurto para practicarle las curas necesarias.
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