«Ya no basta con pedir perdón por los abusos, tenemos que ser claros y no ocultar nada»
Joseba Segura. Obispo auxiliar de Bilbao ·
Abre las puertas de la Diócesis a las víctimas de Salesianos de Deusto y aboga por aumentar los plazos de prescripción de este tipo de delitosJoseba Segura (Bilbao, 1958) llega a la entrevista en su bicicleta eléctrica. Ha venido pedaleando a la basílica de Begoña desde Otxarkoaga, donde vive ... desde hace dos años. Viste un alzacuellos apenas perceptible y un sencillo jersey de lana gris. El nuevo obispo auxiliar de Bilbao es teólogo, psicólogo y economista. También una figura que ha permanecido siempre en un discreto segundo plano, pese a haber estado inmerso en multitud de movimientos sociales y episodios trascendentales en la historia de Euskadi. Fue la persona que abrió el primer centro de ayuda a toxicómanos de la capital vizcaína, también estuvo en los orígenes de Gesto por la Paz, impulsó Cáritas o participó como mediador en dos procesos de negociación con ETA. El encuentro con Segura se produce en plena cumbre en Roma sobre la Iglesia y la pederastia, pocos días después de que estallara el caso de abusos en Salesianos de Deusto.
- ¿Lo sucedido con 'don Chemi', con más de 30 denuncias terribles, marca un antes y un después en la Iglesia vasca?
- Lo primero que hay que decir es que el asunto de Salesianos afecta directamente a una orden religiosa y no a la Diócesis. Gracias a Dios no ha habido muchas denuncias en los 50 años de historia de nuestra Diócesis. Lo que sí sabemos ahora es cómo proceder. Tenemos que tomar muy en serio las denuncias. Nadie con cierta coherencia se va a inventar algo así. Después tenemos que actuar con transparencia y poner todos los datos en conocimiento de las autoridades. Una de nuestras responsabilidades es no dar la impresión de que queremos ocultarlo. Después, tendrán que ser los jueces los que decidan.
- Con el también reciente caso de los scout acudieron a la Fiscalía, algo inédito hasta la fecha.
- Sí. Nos dimos cuenta de que no sólo vale decir que vamos a colaborar, sino que hay que trabajar compartiendo toda la información.
- ¿Qué espera de la cumbre de este fin de semana en Roma sobre la pederastia?
- Es un asunto muy importante. Y ha llegado el momento en que ya no basta con pedir perdón. Ya no es suficiente con decir que tenemos intención de acabar con esto. Tenemos que demostrar con hechos que hemos aprendido a cómo proceder.
- Además de obispo, usted es psicólogo, ¿se puede imaginar el dolor que han sufrido las víctimas de Salesianos durante estos 30 años de silencio?
- Mucha gente se pregunta cómo es posible que estuvieran tanto tiempo sin denunciar. Yo lo veo fácil de entender. Son experiencias personales muy dolorosas y que se llevan en soledad. Los casos han salido a la luz cuando los afectados han sabido de más compañeros y cuando han creído que su relato iba a ser reconocido y respetado. Hubo tiempos en los que no se daban las condiciones, porque no se les daba crédito o suponían victimizar de nuevo a estas personas. No he conocido personalmente a ninguna víctima de abusos por parte de un sacerdote, pero sí he compartido momentos con mujeres y niñas violadas. Y es terrible. Es durísimo. Necesitas alguien a tu lado. Si lo vives en soledad te va a marcar para siempre. No puedo sentir más que respeto.
- Sin embargo, los Salesianos emitieron un primer comunicado en el que decían no conocer nada sobre este asunto y hablaban de una manera hipotética, como poniendo en duda la veracidad de las denuncias.
- Lo que está sucediendo en algunas instituciones de la Iglesia es que, aunque han oído que hay que proceder de otra manera, cuando se les plantea el caso, no reaccionan con la suficiente rapidez y claridad. Hay como dos momentos. Al principio tienden a no reconocer que hay un hecho que tienen que confrontar. El contexto ahora es muy fuerte. No hay espacio para cometer errores. Luego se dan cuenta de que es un asunto insostenible y ya reaccionan como los Salesianos, que es como hay que reaccionar.
Comunicado «contundente»
- ¿Se refiere al segundo comunicado, en el que admiten que sabían de dos casos de supuestos abusos en 1989 y que no lo comunicaron a las autoridades?
- Sí. Este segundo comunicado me parece contundente.
- ¿Han previsto algún mecanismo de ayuda para las víctimas?
- Creo que les corresponde a los Salesianos. No obstante, si alguno de los afectados viene a nosotros, tenemos nuestras puertas abiertas y estamos dispuestos a ayudarles.
- Las denuncias se están archivando por prescripción. ¿Cree que el margen de 15 años a partir de que el niño cumpla la mayoría de edad es suficiente?
- Es complejo. Hay un argumento moral muy fuerte: el dolor no prescribe. Pero también hay consideraciones jurídicas. Mi opinión es que habría que ampliar los plazos.
- Decía el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, que solo el 3% de los casos de abusos se producen dentro de la Iglesia. ¿Cree en esta estadística?
- Todo el mundo se da cuenta de que el foco mediático está puesto en la Iglesia, como si fuera el único sitio donde se produjeran abusos y sabemos que no es así. Pero creo que hay un motivo que lo explica. La gente espera que seamos coherentes con eso que vivimos y con eso que predicamos. Y cuando se ve una gran distancia entre lo que se dice y se hace, entonces las personas exigen mucho más a la Iglesia que a otras instituciones. No es aceptable que un sacerdote haga daño a una persona que se ha puesto bajo su confianza. Esa reacción es dura y está haciendo daño a nuestra imagen, pero es comprensible.
- Tras volver de Ecuador le tocó oficiar el funeral de Rafael y Lucía, los ancianos asesinados por menores en Otxarkoaga. Aún resuena su homilía y su alegato contra el entorno «amoral y violento» en el que vivían los jóvenes.
- Fue una sorpresa grande que sucediera algo así en Bilbao, con dos chavales de 14 años... En otros puntos del mundo sabemos que pasa, pero aquí... Es algo que nos habla de las cosas que vienen. ¿Y qué nos viene? La familia siempre ha estado muy fuerte aquí, con una gran capacidad de proteger, orientar y apoyar. Ahora ya no todas las familias son así. Hay chavales que crecen solos. Su educación es internet, los videojuegos... Y pasan muchísimo tiempo en la calle porque no hay recursos para darles alternativas como complemento al servicio educativo.
- ¿Puede hacer algo en esos casos la Iglesia?
- Siempre hemos tratado de contribuir. Planteando propuestas de tiempo libre, con colegios diocesanos, con toda la vida que existe más allá de cuando acaban las clases... Es fundamental comunicar el mensaje de que queremos construir personas. Y ahí, en nuestro barrio, está la Escuela Profesional de Otxarkoaga, que es obra de un sacerdote. Acuden un montón de chicos y chicas que no cabrían en el sistema educativo convencional. Allí he visto a mujeres y hombres con una dedicación y paciencia increíbles. Uno de los que participaron en el asesinato había pegado a un profesor sólo unos días antes de los hechos. Así que fíjate... Es nuestro deseo contribuir en ámbitos que no son cubiertos por el sistema público.
- Conoce bien Cáritas, ¿cree que se ha instalado cierta aporafobia o miedo al pobre en la sociedad?
- Lo que creo es que tenemos a 2.500 voluntarios. Personas que trabajan gratuitamente para apoyar a Caritas, a programas con inmigrantes, con niños y con personas desfavorecidas. Hay algunos síntomas en la sociedad vasca que, efectivamente, pueden ser preocupantes. Pueden ser como una especie de cansancio de la solidaridad e incluso una reacción negativa hacia los pobres. Pero es un fenómeno muy minoritario, que es preocupante porque la misma existencia del fenómeno lo es, pero no creo que sea una tendencia que se vaya a ampliar. Lo que sí sé es que la inmigración va a tener cada vez más importancia en el debate social. Y a la Iglesia le va a tocar defender posiciones encontrándose cada vez con más resistencia. No podemos negar que unos y otros tenemos la misma dignidad y tenemos que trabajar por defender a las personas que son más débiles y este es el centro de nuestra fe. Y en eso vemos en Europa y España cómo están creciendo planteamientos que de alguna forma son muy distintos y no podremos nunca aceptar.
- ¿Se está refiriendo a Vox?
- Yo no quiero citar a ningún partido. Pero hay una nueva tendencia política en Europa que está surgiendo y articulándose. Es innegable.
- Usted medió en dos procesos de negociación con ETA.
- Me tocó a mí, pero podría haber sido cualquiera. Fue algo casual. No fue ningún mérito. Pero sí es algo que ha marcado mi imagen pública, quizás de una manera desproporcionada. Pones en google mi nombre y parece que soy el rey de los mediadores, con cualidades mágicas... Fue algo que nos pidieron que hiciéramos y lo hicimos.
- ¿Ha leído 'Patria'? La Iglesia no sale muy bien parada.
- No, no he leído. Pero es verdad que algunas víctimas sienten que la Iglesia no estuvo cerca de ellas en esos momentos y seguramente tienen alguna razón. La Iglesia hacía mucho tiempo que había condenado a ETA y la violencia, pero eso no se tradujo en actuaciones de acercamiento a las víctimas. Se ha reconocido que las cosas se podían haber hecho mejor. Pero también es verdad que los movimientos de confrontación contra ETA en la calle comenzaron en la Iglesia, con Gesto por la Paz. La violencia no tenía ninguna justificación.
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