El acusado se presenta «como un Pigmalión, cuidador de una enferma mental»
Aitor B., de 36 años, tiene una «personalidad complicada», afirmó ayer la forense experta en psiquiatría que ha estudiado su estado mental. En su informe, ... aprecia un «menoscabo leve» de sus facultades, con «desajustes» y un «funcionamiento patológico subyacente», pero que no llega a conformar un diagnostico por enfermedad mental. «Se expresa de una manera engolada y exaltando sus capacidades» mientras que «minusvalora» a la víctima. «Se presenta a sí mismo como un cuidador, un Pigmalión que estaba ayudando una enferma mental», explicó ante la sala Ana Abasolo. El primer día del juicio, el acusado afirmó que era «politólogo», «auxiliar de enfermería» y que trabajaba como administrativo en el polideportivo de Txurdinaga.
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Riesgo violento «muy alto»
Según detalló, por sus conocimientos médicos, sabía exactamente el nombre de todos los medicamentos ansiolíticos que le habían pautado a Dori contra la depresión. Según la psicóloga de la Unidad de Valoración Forense Integral (UVFI) que llevó el caso, la mujer, por indicación suya, estaba tomando una dosis de lorazepan, que provoca somnolencia, más elevada de lo prescrito. La UVFI calificó el riesgo de nuevos comportamientos violentos en la pareja si continuaban, como «muy alto».
Para la forense, su versión de los hechos, en la que Dori intentó suicidarse y él la encontró ya rodeada de llamas y le salvó a ella y a la niña, resulta «muy confusa y poco coherente, no acorde con la realidad, algo habitual en personas imputadas». En contra del «enamoramiento» que dijo sentir por la víctima, la forense aprecia que mantenía «distancia e indiferencia afectiva de la víctima». En su intervención, contó que su padre se había suicidado «arrojándose desde un quinto piso» después de haberlo intentado «rociándose con colonia y prendiéndose fuego».
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