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Una desconexión demasiado cara
Robinson, sobre la bocina, ejecuta a un Bilbao Basket que dominó todo el partido y dejó escapar la victoria en un desquiciante último cuarto
Un último cuarto para olvidar. Desquiciante. Para comer cerillas. El RETAbet dejó escapar en menos de diez minutos una victoria que había ido labrando ... en el resto del encuentro contra el Araberri. Sin embargo, ese parcial digno de una película de terror provocó la tercera derrota de la temporada del Bilbao Basket, con Robinson, el jugador que más puntos anota en la LEB Oro, como ejecutor. No le tembló el pulso para firmar la canasta decisiva, la que tumbó en la lona de Miribilla a un equipo que, quizá, debería haber hecho falta para impedir el lanzamiento de su oponente. No lo hizo. Defendió. Y le salió mal. Muy mal. Una pájara letal, una desconexión demasiado cara.
Dejaron los hombres de negro sentirse cómodos a los alaveses por unos instantes en el arranque del duelo. Que se confiaran para luego darles una dentellada. Tras el tanteo inicial, los visitantes se escaparon, cinco puntos de ventaja (6-11). Parecía que los bilbaínos sufrían una tortura similar a sus anteriores encuentros, les costó entrar en el duelo una vez más y calentar su potente musculatura. Sin embargo, en ese instante, cuando una nube de preocupación amenazaba Miribilla, comenzó a funcionar el engranaje del RETAbet. Entre un mayúsculo Demetrio y un activo Jaylon Brown, secundados por un Lammers que cerraba el aro local -vaya tapones- y percutía en el visitante, el Bilbao Basket destrozó el encuentro en un parcial para enmarcar: 17-2. Se alejó uno de los líderes de la LEB Oro (23-13).
Retabet
76
-
77
Araberri
-
RETAbet Bilbao Basket: Schreiner (2), Brown (13), Matulionis (2), Demetrio (21) y Larsen (11) -equipo inicial-; Cruz (7) Martínez (6), Lammers (7), Huertas, Salgado (7), Rigo.
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Araberri: Robinso(25), Kamba (21), Dedovic (13), Tavakalyan (8) y Markovic (2) -equipo inicial-; Pierre Charles (2), Okoroh, Federico (6), Landaida.
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Parciales: 23-13, 17-19 (40-32), 20-22 (60-54), 16-23 (76-77).
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Árbitros: Uruñuela, Caamaño y Lema.
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Incidencias: 5.027 espectadores en el Bilbao Arena.
A pesar de los nombres propios, la renta se fue dosificando antes del descanso con un registro coral. Por un lado, el juego y la visión de Javi Salgado, un maestro; Demetrio continuaba con su noche mágica y Larsen despertó. Mientras tanto, el Araberri esperaba noticias de su hombre más determinante, un Robinson demasiado individualista y que se marchó al descanso con solo cuatro puntos -suele promediar 25-; lo que supuso una losa para los vitorianos. Pero cuando entró en acción en el momento decisivo... Hasta entonces no peligró nunca la renta. Los alaveses se llevaron el segundo cuarto, y recortaron dos puntos a una escuadra que, en cuanto aprieta en defensa, se pone a tono, desquicia a su adversario.
Y eso ocurrió tras el paso por los vestuarios. Imprimió una velocidad más el Araberri, Robinson calibró su punto de mira y se colocó a dos puntos (40-38). No obstante, el Bilbao Basket volvió a copiar la fórmula de la primera mitad, ésa que dice que la casa se construye por los cimientos, y en el caso del baloncesto, por la defensa. Clausuró su canasta, cerró su zona, y empezó a correr para demarrar en el marcador. Cuando cuenta con espacio, si puede meter una marcha más, el RETAbet resulta imparable, y más al amparo de una afición que cuando observó que los anfitriones se desfondaban, echó mano del grito de guerra para despertarles. «¡Bilbao Basket, Bilbao Basket!». Sirvió de estimulante, como la cafeína matinal. Un parcial de 17-7 (57-45) colocó de nuevo a los bilbaínos a una distancia de seguridad considerable.
Pero parece que el Bilbao Arena está condenado a no disfrutar de finales relajados. Con Robinson como protagonista -entre él, Kamba y Dedovic anotaron 59 puntos-, los vitorianos se plantaron en el acto decisivo con una desventaja de tan solo seis puntos. A tiro de piedra, demasiado cerca para que la grada respirase tranquila. Y más con el inicio de cuarto que firmaron ambos equipos. Empató el Araberri (64-64, a falta de cinco minutos), después también de que los árbitros permitieron un punto más de dureza en sus acciones defensivas. Sino que se lo pregunten, por ejemplo, a Salgado.
La concentración se esfuma
Pero, por supuesto, también ayudaron las malas elecciones de tiro, la precipitación... La concentración se esfumó. Y en esas, los vitorianos, aprovechándose de la ansiedad local, cogieron otra vez ventaja (66-68, cuando restaban cuatro minutos). La afición pitaba los ataques de un Araberri en crecimiento, una manera de crear presión, de desquiciar a los vitorianos. «Defensa, defensa», ésa era la fórmula, no cabía otra, y a continuación acertar en un aro que se había menguado de tamaño.
Pero apareció Brown, que no había anotado desde los ocho puntos del primer cuarto. El escolta estadounidense se había quedado seco, pero un triple suyo colocó de nuevo a la tropa de Mumbrú por delante. Cada ataque valía la vida, el partido. Intercambio de golpes. A falta de minuto y medio, sobre la bocina, en una pésima posición, Salgado erró un triple. Robinson, en cambio, acertó (71-75, 69 segundos).
Tiempo muerto bilbaíno. «A por ellos, oé», tronaba la megafonía del Bilbao Arena. Para añadir un punto de nerviosismo, de suspense, la publicidad de la zona donde atacaban los hombres de negro se despegó, y hubo que estirar un poco más el parón. Al borde del infarto. Salgado ejerció de capitán. Dos puntos. Dos abajo. En el siguiente ataque, fallo del Araberri y triple -el segundo de su cuenta- de Martínez. Por delante (76-75). Cuarenta segundos. Y pérdida de balón de los visitantes. Martínez falla... Y Robinson, el hombre que había hibernado dos cuartos, sentenció al Bilbao Basket.
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