Tiene que ser curioso entrar en casa después de tu jornada diaria y ver en la pared algunos de tus reconocimientos, aquel diploma de un ... concurso, la orla de la universidad, algún trofeo que alumbra recuerdos memorables desde lo alto del armario. Te dan la bienvenida, te llevan a una etapa pasada que conformó tu personalidad con el premio del esfuerzo de aquellos días. Digo curioso porque si ha ido bien como si ha sido una jornada de truenos y relámpagos, esos reconocimientos siguen ahí, pero no se ven igual, dependiendo del día.
Desconozco si Zeljko Obradovic tiene su casa engalanada de las memorias de sus decenas de triunfos; no quiero imaginarme el tamaño de la casa para albergar semejante palmarés. Pero intuyo a Obradovic sentado en su sofá a la tarde-noche después del entrenamiento, pensando en qué y cómo hacer para mejorar a su equipo para el próximo partido. El palmarés es un pasado estelar, pero seguro que a Obradovic le preocupa más lo que está por hacer que lo logrado.
Tanto es así que tras un año 'descansando' del estresante mundo del entrenador profesional 'ganador' del baloncesto europeo, aceptara volver a la que siempre fue su casa, el Partizan, e iniciar un nuevo camino que lleve a su club a competir por estar entre los mejores proyectos europeos de baloncesto. Un año después de este 'Sí, quiero', el Partizan ya está en la Euroliga y sabe que, con Obradovic al mando, puede ser posible convertirse en protagonista de un nuevo ciclo que eleve el orgullo de su afición y coloque su competitividad lo más cerca posible del complicadísimo triunfo.
Tanto es así que para esta temporada Obradovic ha decidido sumar a su bloque del año pasado en Eurocup, nuevos mimbres en forma de experiencia: Andjusic, Nunnally y Papapetrou en especial, junto al físico y ambición de Exum. Este bloque conformará un equipo que mejorará seguro según avance la competición. De entrada, dispone de al menos diez jugadores con la suficiente calidad para competir cada partido. Seguro que sumará efectivos cada semana, dada el ansia de mejora de su entrenador y la necesidad de dar minutos a aquellos jugadores más jóvenes para que se curtan de verdad.
Este Partizan de Obradovic comienza a tener esas trazas de identidad de su entrenador: intensidad en cada posesión, esfuerzo extra en defensa, buscar las transiciones con rapidez y orden en el juego de ataque buscando las mejores opciones de tiro de sus jugadores, esté quien esté en el campo. Cada posesión cuenta y cada acción exige ser realizada al 110%. Así eran los equipos de Obradovic, así exige en este Partizán.
En defensa es un equipo que arriesga en el 1x1 pero le falta aún ajustar la anticipación para llegar antes a las ayudas que le permitan hacer una defensa más compacta y dura. Esto provoca no fijar bien su rebote defensivo, con lo cual, pierde la eficacia en la transición. Cuando tiene oportunidad es un equipo muy directo, especialmente si Exum está en el campo. En ataque el protagonista es Punter, tirador y con capacidad de generar desde el bote, con la complicidad de Nunnally y la verticalidad de Exum. Sus interiores Leday, Lessort y Koprivica acompañan bien el 2x2 con el exterior pero no acaban de amenazar desde la pintura, y esto les priva de equilibrio en ataque. Papapetrou y Andjusic aportan esa calidad y experiencia exterior para sumar una rotación de calidad al equipo.
Aún le queda camino por recorrer a Obradovic, pero de momento tenga en cuenta una cosa: es un equipo Obradovic, y esto le supone un plus competitivo de garantía. Tiempo al tiempo.
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