Tadas Sedekerskis | Capitán del Baskonia
«La presión aquí es altísima y necesitas ese puntito de la gente»El lituano celebra este sábado el décimo aniversario de su debut con el Baskonia. «A los jóvenes de ahora a veces les falta la intesidad que poníamos nosotros»
Este sábado se cumplen diez años del debut oficial de Tadas Sedekerskis (Nida, 1998) con el Baskonia. Un hecho casi insólito en la entidad vitoriana, ... de naturaleza mutante, pese a que aquel encuentro ni mucho menos fuese el trampolín de lo que ahora es una trayectoria asombrosa. Después vino una década de «altibajos, cesiones duras, no bajar nunca la cabeza», y recoger los frutos del trabajo. Sus sueños también han oscilado. Ser profesional, asentarse en la Euroliga, ser capitán… y ahora convertirse en el que más partidos tenga con la camiseta azulgrana. Con cuatro temporadas y media aún de contrato, le quedan 179 duelos para batir los 521 de Sergi Vidal.
– ¿Recuerda el primero?
– Jugaba cedido en el Araberri, pero llegó una época de lesiones y me convocaron para un partido en casa contra el Joventut. Pensaba que solo jugaría al final si íbamos ganando de mucho pero Ibon (Navarro) me sacó bastante pronto, no sé si en el primer o el segundo cuarto. Ni me dio tiempo a ponerme nervioso. Me jugué un triple y recibí mucho apoyo y consejos de los compañeros. Una experiencia inolvidable con apenas 17 años.
– ¿Ahora se tiraría ese triple?
– Estaba bastante confiado. Venía de una época de campeonatos europeos, de jugar bien con el Araberri, con la confianza del entrenador... Seguramente sí.
– ¿Cómo es la transición de ser la estrella júnior a convertirse en el último de la fila en un club como el Baskonia?
– Pasas de tener siempre el balón en las manos, con luz verde para hacer lo que te dé la gana, a ser el 12 o 13 de la rotación. Era joven con la cabeza amueblada y bastante listo. Pero quieras que no, la confianza baja. Mis primeros años en Vitoria fueron buenos. Júnior, en LEB Plata con 16 años, un nivel bastante competitivo para formarse el año del debut. Luego un pasito más en Huesca, que al principio me costó un poquito pero fui a más. Y el club creyó que el siguiente paso ya era el primer equipo. Ahora se puede hablar si fue buena decisión o era demasiado pronto para un chaval de 18 años en un club tan exigente. Después vinieron las lesiones, cesiones, no encontrar un sitio donde jugar y seguir mejorando...
– El año de la cesión a Burgos, se lesiona Shengelia y la oportunidad le llegó a su amigo Malmanis.
– Es que por mucho esfuerzo que se haga, la suerte y el timing influye muchísimo. Lo importante es no rendirse. Cuando llegó Dusko parece que encajó todo, el entrenador, la situación, encontré mi sitio y desde ahí para arriba.
– ¿Cómo se gana a Ivanovic? Al principio Raieste y Kurucs jugaban más.
– Exactamente. Yo le daba vueltas. 'No puede ser, qué hago mal...', Y eso que creo que empecé con buen pie. Con el covid, acabé la temporada muy pronto y podría haberme quedado en casa tranquilo, pero llamé a mi preparador, vino a mi casa, teníamos el material justo, pero nos pegamos un mes y medio superduro. Llegué bastante bien a la burbuja y con Dusko, al principio, pensaba: 'igual esta vez sí', pero costaba. Creo que él no me conocía, pero me vio. Los tres poníamos muchísima intensidad, que es los que a veces les falta a los jóvenes de ahora. Ibas superilusionado, concentrado, con un pelín de miedo por la envergadura de jugadores y entrenadores.
– La frase de «los jóvenes de ahora» delata el paso del tiempo.
– (Risas). Es que es verdad, en diez años he visto muchas cosas diferentes. Creo que Dusko pensó 'este chico está aquí todos los días concentrado y con buena energía'. Seguramente tiene mucho que mejorar, pero recuerdo que me dio una oportunidad y lo hice más o menos bien. Al día siguiente me pedía mucha defensa, rebote, intensidad… Comencé a sumar minutos, confianza y sí, mi camino en el Baskonia comenzó con Dusko.
El peligro de las expectativas
– ¿Le dolió la impaciencia de la gente de ver que se quedaba por el camino?
– Suelo decirlo y creo que tengo alguna captura de pantalla de una encuesta de Twitter en la que la mayoría votaba que no debía seguir en el Baskonia. Se habló mucho de mí y la gente se creó muchas expectativas. Yo no soy el culpable de que se esperara mucho de mí. Tenía 18 años y sí que eché un poquito de menos ese apoyo. No puedes decir a esa edad que ya no va a llegar. Creo que Marcelinho Huertas está en los mejores años de su carrera ahora. Eres joven, te estás dejando todo tu corazón para llegar y las oportunidades son caras. Aquí la presión es altísima, entonces a veces necesitas ese puntito de la gente. Cada vez somos más impacientes con todo. Yo jamás juzgaría a un joven por una temporada mala. Si ves que no pone ganas, que la actitud es mala, vale. Pero por aquí han pasado muchos que se lo dejan todo.
– ¿Se considera muy fuerte mentalmente?
– Sí. Desde el primer momento sabía que necesitaba trabajarlo igual que ir al gimnasio y creo que logré una buena base. Para estar diez años en un club como este tienes que aguantar mucho y sobre todo ahora de capitán, que estas últimas temporadas están siendo duras.
– ¿Recuerda el día que le dieron la capitanía?
– Más o menos lo veía venir. Se fue Rokas (Giedraitis) y dije: 'ha llegado mi momento'. Pero también pensé que como llegaba un nuevo entrenador –Peñarroya– igual le parecía que era muy joven y que prefería a Costello. Pero en el primer día nos dijo: 'Tadas es nuestro capitán sin ninguna duda'. Para mí fue muy emocionante, un sueño. Automáticamente te sientes más responsable de todo. A mí me está costando porque siento los colores más que ningún otro aquí. Me agobio cuando el equipo va mal. La gente te pregunta por la calle '¿qué pasa? ¿Por qué no ganáis?' Pero me tienen mucho cariño, la gente es muy amable y creo que en Vitoria están siendo cada vez más pacientes y animan más.
🔟 años, incontables momentos en la pista 🏀
— Baskonia (@Baskonia) March 11, 2025
Mucho todavía por escribir, @tsedekerskis 🙌#TadasUnaDécada🔵🔴 pic.twitter.com/5XhN7B2q5x
– Tiene dos momentos muy de capitán. El «queremos luchar por nuestro entrenador» en el OAKA, con Peñarroya en la cuerda floja, y el «es de vergüenza» de este año ante el Mónaco. ¿En el vestuario levanta mucho más la voz?
– Hay días. Tenemos gente con mucha experiencia que también habla. Yo intento empujar más en los entrenamientos, cuando se ve que hay días que venimos desconectados y hay que enchufarse. No es fácil porque cada jugador tiene cosas diferentes en su cabeza, pero en esto estoy intentando ser mejor y sobre todo hablar en el descanso. Tanto para animar como para advertirles de que hay que ponerse las pilas como el otro día. En un partido tan importante como el del Gran Canaria, nos pusimos 17 abajo. Eso no es culpa ni del entrenador ni del presidente ni de ningún otro que no seamos nosotros. Y no era porque no estuviéramos metiendo tiros, es que no estábamos agresivos ni con el nivel de exigencia defensiva que debemos. El vestuario de ahora es más complicado. Antes solía haber tres o cuatro jugadores muy asentados como Pablo (Prigioni), Tiago (Splitter)… Ahora ese soy yo, pero miras al resto y tenemos mucha gente nueva. Es un poquito complicado formar eso.
– ¿Al inicio de cada curso se siente desprotegido por la marcha de muchos referentes?
– Tanto no. Pero es mejor cuando se mantiene la gente, sigue el entrenador… Venir del verano y encontrarte a siete del año pasado es más fácil que con siete nuevos. Pero esta es la idea del club últimamente y se intenta sacar lo máximo posible.
– Publicó una foto de Macijauskas en el acto de los 25 años en la Euroliga. ¿Qué le sugirió?
– Mi niñez. Seguía mucho el baloncesto y era uno de los referentes lituanos. Recuerdo que se fue al TAU y luego la Final Four de Moscú. Cuando mi padre me dijo que me habían llamado de España para hacer una prueba, tampoco tenía muchos equipos en mi cabeza. Cuando dijo Vitoria me quedé flipando. ¡Guau! Era increíble. También tenía en mente a Stombergas, y Timinskas. Luego a Scola y Mirza (Teletovic) me gustaban mucho.
Diez años del debut de Sedekerskis: «Está bien dicho lo de que tenemos que espabilar»
– ¿Le ha tocado transmitir al grupo el mensaje de Josean Querejeta de que «hay que espabilar»?
– Creo que no hay que transmitir nada porque estuvimos el equipo entero en el acto. Todos somos conscientes de que no estamos en el play off de la Euroliga, tampoco en el top-8 de la ACB, el año anterior nos quedamos fuera en la liga… es que es momento de espabilar. Ninguna sorpresa que diga eso. Está bien dicho. Necesitamos cambiar esto.
– Xabi López-Arostegui y Juancho Hernangómez se quejan de que no haya más españoles en los equipos ACB. ¿Qué le parece el debate como lituano pero vitoriano de adopción?
– Les entiendo porque son españoles y es normal que quieran que haya más oportunidades para los jóvenes porque así el baloncesto nacional puede seguir creciendo. Yo no me quiero meter mucho, pero a mí lo que me importa es que aquí haya gente buena y buen rollo. Nosotros hablamos de lo mismo en Lituania, porque porque juegan más los extranjeros, los americanos, que los jóvenes de la cantera. Es bastante raro que no haya más españoles, pero es lo que hay.
– ¿Le toca cada año hacer un grupo nuevo de WhatsApp?
– (Asiente con la cabeza).
– ¿En cuál hablan más de los chats de otros años?
– En ninguno. Individualmente sí hablo con muchos. No me gusta empezar a nombrar porque luego siempre se me olvida alguno, pero de los últimos años pues con Dani (Díez), Vanja (Marinkovic), Matt (Costello) o Rokas (Giedraitis).
– El vestuario genera mucha intriga. ¿Pasan tantas cosas ahí dentro cómo la gente imagina?
– No es para tanto. Somos 13 o 14 jugadores, unos se llevan más con unos que con otros, pero siempre con buen rollo. Nunca he visto una pelea o cosas así.
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