Pablo Laso dispara la ilusión
El Baskonia da un golpe de efecto histórico con el fichaje por tres temporadas del laureado técnico. Retorna a casa 29 años después
Una sacudida de ilusión como hacía años no se producía. El baskonismo se sorprendió ayer con el enésimo giro del club de sus amores. Suma ... a la causa a Pablo Laso Biurrun. El último gran vitoriano en vestir la elástica azulgrana, el menudo líder de aquel Taugrés noventero que empezaba a pensar en mayúsculas, el joven técnico convertido en leyenda después de romper todos los récords habidos y por haber en el Real Madrid. Y no lo olvidemos, el vigente campeón de la liga y la copa alemanas tras su efímera aventura en el Bayern de Múnich. Retorna uno de los nuestros después de, inexplicablemente, 29 años de su anterior servicio a la causa del carnero. Fichado además hasta 2027. El movimiento del verano en los banquillos europeos.
A media mañana, el Baskonia desveló su secreto mejor guardado. Un bombazo en el mundo de la canasta. El ansiado fruto de una laboriosa tarea negociadora en la que, por una vez, se han alineado a favor todos los astros. Porque Pablo Laso tenía contrato con la entidad bávara, en la que recaló el verano pasado con el propósito de reinventarse tras ganarlo todo en el Real Madrid -dos Euroligas incluidas- y ser despedido por la puerta de atrás sin honores. Algo incomprensible.
Pese a que el proyecto deportivo alemán parecía interesante -un club con ambición y éxito innegable dentro de sus fronteras, pero sin el 'punch' necesario a nivel continental-, han importado más otros factores. Entre ellos, el deseo expreso de su familia de retornar a España, acelerado con la llamada baskonista.
Porque cuando Laso, el deseado, se puso a tiro, el inquilino del Buesa Arena intentó un fichaje que hace unos meses parecía una quimera. Pocos técnicos activos hay tan laureados. Ninguno de ese estirpe conoce mejor la idiosincrasia azulgrana. Once años como jugador le contemplan. Con el Caja de Álava, primero, y a los mandos del Taugrés más tarde. De aquella etapa queda la conquista de la primera Copa del Rey en Granada'95, recordado colofón entre los veteranos del lugar.
Esos «motivos familiares» aducidos en la nota de despedida del club alemán -en Múnich le acompañaban su mujer y su hijo menor, mientras que los otros dos vástagos siguen en Madrid- pronto quedaron en un segundo plano cuando, apenas hora y media después, el Baskonia dio la buena nueva. La frase «¡¡Pablo Laso vuelve a casa!!» encabezó el anuncio oficial, con un vídeo en el que se ven varias canchas de baloncesto de la ciudad. Entre ellas, la de San Viator. El colegio donde se forjó y alcanzó un subcampeonato juvenil de España, allá por 1982. El impacto provocado por este fichaje pocas veces se ha visto. Quizá haya que rebobinar hasta el fiasco de Lamar Odom.
Es lo que tiene enmendar casi tres décadas de caminos paralelos. Porque al inicio de su trayectoria en los banquillos, tras 19 campañas como jugador profesional, que se dice pronto, Laso carecía de currículo suficiente para comandar la nave alavesa. Mientras que su sostenida explosión de éxitos en el WiZink Center pareció situarlo en otra dimensión, inalcanzable para un club con alma de aristócrata pero posibles de burgués. Ahora, él quería retornar a la ACB y el Baskonia necesitaba un timonel de garantías. La conjunción perfecta.
Libro de estilo coral
Esos tres años de contrato -inusuales en la filosofía del club capitaneado por Josean Querejeta- dan una idea de la magnitud de esta apuesta deportiva. Semejante duración huele a declaración de intenciones. Más si cabe al rebobinar el rosario de entrenadores cobijados la última década bajo la cúpula del Buesa Arena con mayor o menor éxito. Dusko Ivanovic, Pedro Martínez, Velimir Perasovic, Neven Spahija, Joan Peñarroya, Sito Alonso, Marco Crespi, Pablo Prigioni, Ibon Navarro...
La del otrora hijo de Pepe -otro nombre propio en el baskonismo- es la historia del hijo pródigo. Un técnico creado a sí mismo. «Ha cogido conceptos de muchos entrenadores que ha tenido, como Herb Brown, Iñaki Iriarte o Zeljko Obradovic», desvela su excompañero de fatigas Joe Arlauckas. Podría añadirse asimismo al desaparecido Manel Comas.
Su baloncesto es total. Con máxima exigencia alrededor de su aro y un juego amoldado a las individualidades del momento. En el Real Madrid quizá lo tenía más sencillo con tanta figura a sus órdenes -sólo saber conjuntarlos era un éxito-, pero en el modesto Gipuzkoa Basket todavía le añoran por sus notables propuestas sobre la cancha. El poso. En todos sus destinos se refieren a esa huella dejada por este vitoriano cosecha del 67. Un tipo con carácter en un cuerpo de 1,78 metros. Baste recordar sus 'lasinas' en los tiempos muertos. Esas broncas que lo mismo le caen a la estrella con contrato millonario que al último en llegar si no han cumplimentado una orden directa del entrenador. «Si quieres seguir botando el balón, te compras uno», le soltó en una ocasión al canterano Matteo Spagnolo, ahora en el Alba Berlín.
«Difícil de influenciar»
El empresario Diego Álvarez de Arcaya es una de las personas que mejor conoce a Pablo. El fichaje oficial le pilló en Suiza, desde donde compartió su alegría por este reencuentro. «Es una persona muy optimista, muy alegre. Tiene mucho temple para las críticas, que las ha aprendido a llevar fenomenal. Es fiel a sus pensamientos y muy difícil de influenciar porque lo tiene todo bastante claro», le piropeó.
No lo tendrá sencillo en su casa. El Baskonia viene de una montaña rusa. Decepción histórica en la Liga ACB, ausente de la Copa del Rey y la alegría de los 'play off' en la Euroliga, el objeto de deseo hasta ahora prohibido para cualquier seguidor. La plantilla se halla inmersa en su enésima remodelación. Quedan por cerrarse cuatro o cinco fichajes. De momento, la nómina la conforman Kamal Baldwin, Markus Howard, Sander Raieste, Luwawu-Cabarrot, Tadas Sedekerskis, Nikos Rogkavopoulos, Chima Moneke y Khalifa Diop. A buen seguro, la influencia positiva de un entrenador de semejante rango contribuya a despejar dudas entre más de un pretendido por sumarse a la causa baskonista.
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