Rafael Hettsheimeir
El mazazo del pívot del Madrid de Pablo Laso tras la Copa del Rey de Vitoria: «Les costé el partido»A Rafael Hettsheimeir, a quien quiso el Baskonia, le atormentó perder el rebote que eliminó a los blancos en el torneo de 2013. «Tener un psicólogo me habría ayudado»
Hay duelos entre Baskonia y Real Madrid que se juegan fuera de la cancha. En el verano de 2012, la carrera por fichar a Rafael ... Hettsheimeir (Araçatuba, Brasil; 1986), el pívot corpulento y ágil que brilló en el Zaragoza, fue uno de ellos. «Hubo un contacto del Baskonia con mi agente pero me decanté por el Madrid porque siempre le había seguido por el fútbol», explica trece años después. Completó la rotación interior blanca de la segunda temporada de Pablo Laso en la capital, la de la controvertida salida de Ante Tomic. El croata sería el verdugo meses más tarde en una Copa del Rey de mal recuerdo para el técnico alavés. «Más que un partido, perdí un jugador», define en su libro 'Ganar para contarlo'.
Vitoria era en aquel momento el epicentro del torneo más reclamado de la ACB. Esa edición de 2013 emparejó a Real Madrid y Barcelona en cuartos de final. Todo un hito de por sí, enfatizado por un gran clásico, resuelto a favor de los culés (108-111) tras dos prórrogas. Los blancos vencían por tres puntos a cinco segundos para acabar el primer tiempo extra. Lorbek anotó el primer tiro libre y tiró a fallar el segundo. «Joder, el rebote ese… Les costé el partido», maldice todavía Hettsheimeir. Había salido a la pista para cerrar esa captura pero perdió la posición y el balón, para colmo, le cayó a Tomic. El propio Lorbek provocó una nueva prórroga, providencial para un título que acabaría en las vitrinas del Palau. «Se le cayó el Madrid encima», descubre Laso.
«Me demostró su grandeza»
La peor presión de un deportista no es la que impone el entorno, sino la que se aplica uno mismo. Esa ansiedad llegó a quebrar la voluntad y los fundamentos de un interior al que se le vino el mundo encima en el vestuario del Buesa. «Me dio mucho, mucho bajón». Laso lo percibió rápido y se sentó con él. «'Esto pasa. Los grandes jugadores viven estos momentos' me dijo». Le arropó los días posteriores. Hablaba con él. «Me demostró su grandeza. Tenía mucha confianza en mí a pesar de que luego empecé a jugar poco». No hay reproches. «Me enseñó mucho».
El internacional 'verdeamarelo' dejó de ser el mismo jugador. «Me obsesioné. Me retraí mucho. Entraba a la pista y estaba todo el rato diciéndome: 'no puedo perder el rebote, puedo fallar tiros, pero rebote no, rebote no'. Siempre así». Lo define como 'autocrobranza', una fusta mental que le acompañó varios años. El Madrid prescindió de él y tampoco le fue mejor en el Unicaja. «Me frenaba bastante.A ese nivel se notaba mucho si no estabas bien. Me pudo la presión». Se volvió con «ese peso» a Brasil y logró usarlo como «combustible» para alimentar sus ganas por competir. «Entonces era entrenar, jugar y a por todas. Haber tenido un psicólogo ahí me habría ayudado, pero no era la época».
Ahí terminó la provechosa etapa por España del brasileño que apodaban 'Shaquinho'. «Me tenían cariño porque yo era un bebé al lado de Shaquille O'Neal, que era un monstruo», bromea. Delgadito y con buenas piernas para saltar, a los siete años perdió a su padre. Era conductor de trenes y alemán. Sin saberlo, sus genes pudieron ser la causa de que se dedicara al baloncesto. El niño, «bajito» como sus hermanos, comenzó a medrar en el instituto. 2,01 metros con 14 años, un quebradero de cabeza para su madre. «Se volvía loca para comprarme zapatillas y ropa. A las pocas semanas no me valía nada». La economía era reducida, así que le llevó al médico. «Doctor, ¿no hay ningún medicamento para que pare?». La receta fue el baloncesto.
Con la estela de Tiago Splitter presente, jugó tres años en su país, escalando por los mejores equipos («Aprendía muy rápido») y recaló en España en 2005 de la mano del extinto Akasvayu Girona de Fran Vázquez, Roberto Dueñas y Raúl López. «Hacía pesas antes de entrenar, después técnica individual, y luego cogía el coche para ir a Vic y entrenar con el filial, con el que jugaba». Ganó mucho volumen, lo que definió una trayectoria que alcanzo la ACB en Zaragoza tras una particularidad. Siendo en aquel momento equipo de LEB, fue cedido al Obradoiro, en ACB. El debut en una élite en la que reconoce «motivarse de forma especial» cada vez que se enfrentaba a Real Madrid, Barcelona o Baskonia.
Promedió más 13,3 puntos y 6,4 rebotes en la temporada 2011-2012, aupado por la motivación de acudir a los Juegos Olímpicos de Londres. Otro mezazo. Una lesión de rodilla durante la prepración le impidió estar, pero no frustró el interés de reclutarle de los mejores equipos, decantándose por el Madrid. Estuvo en la final de la Euroliga y ganó la ACB ese año. A sus 38 años, mantiene el alma competitiva en Brasil. Disputa con el Franca la final de la liga y no tiene pensado la retirada. Siempre con el sueño de que su hijo, de 13 años, juegue en España. «Es más duro y bota mejor».
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