Nunca dejes de creer
«Nunca dejes de creer» debería convertirse en una de esas frases con un espacio privilegiado para la gloria y estar bien visible en momentos ... de zozobra. Podríamos imaginarnos las primeras palabras de Dusko Ivanovic cuando entró en su tercera etapa en el vestuario del Buesa Arena, ante sus jugadores, cabizbajos probablemente, atenazados por una serie de circunstancias que lastraban su juego y receptores de la crudeza de los resultados en contra. En esos momentos podríamos vaticinar que una de esas palabras empleadas podría ser «confianza», otra «trabajo», otra quizá «día a día», pero quiero pensar que una de ellas sería «nunca dejéis de creer en vosotros mismos».
Ni usted ni yo somos iguales que hace 10 años. En esencia sí, pero nuestra trayectoria y comportamientos han evolucionado. Dusko Ivanovic también. Su aspecto físico ha cambiado, su rictus serio, firme, recto y enérgico, no. Sí lo ha hecho su mirada de complicidad a sus jugadores. Más allá de su tono de voz, de sus reprimendas, que forman parte de su esencia, su mirada y comunicación no-verbal y gestual han evolucionado. Y sus jugadores, se lo han devuelto con trabajo, esfuerzo y compromiso.
El basket ha avanzado también en estos 10 años. La capacidad física es hoy condición 'sine qua non' para competir al más alto nivel, con dos partidos por semana, a veces tres, y viajes de por medio. Con ello, Dusko ha ido labrando un grupo que debía reaprender qué debía hacer bien, qué no debía hacer y dónde debían progresar para recuperar primero competitividad, segundo confianza y finalmente triunfos.
Intensidad extraordinaria, desde la defensa 1x1 con balón a la agresividad en las líneas de pase y cierre de espacios de los jugadores sin balón. Asegurar cada rebote defensivo por muy alto que esté en el tablero, recuperar la magia del premio del contraataque veloz y matador y velar por la paciencia en ataque para que el balón llegara al lugar adecuado, en el momento exacto, al jugador preciso. Leyendo esto le puedo asegurar que son las claves del baloncesto, hace 10 años, hoy y también mañana.
Una defensa de libro ante uno de los equipos más talentoso, físico y millonario de Europa ha sido el eje central sobre el que ha construido este Baskonia en esta recta final. Y una jugada final, con 4 pases, sin botes, que finalizó con Pollonara, un grande, asistiendo a Vildoza, un pequeño, tras una puerta atrás. Puro baloncesto. El premio merecido a la fe de «nunca dejes de creer».
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