Notable en materias básicas
La escuadra serbia no deslumbra con su baloncesto, pero sabe lo suyo de intensidad, disciplina, coordinación y esfuerzo
Son nuestras obsesiones las que de vez en cuando empujan nuestros actos, sin aparente necesidad pero con la presión suficiente para atenazarnos con fuerza. Esa ... especie de 'querer hacer' más de la cuenta se enfrenta al simple 'hacer mejor', tan complicado a veces pero tan certero en la mayor parte de ellas. Es entonces cuando surge del otro lado la voz de la sensatez que se revuelve ante semejante disputa interna, la que crees que deberías hacer y la que sientes que has de hacer.
Esa sensatez se viste de manera básica, aquella que debe estar sí o sí porque su función es comportarse como esos pilares sobre los que construimos el resto del edificio de nuestra personalidad. Lo básico, la esencia, los fundamentos son algo que en Belgrado llevan grabado a conciencia cuando se habla de baloncesto. El Estrella Roja es una muestra de una tradición que pervive a pesar de los cambios políticos y sociales en el territorio balcánico.
Hace pocas semanas atrás describía como incomodidad su paso por esta Euroliga. Tan cierto como aquello cabe reconocer que en competición el proceso cuenta tanto como el resultado, aunque pretendamos guiarnos exclusivamente por la victoria o la derrota. El proceso del Estrella Roja es de esos que, aun viéndose lejos de la élite, sienten en el fondo que pueden competir contra cualquiera, mirando sin temor a la cara de su rival, sabiendo que son los 40 minutos sobre la cancha los que dictan la verdadera sentencia. Se preparan para ello y cada partido es un paso más en ese proceso para tratar de llegar hasta el final con opciones, aunque solo sea un leve hilo de victoria.
Aunque se ve lejos de la élite, el equipo de Belgrado siente que puede competir contra cualquiera
En esta fase del proceso se encuentra Estrella Roja, un rival rocoso y duro, con una intensidad que va a más, con mayor participación del colectivo y sobre todo con una firme convicción en aquello básico que debe hacer muy bien, sin errores, con la mayor energía posible. No veremos a un Estrella Roja brillante, intuitivo o espontáneo, no. Veremos un Estrella Roja directo, disciplinado, intenso y coordinado en ataque pero sobre todo en defensa, que corre cada vez que se le presenta una oportunidad o cierra seguidamente cualquier espacio en torno a su canasta.
En el baloncesto actual no hay secretos ni trucos. Botar, pasar, tirar y moverse sin balón; 1x1 agresivo en defensa para parar al rival y 1x1 directo para atacar en campo ofensivo. Ayudar al compañero cada vez que pierde la posición y ceder la oportunidad de anotar si está mejor situado. Se acabó. Esto es lo que está proponiendo el Estrella Roja en sus últimos partidos y eso ha sido en su historia. Cuando dudó de su estilo sufrió y Dejan Radonjic, su entrenador, cambió el paso y retomó algo que parece fácil de reconocer, pero les aseguro que no tanto: hagamos mejor lo que sabemos hacer.
Y así, Volters lleva a su equipo con la seguridad de quien sabe qué hacer para que el timón no se desvíe de su trayectoria; Hollins se sacrifica físicamente para que pueda después brillar su talento y su mano para el tiro, Kalinic reconoce que ser líder conlleva demostrarlo desde el ejemplo en cada acción, Mitrovic reconoce su rol como poste que debe generar espacios para el resto y aprovechar sus oportunidades y Kuzmic entiende que el bien más preciado del equipo es ser dueño de los aros y que todo lo que suceda sobre ellos debe estar a su alcance.
A partir de aquí cada rotación tiene un reto: ser un equipo es serlo durante el mayor tiempo posible esté quien esté en el campo en ese momento. Lazic y Dobric aportan calidad y tiro exterior, Ivanovic añade intensidad, Markovic pone su experiencia, Davidovac se prodiga en el tiro exterior desde el 'cuatro' y White impone su físico interior. Y todos se vacían en la defensa y en el esfuerzo. No hay más recetas: haced muy bien lo que hay que hacer bien.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión