Si fuera tan fácil como decir ¡ahora! y acertar, la vida no estaría llena de tantos vaivenes. Pero no es así, a veces hay yas ... que se convierten en ayeres, u otros que debían haberse mantenido en silencio para no dar lugar a equívocos. No es fácil decir ya. Sí es verdad que aparecen decisiones que simulan ser arriesgadas pero vista la trayectoria y la tendencia, llegaríamos a pensar que esta vez va a ser que sí. Desde fuera siempre es más fácil verlo y asentir con un «me lo imaginaba», pero lo cierto es que para cuando llegas a eso, quien ha apostado te lleva un buen trecho de ventaja.
Maccabi sabe que es ahora o si no, difícil saber cuándo. Está en ese punto de tocar de nuevo con la punta de sus dedos el santo grial que da entrada a la Final Four (si se celebra, dicho sea de paso) y siente que su apuesta inicial y el recorrido que queda, requiere de alinear su punto extra de ambición, recuperar un cetro que nunca debió ser abandonado y que se llegue hacia el final en la plenitud del estado de forma global, táctico, físico y mental. Sus últimos partidos han testificado que esta vez sí, y sintiendo que su presencia en el Top 8 está asegurada, llega el momento de que las lecciones estén bien aprendidas y mejor ejecutadas para superar ese enfrentamiento de cuartos que tanto deseaban.
Lo que sorprende de Maccabi es que siendo la apuesta tan atinada en esta temporada con fichajes de caché al pasado estilo hebreo, su nivel se haya ido ajustando, y elevando, con otros que han progresado extraordinariamente bien, como Dorsey, Bryant, Zoosman o Hunter. El recorrido de Wilbekin lo dejamos al nivel de los grandes jugones de esta Euroliga que podríamos describir como la de 'los bajitos'. No estorba nada sentado al lado de Larkin, James, Shved, Campazzo, Micic, Calathes, Chacho o Sloukas. Está ahí por méritos propios. Pero su papel no sería el que es sin la ayuda de sus compañeros. A veces tomando el timón del equipo directamente, otras desde la más cómoda posición de escolta, pero siempre con esa decisión, control y autoridad de quien se sabe líder y quien reconoce cuándo ejercer su autoría. Ahí vive Wilbekin.
Maccabi ha conseguido además que las bajas de Casspi y Black, con la experiencia y la fortaleza de este equipo, apenas se noten. Con un juego basado en 3 pequeños al mismo tiempo, Sfairopoulos ha impulsado una mayor velocidad al equipo y un mayor trabajo e intensidad defensiva. Maccabi, junto a Efes y el mismo Real Madrid, han recuperado el juego de los pequeños para dominar los partidos en base al ritmo de juego. Y Maccabi lleva toda la temporada en esta línea, mejorándola, a pesar de las lesiones. Pero además, Zoosman ha subido sus prestaciones en ese juego del equilibrio de la posición de alero o alero alto. Tira, pasa, rebotea, defiende y anota. Hunter en cambio, ha asumido sin problemas el rol que ha dejado Black, convirtiéndose en ese poste físico y atlético protagonista, lejos de ese papel que le dieron de secundario en no pocos equipos. Es el sostén individual del equipo en rebotes, siendo el 2º mejor equipo de toda la Euroliga, y su participación en ataque cumple a la perfección de lo que se le pide a un jugador interior.
Las piezas de este Maccabi están bien engrasadas. Es un equipo reconocible tácticamente, con personalidad, intensidad desde la defensa y con las condiciones adecuadas para optar a estar en ese grupo de los 4 mejores equipos de la competición. Tiene plantilla, pero sobre todo tiene juego. Tiene físico, pero sobre todo tiene la lectura de cuándo y de qué manera emplearlo. Pero sobre todo tiene y sabe su tiempo. Y su tiempo es ahora.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión