Estaba de parranda

Nos sentíamos aliviados porque la grada, al menos, no estaba ocupada. Minuto de bocas cerradas y ojos llorosos por Janis Timma. Primeros balones sin destino en ambos equipos que clamaban encontrar dirección. Las canastas de proximidad hasta el momento en el que se acabó el Blatt, bla, bla. Donta gozaba de las dobladas de sus compañeros y de que en Israel no conocen el retrovisor. Lo bueno para los macabeos es que da igual que vayan ganando o perdiendo porque la cara de Kattash es siempre avinagrada.

Los problemas de Forrest con su yoyó le llevaron a jugar a la silla de la reina. Por la resurrección ofensiva de Howard y la entrada de Baldwin volteamos la situación sin lanzar cohetes. Con Nikos nos cambió la cara definitivamente a la par que Markus mostraba la que sabemos que tiene. El acierto resucita al muerto. Maccabi apedreaba nuestro aro entre defensas de pandereta, muy propia en unos días. Indefensas, derramas y corte al 0 para no dejar pelos en la gatera.

Las bolas seguían entrando como las otras en ese bombo que se acuerda de unos pocos. Intercambio de cromos con los regalos de balones recordando a los Magos de Oriente. Partido con la presión en paradero desconocido y donde aparecen los habitualmente desaparecidos. La buena dirección de Jokubaitis y el siempre interesante Sorkin consiguieron meternos el miedo en el cuerpo más por defecto que por exceso. Continuaba nuestra sangría de pérdidas siempre minimizada porque con su mala puntería era imposible hacer sangre.

Aparecían Moneke y Howard cuando el culo aprieta para revolver una vez más las tripas a Oded. Los amarillos volvían al desorden, lo que pone negro a cualquiera. Vuelta a uno de esos partidos donde el banco podría sustituirse por una hamaca. Diop y Agapitos reboteaban como se debe para así seguir subiendo nuestro haber. Transiciones festivas ante una vuelta atrás local de dominguero. Victoria sin sobresaltos que seguro agradeció la patata de Pablo.

Estaba de parranda, no estaba muerto. Lo dejó bien claro ayer Howard. Agradecimos su presencia ofensiva junto a un Moneke siempre imprescindible. Gran ayuda de nuestro griego valiente y un Diop del rebote. Maquillaje final hebreo que hace jurar a cualquiera en arameo, pero victoria sin necesidad de santiguarse.