Serán moderneces pero no cabe duda de que lo que se dice sonar, suena bien, es más, da buen rollo, que decían en los años ... setenta y ochenta. La chiquillería de ahora, adolescentes de pleno derecho, sabe lo que es el 'flow'. Les he preguntado a ver qué significa y la respuesta es la misma que la pregunta: «Pues eso, 'flow'». No era una cuestión retórica, le aseguro, quería más bien comprender lo que representaba y hay, por lo que parece, una mezcla de estar a lo que hay que estar pero como disfrutando, que transmite buenas sensaciones y digamos que contagia a quien está a su alrededor.
El Anadolu Efes ha perdido, le digo, ese 'flow' que lo encumbró años atrás como el equipo de referencia de la Euroliga por su juego, estilo y triunfos. Era, hablo en pasado a conciencia, un equipo que superaba con creces el precio de una entrada. Ritmo, talento en el campo, desborde en el uno contra uno, una perfecta ejecución del 'extrapass', bases que jugaban de espaldas, grandes que tiraban de tres, jugadores que estaban donde tenían que estar, que parecía que jugaban de memoria. Como quien siempre recorre el mismo camino de regreso a casa porque es el que hace cada día. Físico por encima del aro, manos y pies vertiginosos acompasando el sonido del bote del balón. 'Flow'.
Aquella etapa del Efes pasó, de momento, a la historia porque este Anadolu Efes es otra cosa. Es cierto que una buena parte de la plantilla sigue, que han añadido a un talentazo añorado como Darius Thompson y que han remozado de físico y juventud el juego interior. Pero entre las lesiones, el cambio de entrenador y que los años no pasan en balde este Efes es diferente. Está combatiendo contra la competitividad del resto de equipos e internamente consigo mismo. Ni se reconoce ni le reconocemos.
Le entiendo. Usted mira su plantilla y lee: Larkin, Beaubois, Bryant, Clyburn, Pleiss, Zizic más Thompson, Willis, Hollatz o Daum y puede decir: «Anda ya». Conste que puede llegar el día en el que de pronto aquello vuelva a florecer; porque, lo que se dice jugar no se olvida, otra cosa es que se haga con aquella clarividencia de antes. Lo cierto es que a día de hoy al Efes le cuesta ponerse a jugar. ¿Sabe lo que es la comunicación no-verbal, los gestos y los rictus de la cara? Hoy las caras son más serias, con honda preocupación y cierta mezcla de ansiedad e incredulidad. ¿Dónde se ha escondido aquel Efes?
No obstante trata de competir, lo intenta, pero Larkin no se encuentra cómodo en el campo, Thompson no ha encontrado aún la complicidad de sus compañeros, Bryant necesita aquellos espacios que tenía entonces, Clyburn ha decidido ir por su cuenta y se queda solo y Pleiss y Zizic siguen renqueantes. El resto trata de honrar esa camiseta y aquel 'flow' pero están lejos. Hollatz intenta ser esa mano exterior sólida; Gazi, un exterior que sume en un puesto muy exigente; Daum es un '4' actual, físico y con mano exterior, con mucha actividad y Jones y Oturu tienen una capacidad física extraordinaria pero desacompasada y a destiempo a veces.
Su nuevo entrenador, Erdem Can, que llega con la vitola de mejor técnico de la Eurocup pasada, muestra cierta perplejidad porque este Efes, su Efes, está muy lejos tanto del pasado como del futuro y sobrevive en un presente que duele más de lo que se imaginaba a principio de temporada. Lo duro que son los nuevos ciclos, pensarán, donde ese 'flow' no sale, aunque se intente, aunque se recuerde y aunque se trate de mentar para que vuelva cuanto antes. Pero parece que no es así.
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