Ganar y perder

El estilo es otro factor representativo del nivel de influencia del entrenador. El Baskonia lo tiene bien definido. Su forma de jugar le lleva a ser destacado en anotación con un promedio de casi 90 puntos; lidera la clasificación de asistencias con 20 por partido y encesta casi 13 triples. Quizás lo mejor del cuadro es la aportación colectiva y se da la curiosidad de que los jugadores que salen del banquillo anotan más que los titulares. El trasiego de piezas permite llegar fuerte al cierre del partido.

Queda claro que la versatilidad del grupo es encomiable y que es un equipo incómodo. Y si todo está bien, ¿por qué no gana siempre? Los equipos que usan el triple como principal arma tienen días aciagos; tanto en Mónaco como en Manresa el 27% de triples les llevó a la derrota. Frente a Mónaco ya se vio que la falta de juego interior empieza a pasar factura a los tiradores vitorianos. Kotsar es un jugador poderoso pero aún no tiene suficiente entidad para encoger a las defensas contrarias. Vamos, que no es Tavares.

Frente a esas defensas agobiantes, el Baskonia tiene la baza de disponer de muchos jugadores amenazantes desde la línea. Individualmente, los triplistas no son todos iguales. Howard no se ve condicionado por la distancia ni por falta de recursos. Ocurre que después de sus exhibiciones de principios de temporada le ponen un tigre delante y su falta de centímetros limita sus posibilidades. Costello es muy fiable. Al ser siempre defendido por pares de menor movilidad, siempre tira cómodo. El triplista más natural del equipo es Giedraitis, también el más afinado. Thompson, Díez, Marinkovic y Sedekerskis terminan de configurar un digno grupo de lanzadores. Son la gran fuerza ofensiva del equipo.

Cada día me resulta más perturbador para los equipos de Euroliga jugar el viernes un partido digno de un play off y luego venir a jugar un durísimo partido ACB. Baskonia, Barça y Valencia han perdido sus partido por la falta de recuperación física, con el correspondiente riesgo de lesiones.