Espíritu frente a resultados
El Zalgiris es consciente de su realidad, pero también entiende la esencia tradicional de Kaunas de no rendirse nunca
La única manera que existe para dejar la adversidad a un lado es seguir adelante. No pretende ser esto una declaración de libro de autoayuda ... de estantería de aeropuerto, sino más bien constatar una realidad aunque provoque cierta tristeza. El infortunio, lo desfavorable, no deja de ser al final una sensación que en ocasiones no concuerda con el desarrollo del proceso, que es donde deberíamos poner más esfuerzo en valorarlo.
El Zalgiris lleva toda la temporada mirando hacia arriba desde el escalón más bajo de la Euroliga. No tiene que ser sencillo llegar al entrenamiento de cada mañana viendo que la distancia se va agrandando y que tu rendimiento no llega al nivel medio exigido, mejor dicho, el resultado no recompensa el esfuerzo diario. Ha tenido que ir rectificando a lo largo de la temporada con cambios para sustituir el mando del banquillo, con refuerzos que llegaron pero no acabaron de fructificar como tal y con lesiones que apartaban del proceso la recuperación del grupo. Demasiadas adversidades sumadas a que los rivales van a lo suyo, como es natural, y que la competición es dura semana sí, semana también.
Y, a pesar de todo, el conjunto lituano ha ido progresando conforme pasaban las semanas. Aunque no lo muestren sus resultados, el equipo decidió competir contra sí mismo y ganarse cada encuentro, probablemente desde el entrenamiento diario. Jugar mejor, defender mejor, rebotear mejor, pasar mejor, encontrar mejores tiros, saber a quién dar el balón en el momento preciso. Jure Zdovc mira desde el banquillo, atento como cuando jugaba de escolta, e insiste a su equipo en que cada posesión sea la que debe ser. Es consciente de su realidad, pero también comprende el espíritu tradicional de Kaunas, ese que te exige que nunca te rindas, que te premia el detalle mínimo del máximo esfuerzo como si solo ello fuera el resultado final de la batalla. El equipo lo entiende, el entorno también. Salvo los resultados.
Quienes primero han dado ejemplo han sido 'sus' veteranos locales, que representan fielmente ese espíritu de energía lituana de más que cualquiera de sus hinchas pondría si estuvieran en el campo. Lekavicius, Milaknis, Jankunas, Ulanovas y el 'vecino' Strelnieks han tomado este testigo y han tratado de mantenerlo con fuerza para que el orgullo supere al resultado. A este esfuerzo de más se ha sumado la calidad de Webster al base y Cavanaugh y Giffey en el 'cuatro' y el físico de Nebo. Este grupo va paso a paso olvidándose del marcador en cada acción, reconociendo sus virtudes como colectivo para que sea el grupo el que camine unido para superar cada adversidad.
Es el Zalgiris un equipo consciente de que para sacar adelante un partido debe comportarse como equipo. Es solidario en defensa aun no teniendo ese físico imponente que parece que configura el estilo de los equipos Euroliga; protege el aro en el rebote de manera colectiva distinguiendo el 'querer' frente al 'coger' el rebote; y en ataque se apoya en el 5x5 en todo momento, sin errores, hasta encontrar la mejor opción con calma pero sin perder intensidad. No es un equipo con brotes de espectáculo, pero si no igualas su intensidad, no es nada sencillo superar después.
Probablemente la decepción del resultado de esta temporada duela; porque a nadie le gusta estar en lo más profundo de la tabla clasificatoria. Pero por otro lado sentirán que cada encuentro lo han enfrentado de cara y si el adversario es mejor, se dan la mano y ya está. Pero también son conscientes de que sin dos de sus referentes, Lauvergne y Kalnietis, con un joven talento como Blazevic y con gente experta y local en sus filas, han mirado adelante pasara lo que pasara. Y esto a veces es un premio que el resultado jamás podrá reflejar con números.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión