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Cuando los números aprietan, cualquier situación puede enredar aun más el nudo. El Baskonia llegaba a la cita contra el Manresa tras echar un vistazo a la clasificación que hacía correr sudores fríos por la espalda de más de un aficionado. No en vano, el triunfo del Gran Canaria unas horas antes había elevado a dos la desventaja vitoriana respecto al play off. Trece triunfos, los mismos que su rival catalán y una cifra que obligaría a la excelencia con solo diez partidos por delante hasta el final de la temporada. Por eso era clave imponerse a un Manresa inmerso de la misma forma en la pelea por el play off.
Por eso, pero no solo por eso. También estaba la pugna directa que está obligado a mantener el Baskonia con varios de sus adversarios por alguna de las cuatro plazas del play off que siguen abiertas a disputa. Perder contra el Manresa supondría quedarse a tres victorias de un rival con la etiqueta ya de prácticamente inalcanzable. Ganar, en cambio, reduciría a solo uno la desventaja y abriría un escenario mucho más amable. Aunque durante muchos minutos el segundo escenario fue el que mandó, el plantel azulgrana logró rescatar un triunfo capital si quiere evitar el sonrojo de verse por segundo curso consecutivo apartado de las eliminatorias por el título. También estaba la cuestión del average. Y el recuerdo no era halagüeño. Tras dejarlo escapar contra el Gran Canaria cuando lo tenía controlado, esta vez la tarea era más sencilla. Después de ganar en la primera vuelta, le bastaba con vencer para adjudicárselo.
Para hacerlo hacía falta que se viera durante el mayor tiempo posible al Baskonia que convenció contra el Bayern. Un equipo de anotación repartida y, sobre todo, apoyado en el espíritu colectivo que da una buena dirección de juego. Ahí estuvo Forrest. Tras responder a un excelente nivel contra el equipo alemán, este sábado volvió a dar lo que se le pide. Buen anotador (13 puntos) y solvente con la batuta (9 asistencias). Cerca del doble-doble y con seis recuperaciones que coronaron una actuación que deja un único asterisco, si será capaz de consolidarla de aquí al final de curso.
En ese Baskonia colectivo faltaron algunos nombres -Baldwin, con el brazo en cabestrillo, está lesionado y Hall se marchó pronto tras un fuerte golpe-, pero otros muchos sí lograron sumar. Ahí estuvo Moneke, de regreso al equipo tras su sucesión de percances físicos en los últimos días. Él, junto a un Sedekerskis especialmente atinado atrás, resultaron claves para elevar el nivel defensivo del equipo y secar tras el descanso a Alston. Si a ello se le suma el buen nivel de Howard tras un partido que empezó mal, con varios triples fallados, pero que terminó con 27 puntos, todo es más sencillo.
Con todo ello, el Baskonia volvió a sumar otro triunfo en casa. Son ya nueve consecutivos desde el que lograra a mediados de enero contra el Panathinaikos. Su racha más larga del curso y superior ya a los siete que registró durante la temporada pasada. Ahora aspira a dar caza a los trece que llegó a encadenar hace dos cursos con Peñarroya en el banquillo.
Vencer en el Buesa Arena será clave para culminar de una vez por todas la remontada hacia el play off. Pero también necesitará hacerlo lejos de casa, donde la situación es opuesta. Ahora afronta sus próximos tres partidos como visitante -Efes, Fenerbahce y Breogán- con el objetivo de consolidar su juego coral y, sobre todo, de lograr al fin encadenar más de dos triunfos esta temporada.
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