Las dinámicas del ritmo
Hay quienes recurren a los amuletos, a las supersticiones, a esas virtudes que se pegan al talismán para poder dar el siguiente paso que se ... le pide. El hecho de desarrollarse tiene mucho que ver con lo próximo a realizar, más que con el pasado, aunque del pasado aprendemos tanto que nos sirve de acicate y estímulo. En todos casos, las dinámicas nos llevan a que ese paso sea más firme y extenso, o bien con ciertas dudas o algún que otro temor por lo vivido.
Fenerbahce representa el patrón de lo que es la actualización de un proyecto que viene de un pasado en las primeras líneas de la competición, pero que su presente y futuro le está poniendo más dificultades de las imaginadas para seguir en esa vanguardia. Además simboliza lo que de alguna manera representan las dinámicas del basket europeo en cuanto a juego: las plantillas deben ser más complementarias y equilibradas, y el estilo de juego tiene que ser sólido en ambas partes del campo.
Lo mejor en lo que llevamos de temporada en Fenerbahce es que su identidad está basada en el ritmo. Cuando se refleja con todas sus vertientes, Fenerbahce se siente cómodo. Tengamos claro que existe una simbiosis entre lo que su entrenador Sasha Djordjevic propone y el tipo de jugadores que tiene a su disposición, en especial sus pequeños, que disfrutan con los decibelios al máximo. Lógico si Henry, Pierre, Polonara, Guduric o Booker están en pista. Abrir las ventanas del juego para que existan corredores de aire hacia el otro campo tiene sus ventajas, pero tienen que darse algunas condiciones previas donde ese equilibrio no se da en la misma medida. Conviene provocar el error al contrario, ahí Fenerbahce está bien; dominar el rebote, que le cuesta mucho en especial si Vesely no está en pista; y medir el número de pérdidas por el «dejarte llevar» de la velocidad que lleva el equipo, donde a veces son más de la cuenta.
Tanto es así que uno se pregunta por qué el equipo con las bajas de De Colo y Vesely funcionó mejor que con ellos, y conseguimos comprender que tiene que ver eso: el ritmo, el desenfreno y la locura, el riesgo, algo no frecuente en la Euroliga, y que en cambio sí representa el equipo de Djordjevic. Esas dinámicas pasadas son sobre las que fue construyendo Fenerbahce su recuperación en la competición, aunque ahora precisamente no es así, y más con su parón en la competición, que pueden sembrar algunas dudas de su respuesta o bien han aprovechado este tiempo para ajustar el ansiado ritmo colectivo.
En estas dinámicas, hay jugadores que emergen su figura en el juego y otros que no acaban de responder como se esperaba. Es esencial Guduric, porque es quien mejor representa el equilibrio en el campo. Es el tipo de jugador que arriesga cuando el equipo lo necesita, que «para» al equipo cuando se vuelve todo una locura y quien sostiene el juego en defensa para que los espacios se mantengan protegidos. En cambio en el interior, las referencias que debían tomar este pulso colectivo son más jugadores desde el exterior que en la pintura salvo Vesely. Booker es un jugador de los más físicos de la liga pero su espacio ideal se encuentra a 4 metros, tanto en defensa como en ataque, viniendo desde fuera. Algo parecido a Polonara. El problema radica en que la zona se desprotege salvo que sea todo el colectivo quien asuma el compromiso para ello. Y en eso el equipo a veces falla. Así que por una cosa o por otra, Fenerbahce sigue encomendándose a los amuletos de De Colo y Vesely para asegurar su competitividad. Y a veces, funciona, y otras no tanto. De ahí que su estabilidad dependa tanto de las dinámicas.
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