Peñarroya da descanso a Costello y recupera a Enoch

El Fuenlabrada atraviesa una grave crisis deportiva, institucional y financiera. A cuatro victorias de la salvación a falta de seis jornadas como resultado de una grave descapitalización de la plantilla para subsanar las deudas de la entidad. Tiene casi imposible lograr la salvación y el Baskonia acude al Fernando Martín con la intención de asestarle la que podría ser la puntilla. Superiores cuantitativa, física, anímicamente, solo el fantasma de la relajación, como ya le ocurrió al Bilbao Basket el pasado sábado, podría deparar la derrota azulgrana.

El conjunto del sur de Madrid es una tormenta de inestabilidad esta temporada. Son ya 23 los jugadores que han pasado por su plantilla, sólo dos menos que los integrantes del Baskonia de la 2014-2015. Óscar Quintana es el tercer entrenador del curso, tras Josep María Raventós y José Luis Pichel, y acumulaba 19 derrotas seguidas hasta la visita de los bilbaínos. Un clima irrespirable para una afición con la fe quebrantada pero que no tiene a nadie a quién protestarle. José Quintana, hermano del técnico cántabro, abandonó la presidencia del club en febrero tras 17 años al frente y nadie ha tomado el relevo de forma oficial. Hasta el director deportivo, el exazulgrana Ferrán López, parece haber arrojado la toalla.

Como tantas otras cosas desde la pandemia, los problemas arrancaron tras la expansión del coronavirus. El 3 de junio de 2020, Urbas Grupo Financiero firmaba con el Baloncesto Fuenlabrada un contrato de patrocinio por tres años. Solo trece meses más tarde, la compañía rompía de manera unilateral el acuerdo amparándose en la falta de público, en un caso similar al vivido por el Baskonia con TD Systems. El club madrileño reclamó en los tribunales los 225.000 euros que la empresa adeudaba además de una indemnización de la que nada se ha vuelto a saber.

El pleito cayó en el olvido cuando Carplus se convirtió en el nuevo patrocinador del Fuenlabrada el último mes de agosto hasta 2025. Pero las arcas no se recuperaron. En diciembre, todo estalló. La directiva debía un mes de salario a la primera plantilla y al resto de trabajadores y los mejores jugadores empezaron a hacer las maletas. Su gran referencia, el pívot Dusan Ristic, ejecutó la opción de salida que tenía en su contrato para firmar con el Galatasaray. Su sustituto, Willie Reed, llegó mes y medio más tarde y los servicios médicos del club determinaron que el estado físico del interior norteamericano no era el adecuado para jugar. Entre tanto, Hannah y Senglin, la dinamita del equipo, firmaron su desvinculación y solo la potente subvención del Ayuntamiento permitió al club seguir adelante. Una situación económica que permite comprar la camiseta oficial por 10 euros. Inaudito en estos tiempos.

De consumarse el desastre, el Fuenlabrada pondrá fin a 18 años ininterrumpidos en la ACB en los que ha exportado numerosos jugadores a la élite profesional. Bismack Biyombo, Esteban Batista, Brad Oleson, Rolands Smits, Gustavo Ayón, Ziga Samar... El siguiente está llamado a ser Bassala Bagayoko, de 16 años. Con su lesión de gravedad comenzaron todos los males deportivos de los fuenlabreños. La crisis de las tres patas de una entidad unida con el Baskonia por el paso de hasta 24 jugadores.