La cruz de Markus Howard
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Cada temporada baskonista tiene su colección de leitmotivs, esos motivos recurrentes que aluden a un protagonista de la obra o a una situación de la ... trama. El pasado curso, se hablaba del carácter celestial del juego de Markus Howard, su conexión con el santoral de anotadores bendecidos y esa impresión de sentirse en un parque de atracciones baloncestístico cada vez que el menudo escolta lograba embocar un triple en carrera. Howard tiene esa rara virtud de transportar al espectador a un lugar de fantasía cuando encuentra el acierto y encarrila esas rachas devastadoras que ayudan a decantar partidos. Entonces, la partitura sonaba triunfal mientras Howard se convertía en el máximo anotador de la Euroliga con buen puñado de triples de factura sobrenatural. 'Mejor cuanto más lejos', parecía leerse en su carta de presentación.
Siento decirlo, pero el Howard de los triples estratosféricos me deja un tanto impasible. Entiendo que pienses que suena a afirmación 'viejuna' de baloncesto trasnochado y supongo que esperarás ahora una crítica del juego moderno basado casi en exclusiva en la puntería desde más allá de la línea de 6,75. Mejor ahorrármela. Sé que es el camino que hace tiempo que ha tomado el baloncesto, pero uno tiene sus gustos y también una edad para digerir ciertos 'cuentos'. Me resulta más interesante ese jugador que trata de llegar a ser Howard esta temporada, el que intenta echar más el balón al suelo, crear desde el bote y mirar a otros compañeros. Es un Howard que parece negarse a sí mismo, Trata de ser generoso cuando su esencia debía empujarle al egoísmo. En este juego, es muy fino el límite entre la palmada de agradecimiento y la recriminación por el exceso de ego y no siempre se puede discernir con claridad en cuál de los dos lados se coloca Markus Howard. El retrato general de esta temporada es el de un jugador taciturno, de gesto cabreado y en estado de ansiedad. A sus 25 años, es un joven héroe sumido en problemas, dubitativo. Como si acabara de descubrir el miedo. El leitmotiv que le asigna el libreto de la presente temporada suena doliente.
Es la cruz de Markus Howard. Como personaje de relato o de drama cinematográfico, su versión de la presente temporada daría mucho juego. El problema es que el Baskonia ni es una factoría editorial ni una productora de cine. El leitmotiv emotivo del héroe en su laberinto se asocia en contrapunto con otro más prosaico y acorde a la lógica de la economía baskonista. Ese que se refiere al alto contrato de Howard, el mismo que se retocó al alza en dos ocasiones la pasada temporada. Es un vínculo laboral que se extiende hasta junio de 2028 y que convierte al anotador estadounidense en el jugador mejor pagado de la historia reciente del club vitoriano. El caso es que, en la relación rendimiento-precio, es muy posible que al Baskonia no le terminen de salir las cuentas con su jugador franquicia.
La entidad azulgrana tiene una necesidad histórica de que sus jugadores se revaloricen con vistas a una posible venta futura. Es la imposición de una economía limitada que debe reponer piezas de manera constante si quiere preservar el 'milagro' de seguir compitiendo entre los mejores. Tan interiorizado está aquello de 'comprar barato y vender caro' que muchas veces el aficionado azulgrana se convierte en improvisado 'broker' del mercado baloncestístico. También sucede con Howard, ahora que su estrella no termina de remontar en una temporada en la que el Baskonia también da bandazos en lo colectivo. ¿Se podrá colocar al exterior azulgrana en el escaparate el próximo verano con opciones de una venta lucrativa? ¿Podrá otro club asumir su actual contrato y abonar una rescisión millonaria? Yo diría que, tal y como está hoy en día el baloncesto europeo, Markus Howard tiene un próspero futuro deportivo y económico, ya sea como jugador azulgrana o en cualquier otro club de una elite continental de la que dudo mucho que se baje. Mientras, seguiremos esperando ese partido perfecto, de estadísticas formidables, canastas imposibles y triples despiadados. Y continuaremos debatiendo sobre si Howard es un anotador de rachas, de momentos deslumbrantes seguidos de silencios incómodos, un aspirante a jugador total, un baloncestista de fantasía o una inversión que le está costando cara al Baskonia.
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