La batuta del vitoriano Ibon Navarro revoluciona la ACB
El entrenador se quejaba en septiembre por tener tantos pívots. Desde entonces, ha ganado los tres títulos que ha disputado y su Unicaja es ya favorito a la Liga
Es raro ver a un entrenador verbalizar en público sus verdaderas inquietudes a la hora de gestionar un equipo. Hasta la fecha, los que se ... atrevían, solían hacerlo en una situación desesperada que acababa con un comunicado oficial de destitución. Después del segundo triunfo copero del Unicaja en tres años, puede que las cosas cambien. Ese punto de inflexión le corresponde a Ibon Navarro (Vitoria, 1978). El entrenador que ha revolucionado la ACB a base de mostrarse como una persona normal. Con sus miedos, sus reflexiones y sus vaivenes emocionales. La suya es una batuta empática. De nueva escuela.
El pasado 5 de septiembre de 2024, mientras el Baskonia de Laso se rodaba en tierras malagueñas, el entrenador vitoriano andaba algo mosca con la confección de su nueva plantilla. El Unicaja acababa de incorporar a Olek Balcerowski, una oportunidad de mercado. «¡Cómo no vamos a fichar a un cupo que mide 2,17 y fue el mejor jugador de la Eurocup!», exclamó. El problema de incorporar a un campeón de la Euroliga con el Panathinaikos es que había overbooking de interiores. «No sé gestionar un equipo con siete pívots. No lo he hecho nunca y no sé hacerlo. Tendré que aprender. », reconoció.
Esta vez no había plan, ese mantra que le cantan una y otra vez los entregados aficionados cajistas. Los recursos de sobra planteaban una preocupación para un entrenador que destaca por su gestión emocional. Especialmente en un juego interior en el que Yankuba Sima ya se había visto tentado a aceptar una oferta del Gran Canaria. Pero para ser la primera vez que lo ha hecho, ha dado toda una lección. Otra más.
Salió airoso de las tres rondas coperas con el brillo individual de cada día un jugador interior. En los cuartos de final destacaron Tyson Pérez y Osetkowski. En semifinales, Yankuba Sima. Y en la final, David Kravish dominó a Tavares, ayudado en la rotación por un Balcerowski que había sido el descarte en las dos rondas anteriores. «Es lo que es este equipo, cada día aparece uno», decía el vitoriano de 48 años en la rueda de prensa posterior en medio de un discurso siempre cabal y racional.
En verdad, no siempre se ha guiado por el sentido común. De niño era portero, la posición que pocos desean. Y de mayor, el químico de los 'Coras' con un trabajo estable y bien pagado en Miñano, decidió dejarlo e irse al Tenerife a ser asistente de un equipo en LEB Oro. Cambió los madrugones por los quebraderos de cabeza. Las probetas por la química entre jugadores, muchos de ellos con un ego por encima de la media. Una especialización de su licenciatura que está sacando con nota. Matrícula de honor.
Seguro que anoche volvió a alargarse la noche de celebración para los jugadores y el cuerpo técnico del Unicaja, que acumulan un pleno de trofeos desde la queja de Ibon. Levantaron la Supercopa también ante el Real Madrid, y se fueron hasta Singapur para llevar a las vitrinas la Intercontinental. La Copa fue el tercero, el más resplandeciente y el que le destaca como el entrenador más laureado de la historia del Unicaja. Cinco títulos en dos años.«Es bastante gordo», le salió decir desde Gran Canaria. Su mejor faceta, dice, es la cercanía y la espontaneidad.
Lo primero que hizo el técnico vitoriano tras ganar la final al conjunto de Chus Mateo fue acordarse de los que no estaban. De Will Thomas, de Darío Brizuela y de su hijo. «¡Aritz! Te llevo el trofeo el miércoles para que lo veas», declaró. Instantes después hablaría con él por videollamada. Aritz es un valenciano con nombre vasco que se ha aficionado al Unicaja. Esa es la fuerza de Ibon Navarro, capaz de hacer que la afición baskonista se alegre de sus éxitos pese a militar en uno de sus rivales acérrimos. Un vitoriano es el entrenador más laureado del Unicaja, algo difícil de prever en los tiempos del imborrable «Te reto en TAU».
Tres victorias en diez partidos
La realidad es que ni siquiera en los más fanáticos del club de Los Guindos podían imaginarse semejante trienio dorado. Entre 2020 y 2022, el equipo del Martín Carpena finalizó 11º, 11º y 12º. El club destituyó a Fotis Katsikaris e Ibon Navarro apenas logró vencer en tres de los diez primeros partidos de los que dispuso. En la directiva confiaron en su método: libros de autoayuda y sesiones de 'coaching'. Tanto para él como para sus jugadores.
Los éxitos no tardaron en llegar. Ya son expertos en celebraciones. «A mí no me vuelven a joder otro traje», dijo mientras entraba al vestuario de la celebración con chanclas, pantalón corto y camiseta coorporativa. No tardó en acabar en una piscina de plástico colocada para la ocasión. Los jugadores le llevaron en volandas. Lo peor para su catarro. Lo mejor para su futuro, vinculado a Málaga hasta 2027 ya como favorito a ganar la ACB por delante del Barcelona e incluso el Real Madrid.
Porque ya saben lo que es ganar, pero también sufrir derrotas dolorosas. Como ser eliminados como anfitriones de la BCL (2023) y la Copa (2024) o en las semifinales ligueras del año pasado a manos de un sorprendente UCAM Murcia. Cicatrices, huellas, para un equipo dirigido por un técnico de la nueva hornada. Aunque nunca se sabe. «Hay dos tipos de entrenadores, los que les han destituido y los que les van a destituir», repite el hombre de moda del baloncesto español.
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