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El Baskonia malogró el martes una oportunidad verdadera de alterar el sistema nervioso del Real Madrid. Un adversario de excelentes números domésticos, balance mayúsculo de ... 30-4 en la fase regular, y peores sensaciones. De hecho, la versión más concentrada y competitiva del equipo azulgrana estuvo a poco de arrancar de cuajo la formidable hoja de servicios blanca al amparo de su público. Porque el conjunto de Pablo Laso, de nuevo en otro retorno al ahora Movistar Arena, enredó en la vulnerabilidad del grupo que entrena Chus Mateo.
Sin disponer apenas del convaleciente Musa, a falta del casi imprescindible Deck y con un Campazzo menor respecto a su rango de base determinante, el Madrid vivió muchos minutos aturdido. La ardorosa defensa de un Baskonia pleno de compromiso apuntó durante bastante tiempo al '2' en la quiniela. Y eso, en una eliminatoria tan corta y tensa, incrementa los niveles de ansiedad en un líder obligado a alcanzar las semifinales.
Claro que todos quieren a Tavares y sólo el club merengue lo tiene. El gigante caboverdiano se irguió aún más como el factor diferencial que es. El pívot interminable, el rascacielos más alto de la villa y corte, volvió a condicionarlo todo. Él rescató a un conjunto envuelto en el desacierto exterior hasta colar triples en los momentos calientes y con menos argumentos de los previstos con la cancha doblada por la mitad.
El peculiar Forrest impuso un ritmo pausado al choque que parecía inconveniente para el equipo que ha dominado de forma neta el curso de finales de septiembre al penúltimo día de mayo. Esa circunstancia, unida a la máxima concentración alavesa a la hora de colocar palos en las ruedas blancas, acercó durante buenas fases del duelo el triunfo hacia los intereses visitantes.
Visto el enfrentamiento queda la impresión de que Laso lo llevaba bien aprendido antes de viajar a la capital del Reino. El técnico vitoriano, tantos años al frente de la Casa Blanca, recurrió de salida a Raieste para contener a un Hezonja que en las tardes buenas aúna el talento y la efectividad. Buen trabajo del estonio, como después del Sedekerskis más volcado en la intendencia, en el ánimo de frenar la producción del 'tres y medio' croata.
Pablo fue extrayendo desde el banquillo el veneno de Howard y la valentía de Rogkavopoulos y trató de incomodar a Tavares allá donde más le duele. El faro africano, que dicta la ley marcial en las zonas, sufre lejos de sus dominios. Y Samanic, hombre de talento individual y amenaza exterior, contribuyó a sacarlo de la cueva. Claro que en ese intercambio de pareceres ambos se dañaron mutuamente. Uno a la manera del cancerbero; el otro, desde el repertorio amplio y propio del 'cuatro y medio'.
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Lástima que el Baskonia cayera en una de sus habituales desconexiones esta temporada. Sucedió en el tercer cuarto, cuando el endurecimiento defensivo local y el nervio de Feliz enloquecieron un encuentro plagado de pérdidas por ambas partes a beneficio del inventario merengue. Minutos saldados con un parcial adverso de 18-1 (62-51) que ni siquiera acabaron con la resistencia azulgrana.
Porque con cuatro puntos abajo y ya en el último minuto (80-76), Howard y Samanic fallaron sendos triples que situaban al cuadro alavés a un mísero punto. Todo ello por el recuperado carácter del que presume el club, unas cuantas tardes puesto en entredicho esta misma campaña. Hubo en la calle Goya concentración máxima y actuaciones individuales al servicio de la causa común.
Era el quinto enfrentamiento del curso entre ambos rivales. El Real domina (4-1), pero el Baskonia le ha competido en todos ellos. También anteayer, una apertura de la serie que no anduvo lejos de caer del lado visitante, tras cuarenta minutos ásperos y extenuantes, intensidad defensiva y bajos porcentajes de tiro como consecuencia. Es evidente que la desventaja inicial obliga a encadenar dos triunfos, mañana en Betoño y el domingo en el hipotético regreso a Madrid. Pero, desde luego, hay que jugar el encuentro del Fernando Buesa Arena con la implicación del primero y hurgando en la vulnerabilidad del coloso que lidera su muro diferencial.
Apenas existen dudas del progreso azulgrana después de cerrar una Euroliga demasiado exigente. El Baskonia se muestra como un grupo al alza con mejorías en las dos partes del campo. Tanto en la defensa que mostró el martes como por un ataque más fluido tras el 'descubrimiento' del pase en vez de tanto bote y 'soluciones' individuales. La consolidación de Forrest y el resurgir de Howard como el exterior determinante que debe de ser propulsan al cuadro azulgrana. El mismo que puede sucumbir a la tentación de justificar la temporada si cae en la primera ronda contra el líder destacado. En este caso conviene reparar en que un mejor baloncesto sostenido no le hubiese enfrentado al ogro que encabeza Tavares.
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María de Maintenant e Iñigo Fernández de Lucio
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