Arranca la semana de pasión turca
El rehabilitado Baskonia de las últimas fechas afronta dos estaciones en Estambul para nutrir o lo contrario sus esperanzas continentales
El inmediato futuro azulgrana -tanto que empieza hoy y concluirá el jueves-0 recuerda la armoniosa voz de la megafonía en el metro de las ... grandes ciudades. De la megalópolis turca por ejemplo, y sin ir tan lejos en este caso, por la muy considerable distancia entre Vitoria y el puente que une dos continentes. Nada menos. «Próxima estación, Estambul, correspondencias con las líneas Efes y Fenerbahçe». Pero vayamos partido a encuentro, según la pragmática filosofía 'cholista'. Esta tarde le toca al Baskonia visitar al vigente campeón de la Euroliga, un equipo en cuarto menguante esta campaña después de exhibirse las dos últimas como el mejor bloque ofensivo del torneo con la cancha doblada por la mitad. Fluido, armonioso, letal y ganador.
Los conjuntos actúan según las mareas y el poderoso influjo de la luna. El cuadro de Ergin Ataman, que ha facturado el mejor baloncesto de la Euroliga las dos últimas campañas -una sin premio por la crudeza de la pandemia y otra con el reconocimiento expreso que transformó en directo el diferido- vive ahora el despertar confuso de la resaca. Con un balance de 6-8 -sólo un triunfo más que el Baskonia- se encuentra al margen de unas eliminatorias que le tenían un hueco predestinado con antelación. Recibe los mismos puntos por noche que el cuadro vitoriano (78,6), pero mete diez más (81,3 a 71,3). Y, sin embargo, un complicado pero no imposible triunfo alavés hoy igualaría a ambos en el cómputo de sonrisas y lágrimas.
«Tenemos que seguir en este nivel y mejorar detalles como el rebote», indica Neven Spahija
Vela en la resurrección
Escribir sobre el Anadolu y no referirse al dúo dinámico Larkin-Micic (el mejor combo exterior de la Turkish Airlines) confirmaría un diagnóstico de amnesia severa. Con una pistola en la sien para elegir a uno de ellos tal vez, susto dentro del cuerpo e hilo de voz en la garganta, optaría uno por el segundo. Pero siempre en la peligrosa disyuntiva de amar o temer más a papá o a mamá.
Dicho lo anterior parecería que el desenlace de esta tarde dependerá exclusivamente de la respuesta local. Muy lógico hasta hace apenas un mes, cuando el club azulgrana era un guiñol cuyos hilos los manejaban los rivales desde la trastienda o en el mismísimo escaparate. Ahora, tras el relevo en el banquillo de Betoño que ha devuelto el color en el rostro a jugadores determinantes, el Baskonia ya pide vela para eludir su entierro y reclama la opción de dialogar sobre el escenario. Benditas sean las mutaciones, aunque se niega uno a olvidar de raíz a un apóstol del baskonismo. Léase Dusko.
Claro que el actual equipo vitoriano, el que encadena triunfos ante Barça, Villeurbanne y Bilbao se merece la tardía renovación del crédito. De hecho, ha recuperado signos identitarios que le distinguen como el dinamismo, la transición, el movimiento de los hombres al margen de la pelota y ese carácter tan desvaído en los dos primeros meses.
Virtudes evidentes que, no obstante, tampoco tapan ciertos defectos. Comentaba el asunto Neven Spahija antes de afrontar la gira otomana. «Es una semana difícil en la que nos vamos a enfrentar a dos equipos importantes con mejores plantillas, de gran talento, que resultados. Nosotros tenemos que seguir en este nivel, ser fuertes y duros para intentar ganar. El Efes juega parecido a nosotros con cuatro hombres abiertos. Necesitamos mejorar algunos detalles como el rebote». Todo ello frente a otra de las abundantes sucursales que la entidad de Zurbano mantiene abiertas en Europa. ¿Directores de rango mayor? Larkin, el silencioso Beaubois y el longitudinal Pleiss. Y pasado mañana, saludos al abstracto Henry y Polonara, padre de la niña Vitoria.
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