De esto ya me ocupo yo». No es una expresión baladí, simplemente muestra el paso adelante que una persona da ante cierto compromiso, situación o ... desafío que se le presenta. Tiene que ver con la personalidad, tan individual, que es lo que nos diferencia e identifica como personas. Es un rasgo que a veces se toma como parte de nuestras acciones cotidianas y en otras ocasiones se huye de él, por si acaso o por miedo.
El Fenerbahce actual tiene algo de esto. No de manera generalizada, pero sí perfectamente identificada en dos jugadores que permanecen de aquel proyecto que iniciaron Mauricio Gherardini y Zeljko Obradovic hace unos años: Nando De Colo y Jan Vesely. Ellos marcan por un lado la línea de continuidad de un proyecto con ansias de volver a estar entre los mejores equipos de Europa. Por otro, son los representantes de las certezas, de los hechos, de la responsabilidad y del dar ejemplo al resto del equipo. Ellos lideran en el completo sentido de la palabra una escuadra que intenta dejar atrás un inicio de campaña titubeante.
El problema es que la competitividad es tan extrema que no es suficiente con sus prestaciones. Eso y que también pesan los años y, por tanto, el descanso es tan importante como el tiempo en cancha. Cuando De Colo y Vesely están en el campo, el Fenerbahce camina sólido, con paso firme, con el peligro constante acechando al rival. Pero si uno de ellos o los dos no están en el campo, momento que se trata de evitar desde el banquillo, el equipo lo nota mucho en su conjunto. Parece curioso que dos jugadores puedan tener tanta influencia en un equipo, pero en el actual Fenerbahce es así.
Sasa Djordjevic, su nuevo entrenador, es perfectamente conocedor de lo que supone esta situación. Le pasó cuando era jugador. Su trabajo está orientado a resolver dos situaciones: que el equipo trate de ser más veloz con otro tipo de jugadores para jugar en carrera y anotar cuanto antes, y por otro lado, rodear a De Colo y Vesely de compañeros que les ayuden a mantener el equilibrio en el campo tanto en el juego como en las decisiones a tomar en pista. Aquí es donde aparecen los refuerzos de esta temporada, en especial nuestros Henry y Polonara junto a la ayuda de Booker y Guduric. Son ellos quienes soportan este eje central del equipo, Henry y Guduric en el exterior, Polonara y Booker en el interior.
El juego del Fenerbahce es más veloz que en otras temporadas. Arriesga más a coste de cometer errores, pero es menos sólido en defensa. De hecho, esta solidez afecta al conjunto del rendimiento porque hay momentos en que este Fenerbahce es muy brillante por el riesgo que toman y otros donde hay tal desconexión que cae en un bajón de juego difícil de atajar, ni siquiera por De Colo y Vesely. De ahí la dependencia total sobre estos jugadores. Ni Henry ni Polonara han demostrado todo lo que conocemos y tampoco Guduric ni Booker no son tan estables cada partido. A esto hay que unir que el puesto de alero tampoco ofrece excesivas garantías. No tanto por el físico porque Pierre y Shayok son muy trabajadores pero su talento y aportación en ataque es a cuentagotas. Con estos mimbres la lucha de la identidad del juego pasa por conjugar el juego veloz, arriesgado, en toda la pista que quiere mostrar desde Henry o el propio De Colo y quienes puedan acompañarles, o bien parar al 5x5 donde las jerarquías se mantienen claras: los balones importantes para los auténticos referentes del equipo.
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