El Athletic jugaba un lunes a las nueve de la noche después del chasco de verse eliminado de la Copa, saltó al campo a siete ... puntos del sexto puesto -el último que garantiza Europa a estas alturas- y enfrente tenía a un rival sin tirón, el colista Levante. Aún así, casi 30.000 esperanzados hinchas acudieron al campo. No son muchos, desde luego, pero dadas las circunstancias hay que poner el acento en los que fueron y no en los que se ausentaron. Esos valientes no dudaban del Athletic.
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Mereció la pena su presencia en el campo. El equipo de Marcelino ofreció uno de los mejores partidos de la Liga, con 17 remates por apenas cinco del rival y momentos de juego desatado como esas cuatro ocasiones clarísimas en otros tantos minutos alrededor de la media hora de juego, o ese festival de goles en la segunda. Con doce remates, el Athletic se fue al descanso con un increíble empate a cero. «Estamos en que no», solía lamentar Ziganda en estas circunstancias.
La primera parte dejó el lamento de la incapacidad para sacar provecho de las ocasiones y un mal presagio. Este tipo de situaciones han derivado otras veces en enormes batacazos. Y más en un equipo que llegaba deprimido como el rojiblanco. Pero el Athletic mantuvo el tipo y supo sacar provecho de las flaquezas del Levante en defensa. El muro de Cárdenas fue superado por Vesga por primera vez para después caer con estrépito a medida que avanzó la segunda parte. Fue la noche de las reivindicaciones ante la portería rival. El mediocentro firmó su segundo gol, Williams se alivió al resolver por fin un mano a mano y Zarraga logró que Berenguer le permitiera lanzar el penalti del tercer gol y estrenar así su cuenta realizadora.
La hinchada se lo pasó en grande. Cantó 'que bote San Mamés' como en las noches grandes. Los 30.000 valientes se fueron encantados a la cama. El Athletic despejó las dudas. Tiene entereza, fútbol y determinación para luchar por Europa. Van a por esa meta.
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