El titánico reto de la comisión de Estatutos del Athletic: convencer a 2/3 de los compromisarios
ANÁLISIS ·
Tras dos años de duro trabajo, ahora comienza para la comisión de Estatutos el reto titánico de convencer a dos tercios de la asambleaLa primera impresión que deja el anteproyecto de nuevos Estatutos presentado ayer en San Mamés es que hay un duro trabajo por detrás. Aitor Elizegi, ... Ana Urquijo, Aner Uriarte, Gorka Cubes y Josu Arteta se han entregado a la causa. Se adivinan muchos debates sobre el camino a recorrer, muchas evaluaciones de pros y contras sobre las ideas sugeridas por unos y otros, innumerables intercambios de 'whatsapp', largas deliberaciones hasta conseguir consensos... Conociendo los horarios de Aitor Elizegi tampoco pueden descartarse repentinos 'e-mails' antes de la salida del sol. Seguramente ha sido este trajín tan intenso el que, por pura inercia, ha acabado provocando un exceso de afán legislativo por parte de la comisión -el texto necesita ser pulido en algunas cuestiones para ser más claro, fluido y efectivo-, pero lo cierto es que no ha tenido que ser nada fácil completar este borrador. Nunca lo es manipular material inflamable o conducir el carro de la nitroglicerina.
El legendario ajedrecista Savielly Tartakower propuso en su día una ocurrente distinción entre táctica y estrategia. «Táctica es saber qué hacer cuando hay algo que hacer. Estrategia es saber qué hacer cuando no hay nada que hacer». Pensé ayer en esta frase imaginando que, a lo largo de estos dos años, a los ponentes de la nueva constitución rojiblanca seguro que se les ha planteado en muchas ocasiones esa duda ontológica entre táctica y estrategia, es decir, sobre si había algo que hacer o no en su gran objetivo: lograr que dos tercios de los compromisarios voten a favor de unos estatutos que, inevitablemente, reducirán en gran medida su poder para entregárselo, como ya es un clamor popular, a todos los socios del Athletic.
En 2011, votaron sí a la reforma un 26%. En 2014, un 41%. Ahora se intenta el K2
Llegados a este punto, la palabra es empoderamiento. Es horrible, ciertamente. Pensé que nunca la utilizaría. Me parecía una frontera estética casi tan infranqueable como los pantalones por encima del tobillo. Pero es que de esto se trata, de empoderar a los socios, de otorgarles el poder real del club. ¿Cómo intentar lograr esto teniendo en cuenta que deben ser los propios compromisarios quienes acepten por abrumadora mayoría ceder ese poder que ahora ostentan? Es muy difícil. Pensemos únicamente que el proyecto de reforma de 2011 sólo obtuvo un 26% de los votos favorables y el de 2014, presentado por un presidente al que la asamblea bendijo durante siete años con mayorías búlgaras, un 41%. Siendo muy finos y navideños digamos que los compromisarios nunca han demostrado mucho interés en comportarse como honestos samurais dispuestos a hacerse el harakiri en beneficio de todos los socios. Y resulta que ahora el presidente más maltratado de la historia por la asamblea intenta alcanzar un 66%, el K2 en invierno.
Por lo visto en la presentación de ayer, la Operación 66% -así podríamos llamarla- pasa en primer lugar por actuar con sumo pragmatismo. Como proponer la voladura de la asamblea y la imposición directa del sufragio universal, aparte de generar algunos problemas de funcionalidad, estaba destinado al fracaso, la comisión ha optado por una fórmula inteligente y creativa: mantener el sistema de compromisarios y la necesidad de que cada uno de ellos sea avalado por otros nueve socios, pero retirando su capacidad de decisión en las cuestiones troncales del club. Estas se decidirían en asamblea plenarias con el voto de todos los socios. Es más, hasta cuestiones que seguirían correspondiendo a los compromisarios, como son la aprobación del balance anual y los presupuestos, podrían llegar a ser votadas por todos los socios si así lo reclamara un 10% de ellos.
Se abre ahora un periodo de examen y reflexión. Convocar ya la asamblea extraordinaria, que era lo previsto, obligaría a poner en marcha el reloj de la cuenta atrás para su celebración y como en este tema hay que medir los tiempos como un desactivador de explosivos, la comisión ha preferido protegerse abriendo previamente un plazo de presentación de enmiendas. Un plazo, por cierto, de desconocida duración.
Se trata, básicamente, de comprobar cómo está el patio y, desde luego, de mejorar el texto puliendo o incluso suprimiendo algunas de sus aristas más afiladas: la subida del IPC en las cuotas (con independencia de que la directiva pueda subirlas o bajarlas); el hecho de que el presidente o algún directivo puedan cobrar por su trabajo; la eliminación de los días del club pero subiendo las cuotas para no perder esos ingresos; las atribuciones que se adjudican a la directiva para aprobar balances o prorrogar presupuestos que han sido tumbados previamente por los socios... Veremos qué sucede en los próximos tres o cuatro meses. La Operación 66% ha empezado.
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