Valverde y Simeone, dos entrenadores que dejan huella

Un repaso a sus historiales basta para confirmarlo. Ambos presentan trayectorias profesionales amplias y en equipos diversos, pero los fracasos, entendidos como destituciones, son excepcionales en dos hojas de servicios repletas de títulos y remontadas. Hay otro aspecto común a sus biografías: a pesar de que se han sentado en muchos banquillos, a los dos se les identifica automáticamente con los equipos que están dirigiendo ahora mismo: el Athletic y el Atlético. No en vano, el Cholo lleva al mando de los colchoneros desde diciembre de 2011 y Ernesto cumple su tercera época dirigiendo a los leones, convertido hace ya mucho tiempo en el entrenador que más partidos ha dirigido y más victorias sumado en toda la historia del Athletic, lo que ya son palabras mayores.

Simeone y Valverde son la demostración palpable de que en el fútbol se puede llegar al éxito por los caminos más diversos. Basta con observarles en la banda para entenderlo. El argentino despliega un carácter volcánico que le empuja al histrionismo, y es capaz de dirigir al mismo tiempo el juego del equipo y los gritos de la grada. Con una mano señala a Koke dónde tiene que dar el pase y con la otra levanta a los aficionados haciendo funciones de cheerleader. Viéndole dar saltos y carreritas en la banda moviendo los brazos como un molino, uno se imagina cómo tienen que ser sus charlas en el vestuario.

Valverde prefiere transmitir tranquilidad. Rehúye los gritos y suele optar por llamar a capítulo a la banda al jugador que quiere corregir. Observa el juego en cuclillas, al estilo de los entrenadores antiguos, y toma notas que, se supone que usará después como apuntes para explicar el juego a sus hombres.

Pero al margen de sus diferentes formas de expresarse y de actuar en público, los dos coinciden en una visión pragmática del juego, en la que el orden y la eficacia están por encima de las modas. Ambos han atravesado la era del tiki-taka que impuso Guardiola fieles a su propio estilo, ese en el que no debe de sobrar un solo pase porque siempre hay que buscar el camino más corto hacia la portería rival, sin que eso sea sinónimo de pelotazos o patadas a seguir.

Aunque Valverde haya sumado Ligas y Copas en otros equipos que ha dirigido, como el Olympiacos o el Barcelona, su gran éxito como entrenador hay que buscarlo en el banquillo del Athletic, en el que se ha sentado en tres épocas distintas y en el que ha establecido récords que ahora, en esta última fase, se está dedicando a romper uno tras otro. Clasificar al Athletic para Europa de año en año ganando de paso una Supercop ouna Copa tienen un mérito equiparable al menos a otros logros de más lustre en equipos que empiezan a ganar sus títulos en el mercado.

Simeone también ha demostrado que es capaz de sacar petróleo de debajo de las piedras, como cuando en su primer año en el Atlético llegó en Navidad para enderezar su rumbo y acabó ganando la Europa League, precisamente a costa del Athletic. Aquella final fue el Rubicón que atravesó el Atlético para pasar de ser un equipo que vivía prácticamente en una crisis constante, a convertirse en un serio aspirante a todo, siempre bajo el mando de un Simeone que, gracias a ese crecimiento, ahora puede permitirse manejar fichajes para armar una plantilla poderosa.

A estas alturas de sus trayectorias, el aficionado percibe que los dos se han ganado el derecho a ser dueños de su destino y a decidir hasta cuándo van a seguir dirigiendo a sus respectivos equipos. No se concibe ahora mismo un Atlético sin Simeone, y el presidente del Athletic ya ha proclamado públicamente que «sería un sueño» poder seguir contando con Valverde.