Hablar de merecimientos, de justicias o de injusticias en el mundo del fútbol suele ser muchas veces más una autojustificación ante un mal resultado que ... la conclusión de un análisis desapasionado y objetivo basado en los datos. El fútbol no es un juego incierto e imprevisible porque todos los partidos empiezan cero a cero, como dijo Boskov, sino porque las circunstancias que concurren en un partido son tantas y tan variadas que a los protagonistas les resulta imposible mantenerlas todas bajo control.
Es más precisa la definición de este deporte como un juego de fallos. Si los dos equipos en liza jugaran a la perfección, todos los partidos acabarían con empate a cero. Si llegan los goles es porque en algún momento alguien se despistó, perdió su posición o favoreció la genialidad de un rival, que hubiera sido imposible de estar mejor vigilado. Hablamos de fallos propios de la condición humana; el futbolista no es una máquina que repite con precisión mecánica en el campo lo que le indicaron en la pizarra y el error de un centrocampista a cuarenta metros de su portería puede acabar en un gol en contra.
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Ya está dicho que hablar de merecimientos o injusticias puede sonar a excusa, pero habría que matizar la afirmación en el caso del Athletic de la presente temporada. Contando por lo bajo, el Athletic ya lleva regalados este curso ocho puntos que no volverán a su casillero. Admitiendo que esto no es una ciencia exacta podríamos aceptar reducir la pérdida a la mitad, lo que nos llevaría a estar hablando de un equipo situado en la tercera posición de la tabla. Y, en este caso, no procede recordar la ley no escrita de la compensación, esa que dictamina que al final todo se iguala porque algunos puntos también suelen caer llovidos del cielo, como, sin ir más lejos, los que se embolsó el Betis el domingo. No es el caso de un Athletic que, hasta la fecha, en la Liga ha sudado todos y cada uno de los que figuran en su casillero. En Europa es otra cosa, como puede atestiguar el Slavia Praga, por ejemplo.
La serie de infortunios comenzó con aquel gol de Correa para el Atlético en el minuto 92, que deshacía un empate que ya estaba siendo corto para un Athletic superior a su rival durante todo el partido. Fue peor el empate que arañó el Sevilla en el minuto 93, con un autogol de Padilla, que había salido en el lugar del expulsado Agirrezabala. Y qué decir cuando, después de desperdiciar tres penaltis, Stuani marcó el gol de la victoria del Girona desde los once metros en el minuto 99. El Athletic ha perdido este año cuatro puntos por goles recibidos en el tiempo de prolongación, cuando se supone que un equipo competitivo no puede conceder nada al rival.
Contando por lo bajo, el Athletic ya lleva regalados ocho puntos que no volverán a su casillero
Es para hacérselo mirar porque cuando el infortunio se repite a lo mejor es que en el fondo hay algo más que mala suerte. Por ejemplo, un balón que no controló Lekue en el centro del campo, error imperdonable siendo el último defensa, que abrió una autopista para el 'colchonero' Correa; una pérdida colectiva de papeles contra el Sevilla tras la expulsión de Agirrezabala, o un agarrón temerario dentro del área en la última jugada del partido de Paredes cuando el VAR ya había destapado tres penaltis en el área del Girona.
Aunque el tema pueda prestarse a discusión, tampoco es muy razonable que se puedan desperdiciar más de 70 minutos sin conseguir cobrar apenas un par de remates contra un rival en inferioridad, como ocurrió en Mallorca, donde el punto sonó más a resta que a suma. Como si el fútbol se empeñara en recordarnos su carácter voluble y caprichoso, el partido de este último domingo terminó con idéntico resultado, empate, después de que al Athletic se le fueran al limbo una docena de ocasiones, algunas prácticamente de empujar.
Los tres puntos que sí le llovieron del cielo al Athletic contra el Slavia, y hasta el empate a última hora que arrancó Paredes con su remate de cabeza en Roma, pueden equilibrar hasta cierto punto la balanza de la justicia aunque no puedan compensar por las pérdidas de la Liga. En cualquier caso, se agradecería que ahora ante el Ludogorets, la diosa fortuna continuara sonriendo al Athletic o al menos no siguiera tan esquiva como lo viene siendo en la competición doméstica.
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