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Nunca sabremos qué hubiera ocurrido si el Athletic se hubiera presentado con todos sus efectivos en Old Trafford ante un United abrumado por el peso ... de la responsabilidad de ser el claro favorito de la eliminatoria. Se habla muchas veces del miedo a ganar; lo que tenían ayer los ingleses era miedo a perder porque con el marcador que traían desde la primer partido, el fracaso hubiera supuesto un ridículo cósmico.
Siempre nos quedará la duda de lo que hubiera podido pasar si el Athletic se presenta con todas sus armas en el 'teatro de los sueños'. Pero el equipo de Valverde compareció desmochado, tratando de ganar la batalla con una espada de madera. Quizá el resultado hubiera sido el mismo, quién lo sabe. De hecho, el golazo de Jauregizar fue el primero que marca el Athletic lejos de San Mamés desde aquel que marcó Yeray en Sevilla hace dos meses. Fue uno de los ocho que ha hecho el equipo en los últimos diez partidos. El gol es la poesía del fútbol y en los últimos tiempos a los rojiblancos les han abandonado las musas.
El Athletic intentó un imposible en Old Trafford con la fe del carbonero. No había un solo dato objetivo que ayudara a sostener que darle la vuelta a un 0-3 entraba dentro de lo posible. Al margen de la sequía que está padeciendo el equipo en los últimos tiempos, la última vez que el Athletic marcó tres goles fuera de casa fue en noviembre de hace dos años en Villarreal y el dato no sirve de referencia porque los locales hicieron dos tantos. El último 0-3 del Athletic ocurrió en enero de 2024. Fue en los dieciseisavos de Copa ante el Eibar. Obviamente Ipurua no es Old Trafford. Súmese que anoche faltaban todos los artilleros para concluir que los rojiblancos estaban ante algo más complicado que una misión imposible.
Y a pesar de todo, el Athletic lo intentó y durante muchos minutos consiguió inquietar a un United que este curso le está tocando sufrir en la competición doméstica. Si su propio entrenador proclama que es el peor de la historia, pocos matices caben.
Tampoco tenía tantos motivos para preocuparse incluso cuando Jauregizar adelantó al Athletic con un golazo. Descontando un disparo alto de Berenguer en los primeros minutos, el tiro del bermeano fue el único remate del Athletic entre los palos de todo el partido. Es cierto que los rojiblancos dominaban y achuchaban a un United reservón que no se fiaba ni de su sombra, pero tampoco puede decirse que los locales pasaran más apuros que los que ellos mismos se provocaban. La mejor ocasión del primer tiempo, al margen del gol, la tuvo Garnacho que, incomprensiblemente, envió fuera el balón mano a mano con Agirrezabala. El contrataque se había iniciado en el enésimo balón perdido por Djaló en el lateral del área.
Como dijo el torero, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Por un momento, los optimistas incombustibles pudieron cargarse de razones viendo al Athletic dominar otra vez el juego y el marcador en Old Trafford, pero incluso en el fútbol la lógica se suele acabar imponiendo y bastó que corrieran los minutos para que lo previsible terminara ocurriendo.
El Athletic puso el corazón pero también los mismos errores que le condenaron en el primer partido. La ansiedad es la peor consejera y la precipitación solo conduce al fracaso. Berenguer lo intentó de todas las maneras posibles pero apenas encontró compañía. Las constantes pérdidas de balón, los pases fáciles errados, las decisiones equivocadas en los últimos metros hicieron la vida mucho más fácil a un United que se defendía sin muchos agobios y lo fiaba todo a un contrataque certero para rematar una eliminatoria que ya tenía en la mano.
Qué diferente la reacción de los de Amorim tras encajar el gol y la que tuvieron los de Valverde cuando Casemiro abrió el marcador en San Mamés. Podría decirse que el equipo inglés mejoró y alejó de su área al Athletic a partir de que Jauregizar pusiera el balón en la escuadra.
La lógica terminó imponiéndose a medida que caían los minutos y se sucedían los cambios. El United estará en horas bajas y puede que hoy en día sea un gigante con pies de barro, pero, gigante al fin y al cabo, si no lo derribas puede acabar aplastándote. Derribar a un gigante con una espada de madera sigue siendo una posibilidad muy remota. El Athletic empezó a despedirse de Europa hace siete días. Toca mirar adelante y prepararse para repetir el año que viene y, a ser posible, mejorar subiendo en el escalafón de las competiciones. Y eso empieza por volver a la tierra y ganar el domingo al Alavés.
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