Nico y el mural de las verdades
A veces los cuentos se vuelven contra el cuentista
Te pillas un día libre y Nico renueva. La noticia me llegaba, a primera hora, de la mano de una athleticzale cuya hija se llama ... Nikole, entre otras cosas, por Williams junior. Era la única de mi entorno, me refiero a la madre, que estaba segura de que se quedaba. También fue la optimista de la familia que asistió en directo a aquel 4-0 de la Supercopa ante el equipo que llevaba años ganándonos finales. Otra vez su fe ha dado frutos. Servidor creía que el pequeño de doña María, esta vez, se iba. Como ya escribí, le vi demasiado contento la última jornada en San Mamés, abrazándose a sus colegas culés. Pero se ve que de formas y maneras actuales estoy más anticuado que las cintas de cassette. Y eso incluye la forma de anunciar la renovación.
Cada vez que preguntaban por el caso me aferraba a las dudas de que el Barcelona pudiera pagar la cláusula. A tocateja, me refiero. Lo de que pudiera inscribirlo, viendo lo que pasó con Olmo y las últimas declaraciones de Tebas, un día me parecía viable y otro imposible. Y que fuera un pulso del jugador y los suyos con el Athletic para mejorar el contrato era una idea que se derretía como un hielo malo en un cubata. Ya ven que elijo los días libres como las opciones de nuestros futbolistas. Fatal. Pero me alegro haberme equivocado. Sabía que Tainta es un tipo listo, que obtiene generosos contratos para sus representados y que, esto es muy importante, sus jugadores tienden a quedarse en nuestro club. Pero caí en la trampa. No en la de la directiva blaugrana y su entorno, que en crear cuentos dejarían en nada a los hermanos Grimm, sino en la nuestra y en Nico. El silencio lo interpreté como respuesta definitiva. Y así ha sido hasta que esta mañana ha estallado el verano futbolístico. Las risas y los lloros, las alegrías y los enfados viajan al Camp Nou, ida y vuelta, y no solo desde Bilbao. La noticia va más allá de los dos clubes, como resulta evidente. Lo que explica el cabreo culé. No se lo esperaban.
Llevan tanto tiempo fabricando cuentos que vendieron el vandalismo de un lerdo empeñado en borrar la imagen de Nico del mural de Lutxana, como que habíamos cortado las salidas de Bilbao con tanquetas para evitar que se largara. Por no hablar de la que se ha montado con la presentación de la nueva camiseta, por usar como modelo al pequeño Williams. Aquí sabemos que eso ya pasó la temporada pasada y no significa nada, pero qué importa la verdad si te está quedando un cuento precioso. Total que hay follón. Si a mí, que no soy nadie, me están culpando hordas de presuntos aficionados blaugranas del fallido fichaje Nico, no quiero imaginar lo que tendrá que aguantar el chaval, su entorno, nuestro club y el otro Jon Uriarte. Pero es lo que hay. Y encima lo ha desvelado en un vídeo que lleva retranca, por no decir otra cosa. A mucha gente cercana no le gusta. Argumentan, con razón, que ese no es nuestro estilo. Que lo suyo habría sido una rueda de prensa contando los detalles. O, al menos, que nos aclaren si era verdad que Williams Jr rogó al Barça que le fichara, tal y como aseguran periodistas y directivos locuaces, que si antes nos llamaban «El Bilbao» ahora imagino que añadirán algún epíteto poco agradable. Lo que me lleva de nuevo al mural. Me alegro que hayan decidido utilizar ese argumento.
Es el único lenguaje que entienden los fascistas que confunden libertad de expresión con ir pintando tus opiniones allá donde crees que más molestan. Y si para ello toca cargarse el trabajo y la ilusión de otra persona, pues que se joda. Para algo estamos en un país donde puedes usar el spray donde no te llega el cerebro. Por otro lado está el circo montado allá por el este de la Península, donde daban por hecho el tema, se ofendían ante nuestras dudas y se mofaban del Athletic. De alguna manera ha sido un «zasca en toda la boca», que diría Sheldon Cooper. Porque, de momento las verdades no han llegado ni de los clubes, ni de las aficiones, ni de la prensa. Las únicas certezas han estado, y están, en ese mural. Triste o no es así. Desde la ilusión del día en que se pintó, pasando por el tonto del spray y los que lo animaron, hasta llegar al desenlace final. Al menos de momento. Mañana podría llegar alguien con la intención de fichar a Nico. Pero ya ha quedado claro, una vez más, que a Ibaigane solo se va de una manera. Con el dinero por delante y sin cuentos. En eso parece que da igual quién esté en el palco. Allí saben que la masa social y la afición jamás permitirían otra cosa. Soy un athleticzale veterano al que le hubiera gustado más una rueda de prensa extraordinaria y aclarando todo. Pero son otros tiempos. Antaño los jugadores se daban la mano para celebrar un gol. Ahora bailan chorradas. Y lo aceptamos. Pero que nos intenten chulear a base de cuentos ni lo hemos aceptado, ni lo aceptaremos jamás. Aprovecho la ocasión para felicitar a María Arthuer. Estoy seguro de que ella estará muy contenta. Lo está la mía. Y eso que no es la madre de Nico.
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