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El Athletic está trabajando en la renovación de Julen Agirrezabala, que termina contrato en 2025. Aunque era algo que todos dábamos por supuesto, no por ello deja de ser una buena noticia. No tendría sentido que, en apenas ocho meses, el donostiarra quedara libre y ... pudiera negociar con cualquier club. Agirrezabala es un gran valor del Athletic y, como tal, hay que protegerlo. A la espera del anuncio oficial y de la fotografía de rigor, con Julen al lado de Iribar mostrando al objetivo una camiseta en la que se lea el año hasta el que prolonga su contrato –¿será 2029, como Simón?–, es inevitable preguntarse por el escenario que se puede abrir en la portería rojiblanca.
Será el mismo que estas dos últimas temporadas, efectivamente, pero el hecho de que pueda prolongarse mucho más tiempo resulta llamativo. Porque lo cierto es que, quien más quien menos, todos pensamos que esta cohabitación tan perfecta entre Unai y Julen no puede ser muy duradera. En algún momento tiene que romperse. O dejar de ser tan amigable. Y no es que pensemos esto porque lo deseemos –ojalá continúen juntos y felices un montón de años y la portería del Athletic sea la mejor defendida del mundo–, sino porque la experiencia demuestra que es así, que no caben dos gallos en el mismo corral, de ahí que hasta los entrenadores intenten evitar este tipo de coyunturas.
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Es posible que haya alguno más, pero sólo recuerdo un caso de convivencia muy prolongada entre dos porteros de primer nivel. Me refiero al que vivieron en el Real Madrid durante quince años –entre 1971 y 1986– Miguel Ángel y García Remón. Ambos fueron internacionales y se disputaron el puesto con nobleza, pero sin piedad. De hecho, entre ellos mantenían mucho las distancias. A ningún entrenador se le ocurrió que compartieran habitación, por poner un ejemplo. Su rivalidad, como era inevitable, se trasladó a la grada del Bernabéu, dividida entre partidarios y detractores del gallego y del madrileño. Aquello fue algo excepcional, extraño; en cierto modo, un lujo asiático que el Madrid quiso permitirse porque para eso era el Madrid.
En el resto de los clubes no se han permitido semejantes licencias, más allá de alguna coincidencia esporádica, y en general breve, entre dos grandes guardametas. Hagamos a botepronto una lista de porteros legendarios: Zamora, Yashin, Carrizo, Banks, Iribar, Zoff, Arkonada, Maier, Zenga, Zubizarreta, Buffon, Cech, Casillas, Neuer, Courtois, Oblak, Ter Stegen... Todos fueron –o siguen siendo– indiscutibles. Todos lo jugaron todo en sus clubes, hasta el punto de que, a lo largo de sus carreras, vieron crecer a su lado una legión de suplentes, a muchos de los cuales se les recuerda, precisamente, por ese papel secundario a la sombra del gigante.
Lo que puede seguir dándose en el Athletic es, pues, algo extraordinario. Podríamos hablar también de un lujo asiático, aunque en este caso sería más apropiado hablar de una gran bilbainada producto de una casualidad: que justo después de que Kepa y Remiro cambiasen de aires, el primero habiendo jugado apenas 54 partidos en dos temporadas y el segundo sin haber llegado a debutar, de repente apareciesen otros dos magníficos porteros y además con el valor añadido de que se mueren por jugar en el Athletic y no quieren irse nunca.
Esto es algo muy bonito, claro que sí, pero también problemático. Por un lado, está el aspecto económico. Que cualquiera de ellos, Unai o Julen, sea suplente supone tener un gran capital inmovilizado, algo que para gestores y recaudadores tan implacables como los que hay en Ibaigane tiene que ser como tener en la planta del pie tres o cuatro cristales iguales que los de Iñaki Williams. La otra cuestión es la deportiva. No va a ser fácil para Valverde gestionar esa cohabitación. Hasta ahora, y asumiendo un gran riesgo, ya que la jerarquía de Simón y Agirrezabala no es es la misma y dar al portero suplente los partidos de la única competición en la que el Athletic puede ganar un título es cuando menos discutible, las cosas le han salido bien. ¿Pero qué va a hacer la próxima temporada? ¿Continuarán como hasta ahora? ¿Quién jugará la Europa League? ¿Se alternarán? ¿Y en la Supercopa?
Son preguntas que nos hacemos todos. Como también nos preguntamos, esta vez más inquietos, si toda esa alternancia puede acabar afectando a la estabilidad que necesita un portero para ofrecer su mejor rendimiento. Lo veremos. En cualquier caso, que todos los problemas que tenga el Athletic sean como el que puede tener con sus porteros.
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