Ejercicio de resiliencia
ANÁLISIS ·
El Athletic debe demostar en Mestalla su capacidad para superar adversidades y jugar con la cabeza fría en un ambiente volcánicoLa palabra resiliencia se puso de moda hace unos años, vaya usted a saber por qué, y ahí sigue, en el podio de los grandes ... éxitos léxicos. Y no es de extrañar porque, si algo nos sobra, son situaciones adversas, circunstancias traumáticas, hechos dolorosos que debemos superar. La pandemia ha sido el último. Adaptado a los deportes o los juegos, la resiliencia tiene un largo recorrido. El ajedrez ha dado muchos ejemplos de genios que han hecho una carrera gloriosa tras superar dramas personales de diverso tipo: Murphy, Steinitz, Rubinstein, Nezhmetdinov, Najdorf, Korchnoi...
En el caso del fútbol, todos los clubes han tenido en algún momento de su historia equipos particularmente duros de doblegar, inasequibles al desaliento. De hecho, hay un club modesto, el Alcoyano, que se hizo un nombre y toda una reputación gracias a su extraordinaria moral. Se la ganó en la década de los cuarenta, no se sabe bien si por su manera heroica de luchar en un partido que perdía 13-0 o porque, en otro en el que estaba siendo goleado, sus jugadores protestaron a rabiar al árbitro porque sólo descontó un minuto.
Por entonces, años de postguerra, a nadie se le ocurría en España utilizar el vocablo del que estamos hablando. Ni a los psicólogos. Le decían a un paisano que le faltaba resiliencia y éste les echaba al pilón pensando que se estaba metiendo con sus atributos. En aquella época no había equipos resilientes sino equipos duros de pelar, equipos con dos cojones (con perdón), que no se daban nunca por vencidos y a los que había que cubrir con toneladas de tierra para darlos por muertos y enterrados.
En el caso del Athletic, la resiliencia ha sido una virtud con fluctuaciones lógicas, sobre todo dependiendo si jugaba en San Mamés o fuera de casa. En los últimos años, sin embargo, los rojiblancos han demostrado tener un carácter excepcional, a prueba de bombas, en un momento clave de las competiciones: las semifinales. Desde 2009, han disputado ocho, cinco de Copa, una de la Europa League y dos de la Supercopa. Y de todas ellas han salido victoriosos. Es cierto que este dato viene acompañado por otro también espectacular, aunque en sentido contrario -el Athletic sólo ha podido ganar una de esas ocho finales, la de la Supercopa en La Cartuja el año pasado-, pero aún así su valor es indiscutible y da moral de cara al duelo de Mestalla.
El Athletic se juega mañana gran parte de la temporada, de manera que puede darse por segura una versión fuerte, competitiva y resiliente del equipo de Marcelino. Otra cosa es que el fútbol sea un juego y tenga, por tanto, un componente azaroso imposible de controlar. Ahora bien, que la actitud de los rojiblancos va a ser la correcta en lo que a entrega y ambición se refiere yo lo doy por descontado. Mi única duda para mañana tiene que ver con la gestión de las emociones en un choque que se lleva calentando desde que terminó el partido de ida. El ambiente va a ser muy tenso. No creo que se pueda comparar con el que vivió el Athletic en 1984, antes de la famosa final contra el Barça que acabó en aquella tangana histórica, pero aún así me parece peligroso.
Me temo que el Valencia de Bordalás va a embarrar el partido todo lo que pueda. Como hizo en San Mamés, pero esta vez con el público aplaudiéndole, intentará aprovechar todas las argucias y maniobras subterráneas que componen 'el otro fútbol'; ya saben, ése que tantos y tantos simples celebran como una muestra de inteligencia cuando es su equipo el que saca réditos de él y critican con furia indignada si es su rival el que se beneficia. Ante ese juego sucio, acompasado con un ambiente volcánico en las gradas, el Athletic deberá jugar con la cabeza fría para poder imponer su superioridad y llegar a su tercera final Sería otra soberbia demostración de resiliencia.
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