La cuenta pendiente de Marcelino
El técnico rojiblanco no ha conseguido todavía el equilibrio defensa-ataque que el Athletic necesita para progresar
Los entrenadores buscan el equilibrio como los viejos alquimistas buscaban la piedra filosofal, con una actitud que oscila entre el ahínco y la desesperación. Ese ... es siempre su gran objetivo, el que les asegura un perfecto balance entre defensa y ataque en sus equipos. Por supuesto, se trata de una conquista muy complicada. Y es que, como dijo Elba de Padua Lima en una de sus frases más célebres, «el fútbol es una manta corta: si te tapas los pies te descubres la cabeza, y si te tapas la cabeza te descubres los pies». Como el resto de los técnicos que le han precedido en el banquillo rojiblanco, y como los que le seguirán, Marcelino se afana cada día en encontrar ese equilibrio. Y lo hace obligado a superar una dificultad hasta ahora desconocida para él durante sus quince años en la élite: no pudiendo actuar demasiado en la confección de la plantilla.
El caso es que el técnico de Careñes lleva nueve meses al frente del Athletic y todavía no ha logrado ese objetivo tan deseado. Esa cuenta la tiene todavía pendiente. Alguien podrá decir que a un equipo que empata tanto le pueden faltar muchas cosas, pero no precisamente equilibrio siendo como son sus marcadores casi siempre tan igualados. Es una broma, claro. Todo el mundo sabe que en el fútbol el equilibrio se busca para desequilibrar. Y por ahora, como viene ocurriendo en las cuatro últimas campañas, lo que tiene Marcelino es un equipo equilibrista, con defectos crónicos y virtudes evidentes, incapaz de lograr la regularidad propia de sus rivales de la parte alta de la tabla. ¿O alguien cree que haber sumado 46 jornadas seguidas de Liga sin obtener dos victorias consecutivas, una racha nefasta que se rompió hace dos semanas ante el Mallorca, es una casualidad?
Ocurre lo mismo con la sucesión de empates, que ya suman 14 en los 28 encuentros de Liga que Marcelino ha dirigido al Athletic. O con las victorias y derrotas casi siempre tan ajustadas. En el caso de las primeras, hubo un momento de espejismo, entre finales de enero y mediados de febrero, con aquel espectacular 5-1 al Getafe en San Mamés y el impecable 0-4 al Cádiz en el Carranza con una actuación estelar de Berenguer. Quien más quien menos se emocionó entonces ante la perspectiva de un Athletic pujante y goleador. Esa esperanza, sin embargo, se desvaneció pronto. Las aguas volvieron a su cauce y ahí siguen.
El filo de la navaja
Desde aquel 0-4, los rojiblancos sólo han podido ganar con una diferencia de dos goles al recién ascendido Mallorca. Esta es la realidad y el entrenador asturiano parece haberla asumido con ese tipo de resignación caballerosa que llamamos deportividad. De hecho, hace unos días ya advirtió, en lo que pareció un aviso a navegantes y cardiólogos, que su equipo jugará siempre en el filo de la navaja en el marcador. Así que, como bien escribía ayer en estas páginas Juan Carlos Latxaga, tampoco nos debe extrañar que a veces se corte. Es justo lo que ocurrió el sábado en Mestalla o el pasado martes en San Mamés ante el Rayo.
El Athletic de Marcelino sólo ha sumado el 38% de sus puntos en Liga, frente al 48% con Garitano
comparación
Esta perspectiva resulta inquietante. Aceptarla como una condena -en realidad, como la consecuencia inevitable de una plantilla descompensada- supone en buena medida renunciar a los objetivos del equipo, que al menos en teoría pasan por ascender desde mitad de la tabla a los puestos en los que se libra la batalla por Europa. Y esto no es asumible como principio. Al fin y al cabo, el Athletic despidió a Gaizka Garitano y fichó a Marcelino para que el equipo progresara, desde luego no para que siguiera igual, con la misma irregularidad, con sus mismas luces y sus mismas sombras. O incluso peor. En este sentido, no puede pasarse por alto una estadística que es obligado reseñar si queremos ser justos con la historia y no dejarnos engañar por sugestiones extrañas. Con Gaizka Garitano, el Athletic sumó el 48% de los puntos en Liga. En concreto, 114 en 79 partidos. Con Marcelino lleva el 38%. Un total de 32 en 28.
El Athletic está obligado a dar un salto adelante. No es fácil, ciertamente. A este grupo se le planean ecuaciones difíciles de despejar y algunas contradicciones casi insalvables. Para ser muy sólido en defensa, necesita asumir pocos riesgos con el balón y obligar a un duro trabajo de desgaste y percusión de sus hombres de ataque. En cambio, para mejorar sus registros de gol, dada la poca pólvora de sus delanteros, necesita asumir más riesgos e incorporar más gente al ataque, lo que hace peligrar el blindaje defensivo. De nuevo, la mantita corta de Elba de Padua Lima.
Término medio
Es de suponer que la solución, si se encuentra, estará en algo parecido a un término medio. Lo que está claro es que mejorar la producción goleadora es una condición 'sine qua non' para progresar. El Athletic sólo lleva seis goles en las siete primeras jornadas. Es un dato malo, pero ya habitual. También fueron seis en la campaña anterior y siete en la 2019-20. Que de esa media docena cuatro hayan llegado a balón parado -uno de ellos del rival en propia meta- y los otros dos en sendos robos a rivales despistados, es decir, en dos acciones que en realidad son más un premio a la actitud que al juego en sí, no deja de ser algo sospechoso y preocupante.
Al Athletic, en fin, le sobra buena voluntad, compite siempre con ardor y podria exportar en contenedores su espíritu de sacrificio. Ahora bien, hay un dilema que pende sobre él como una espada de Damocles: o mejora con el balón -¡qué poco hubiera necesitado en Mestalla para dormir el partido en el descuento ante un rival cansado y con diez!- o sus opciones de progresar serán cada vez más limitadas y volverá a condenarse, casi por inercia, a la mitad de la tabla.
apuntes
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Estadística. La pasada temporada el Athletic también llevaba seis goles en las siete priemras jornadas.
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Marcadores. No son casualidad tantos empates ni las 46 jornadas sin sumar dos victorias seguidas.
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Obligación. Mejorar el juego con balón es una condición sine qua non para que los rojibancos puedan crecer.
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